Dentro de Ti

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Pensó en alejarse de la batalla, si la atrapaban no sería más que un estorbo sin duda, sin embargo se negaba a abandonar a Estarossa ahí, puede que fuese fuerte pero por una vez en su vida quería luchar por una causa, ayudar en lo que fuera. Se asomó para encontrar el alboroto que era todo, sin armas o algo con que protegerse debía pensar en algo antes de que la descubrieran y asesinaran.

Gowther: Aquí estas, tu eres Chiara ¿no?— Asintió algo estupefacta— Perfecto, te necesito.

Chiara: ¿Habla en serio?

Gowther: Sí, me dijeron que eres alguien muy cercana a Mael, puedo llevarnos a ambos a su subconsciente para arreglar todo este desastre— Eso significaría que sus cuerpos quedarían expuestos al peligro ¿No? Se lo pensó pero ¡A la mierda! Ya se había dicho que lucharía, este no era momento para echarse atrás.

Chiara: Hagámoslo— Habló decidida, el muñeco le dijo que lo primero era acercarse a Mael para conectarse a su subconsciente. Aun con temor se dejó guiar entre el polvo, ataques y cuerpos que eran lanzados por el campo de batalla, si dejaba de correr el peligro aumentaba.

Gowther: ¡¡Manténganlo!! ¡Falta poco Chiara!— El bloqueo para el hombre pronto se vendría abajo, era ahora o nunca. Diane les ofreció un impulso para alcanzar la cabeza y  poner en marcha el plan. Inhala, Exhala.

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Temblaba no solo de frío sino de miedo, los demonios eran capaces de cualquier cosa contra su persona ante la más mínima provocación así que lo mejor era quedarse callada y obedecer las ordenes que le indicaban sus ahora amos. Preparaba unas cuantas tazas de té, después de tanto tiempo en el lugar se memorizó los gustos de la mayoría de  Mandamientos. Dispuesta a salir a entregar las bebidas se dirigió a la salida de la cocina aun con sus manos sacudiéndose violentamente y con los dientes tiritones debido a la baja temperatura, sin fijarse correctamente por donde iba acabó en el suelo tras chocar con lo que creía era un muro nuevo.

Alzando la mirada cayó en cuenta que se trataba de nada más y nada menos que el hermano del ahora líder de los mandamientos, Estarossa; con lágrimas en los ojos acompañado por el miedo a morir por su enorme falta de respeto se arrodillo en el suelo aclamando por piedad rodeada por los restos de las tazas.

Chiara: Lo lamento mucho mi señor, he sido muy torpe, déjeme limpiar todo esto y recompensárselo. Le pido... no... Le imploró piedad— Lo sintió más cerca cerró sus ojos con fuerza esperando el golpe que acabaría con su miserable existencia.

  Estarossa: ¿No te da frío con esa ropa tan ligera?

Chiara: ¿Eh?— Se atrevió a levantar la mirada encontrando al demonio hincado frente suyo examinándola con una mirada de ¿Preocupación?

Estarossa: Tus manos— Con suma delicadeza tomo entre las suyas las extremidades, la punta de sus dedos se pintaba de un azul tenue pero lo suficiente para ser notado de cerca— A este paso se van a congelar... Acompáñame— La levantó guiándola a un dormitorio con una chimenea que se apresuró a encender— Siéntate y deja que el fuego te caliente.— Sin dudar se acercó al abrazador fuego, era tan relajante.

Chiara: Le agradezco enormemente mi señor pero ¿Por qué me ayuda? 

Estarossa: Soy el Mandamiento del Amor, es lo correcto, aunque seas una humana nos has estado sirviendo de maravilla así que por hoy tomate un descanso ¿Si?— Le despidió con una suave sonrisa que causó un gran sonrojo. Como un acto en cadena el demonio enrojeció también— Descansa...

Chiara: Chiara... Mi nombre es Chiara.

Estarossa: Es un lindo nombre, digno de cualquier princesa— Cuando notó sus palabras el más alto salió de la habitación presuroso, ¿Qué acababa de decir? Solo se dejó llevar por el momento, aunque debía admitir que a la luz de las llamas el rostro de la joven se vio sumamente bello.

Esa noche no notó cuando cayó rendida al sueño o el momento en que ese mismo hombre volvió por ella dejándola en una habitación en mejor estado en la que dormía en aquel entonces, lo único que le dijo fue que esa sería su nuevo cuarto. Lo que sabía con seguridad es que desde ese instante ambos se acercaron mucho más.

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Chiara: Es mi turno de ayudarte Estarossa, espérame— Un rayo envolvió a ambos cegándola temporalmente. 

Una suave brisa envolvió su cuerpo, sus ojos se acostumbraron a la luz que iluminaba observando así el paisaje tan tranquilo que los rodeaba. Era hermoso. Se detuvo al reconocer a la persona sentada en el colina cercana, era Estarossa. El muñeco fue el primero en acercarse al ángel sin medo.

Gowther: Que hermoso lugar— Por parte del otro no hubo reacción alguna.

Mael: Solía venir aquí cuando quería estar solo o cuando me escapaba del entrenamiento con Geali. Al final creo que guarde este escenario dentro de mi corazón... Parece un buen lugar para desaparecer tranquilamente, después de todo mis actos no tienen perdón alguno. Traicioné dos veces a quienes llamé hermanos.

Gowther: Hay personas que no dejarían que eso sucediese, vinimos hasta aquí para salvarte, allá afuera te estas desmoronando.— El contrario solo hundió más su rostro entre sus piernas.

Mael: No tiene sentido, tenían razón. El amor que profesó por esa mujer es vacío; nadie espera al verdadero yo afuera, lo mejor para mi es morir.— Una rara masa atrapaba al pecado entre si hablándole.— No sirve luchar, sea cual sea la razón por la que me escogiste espero que estés satisfecho...

Chiara: ¡¡ESTAROSSA!!— El gritó llamó la atención de todos los presentes  alertando al mandamiento que atrapaba al muñeco— ¡Eso no es cierto, nada de lo que dices es verdad! ¡Dije que daría mi vida por ti, por tu felicidad, y es lo que estoy haciendo!

Mael se quedaba congelado ante la vista de esa humana, esa mujer que se aventuró al campo de batalla para confesarle su amor, estaba parada frente a él viva.

Chiara: ¡Me importa poco quien seas, si te llamas Estarossa o Mael, si eres un ángel o un demonio!— Sin importarle mucho el mandamiento del lugar se acercaba a pasos seguros al otro— Eres y siempre serás el hombre del que me enamoré. Lo que hayas sido no me interesa, no seré fuerte como un guerrero pero tengo la convicción de que cada vez que pierdas el camino iré por ti, aun si me juego la vida en ello. No quiero vivir una vida lejos de ti. Por favor— Aun con las piernas hundidas entre esa masa se las arregló para llegar frente a él y tomar sus manos— Levántate y acompáñame en una vida juntos.

Las miradas de ambos se inundaron por lágrimas, se irguió frente a la mujer tomándola entre sus brazos y juntando sus labios, expulsó a oscuridad del lugar antes de que lastimará a Chiara. Ambos unidos en esa muestra de amor sellaron la locura que carcomía la mente del ángel, al separarse la felicidad los llenaba.

Mael: Soy muy afortunado de tener a alguien tan fuerte como tú.

Chiara: Lo aprendí del mejor— Dejando un beso en su mejilla se alejó un poco del hombre— Es hora de volver, te necesitan en la lucha contra esa mujer. El Eclipse pronto se acabará y el querubín dijo que hay que encerrarla antes de que eso ocurra.

Mael: ¿Querubín? Te refieres a Sariel— Asintió— JAJAJA que no te escuche decirle así pero tienes razón, volvamos.

Gowther: ¿Listos? Andando— El mismo rayo se apoderó de los alrededores apareciendo en la batalla.


Ludociel: Mael, es bueno tenerte de vuelta hermanito.— Dijo Ludociel acercándoseles.

Mael: Gracias hermano pero no crea que merezca esas palabras— A la chica no le agradó el comentario y le dedico una mirada de enojo— No hasta que remedie mis actos.

Geali logró distinguir entre el polvo la silueta de su arcángel junto a ¿¡El de esa mujer!? Su sangre hervía a montones, los dientes le rechinaban, ahora si se aseguraría de mandarla derechito al Purgatorio para que ya nadie pueda rescatar su alma. 

Tu eres mi sol.    Escanor x Lector.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora