Oscuridas

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Mientras más avanzaban el miedo dentro de ellas aumentaba, poco a poco se adentraban a terreno totalmente desconocido para las dos pero si querían volver a la Tierra y con aquellos que amaban.

Chiara: La verdad me habías convencido pero ya ni estoy segura de ésto.

Clarise: Se que esto es nuevo para tí pero ellos nos necesitan, Estarossa la necesita. Imagínese cómo se sentirá cuando la vea volver con él.

Chiara: Si es que logramos salir, por lo que escuche del señor Zeldris que hay bestias vigilantes... ¿Cree que podemos con esas cosas?

Clarise: No puedo decirlo con exactitud pero no por eso hay que perder la esperanza.

En el fondo rezaba porque Escanor estuviese bien, que esa mujer no se atreviese a tocarle ni un solo cabello, si era así juraba que la agarraría a palazos o lo que sea. Necesitaba saber que estaba bien para poder concentrarse, pero ahora estaban solas en lo desconocido; quisiera que así fuera pero era todo lo contrario.

Arriba los golpes volaban, junto con flechas y armas pero todo era difícil ya que esto no era un simple Dios contra los diez  mandamientos o un enfrentamiento de los siete pecados capitales, para nada, ahora estaba en el juego el mismo Mael junto a la tipa loca.

Geali: ¿De verdad creen que piensas derrotarnos? ¿No saben de nuestras hazañas en la guerra? Éramos imparables.

Mael: Sí, imparables– el tono no era el que se esperaba pero lo paso de largo porque ahora mismo estaban frente a los hijos del rey Demonio.

Meliodas: ¡Por favor Estarossa, tienes que reaccionar en este momento!

Mael: ¡Silencio Meliodas, que ni derecho de dirigirme la palabra tienes!

Zeldris: ¡Estarossa por favor, tú no eres así, ¿Acaso olvidaste tan rápido a esa humana?

Mael: Eso solo fue una ilusión, como el cariño que me tenían.

Ni Zeldris o Meliodas podían moverse bien debido a como los recuerdos los atormentaban como lanzas, las lágrimas en sus ojos no los dejaban ver la situación con claridad. Varios compañeros estaban igual y los que no, trataban de contener al par de angeles pero parecía inútil. El León del Orgullo mientras tanto estaba teniendo conflictos internos por la joven que se había robado su corazón. La lastimó, tal como a él le sucedió, ver sus ojos tan tristes y decepcionados; le dolía como ningún otro golpe que había recibido en la batalla.

Geali: ¿Qué sucede León ladrón? ¿Te dolió lo que tú mismo provocaste? Son las consecuencias de tus actos impuros.

Cada flecha que lanzaba era más dolorosa que la anterior, con cada arma hecha de su luz que golpeaba la piel del Orgulloso hombre sentía la furia de esa mujer lastimada, ¿Así se estaría Clarise? Otra flecha impacto en su brazo pero la verdad no importaba ya para él, le había fallado a quien amaba y lo pagó muy caro.

Mael: ¿Qué es lo que te sucede hombre? No siento que este peleando como se debe, dímelo para que cuando lo mate este tranquilo.

Escanor: Alguien como tú no lo entendería, un ser que dejó que esa chica con su falso amor lastimará a la chica que abrió su corazón a un demonio.

Mael: No se de qué hablas Escanor...

Escanor: Sí lo sabes, muy en el fondo te duele su final, sabes que querías amarla sin importar nada o lo que pensaran. Esperabas que si esto llegará a su fin podrías vivir a su lado disfrutando de las pequeñas bellezas de la vida.

Mael:... Me parece que hablas de tí... Entiendo tus palabras pero no sé... Estoy confundido...

Escanor: Quizá tengas razón pero por ella ganaré esta batalla, aún si tenga que dar mi vida no la defraudaré.

El calor del ambiente aumentaba poco a poco al igual que la tensión pero esa sería una gran batalla, dos hombres que lucharían por el nombre de quienes aman.

Zeldris: Por favor hermano, reacciona. No te pierdas en...– una flecha lo silenció de forma brusca.– Mierda, eso dolió

Geali: Silencio maldito pecador, yo me encargaré de ustedes y esa Diosa asquerosa.

En las profundidades un sentimiento de angustia de formó en el pecho, debían salir de ese lugar lo más rápido posible, por él... No, por ellos.


Tu eres mi sol.    Escanor x Lector.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora