Capítulo XXIV

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Allaric salió del lugar hecho una furia, ya estaba en medio del puente de hielo cuando sintió como le giraban bruscamente.

—¿Cuál es tu malidto problema, eh?— le preguntó Diamond que era quien le había girado. Él se soltó bruscamente de su agarre.

—¿Que cuál es mi problema?— dijo alterado— ¡Mi problema eres tú, Diamond, tú eres mi problema!

—¿Yo? ¿Y qué rayos hice yo aparte de salvarte el trasero, vampiro idiota?— le gritó ella y este la miró furioso.

—¡Eso fue lo que hiciste! ¡No debiste salvarme! ¡No debiste ser tan imprudente como para casi matarte a ti misma!

—¡Ah, pues lo siento si no puedo dejar morir a un vampiro idiota que se dejó arrastrar por unas maras hasta el fondo del océano!— le gritó furiosa.

—Ah, ahora el idiota soy yo ¿No? ¿Y quién es la inconsciente que casi se mata por él, eh?

—¡De veras que eres idiota! ¿En serio eres tan orgulloso que no puedes siquiera agradecer que te salvara?— le preguntó exaltada— ¿Qué pasa, vampiro? ¿Te hiere el orgullo que te salve una mujer?

—¡No es eso!

—¡¿Entonces, qué?!

—¡En serio, tú...!

—¿Mira, sabes que? ¡Basta ya con esta estupidez!— le interrumpió ella molesta— ¡Ya sé que para la próxima tengo que dejarte morir! ¡Es más, que para la próxima te mataré yo misma, gran idiota!— le gritó y comenzó a caminar para irse.

—¡Rayos!— se quejó Allaric golpeando el barandal del puente y luego la miró. Estaba caminando a paso rápido, con todo ese vestido mojado y descalza por aquel pavimento de hielo— ¡Diamond, detente ahí ahora mismo!— le gritó.

—¡Desaparece, vampiro, ya no quiero oír tus estupideces!— le dijo ella sin siquiera mirarlo.

Entonces, en un pestañeo, estuvo a su lado y la sujetó del brazo poniéndola de frente a él.

—¡Que desaparezcas, te dije, vampiro!— le gritó Diamond tratando de soltarse pero él no la dejó.

—¡Debes cambiarte, Diamond! ¿No ves que está nevando y estás toda mojada?— le respondió tratando de que no se soltara, pero le estaba costando.

—¿Y a ti qué más te da? ¡¿No me estabas gritando ahora mismo que no debí salvarte?!— respondió forcejeando y ya Allaric no sabía muy bien qué hacer para retenerla.

—¡Ya cálmate de una vez!

—¡No lo haré! ¡¿Por qué no me dejas ir, eh?! ¡Suéltame ya, vamp...!

Allaric la atrajo hacia él y cubrió sus labios con los suyos para que no siguiera hablando. Diamond se quedó estática por la sorpresa y con los ojos abiertos como platos. Él sabía que había sido un impulso, quería que se callara, sí, pero mira que estaba disfrutando de al fin probar esos labios. Mientras la besaba lentamente, pasó su mano a través de su cabello y colocó la otra sobre la cintura de ella, que lo máximo que llegó a hacer fue cerrar los ojos.

Él separó sus labios notando que ella no correspondía al beso y apoyó su cara en el hombro de Diamond, que a estas alturas aún no reaccionaba del todo, para luego rodear el cuerpo de ella con sus brazos y abrazarla.

—Vamp...

—En serio pensé que no ibas a despertar nunca— le dijo sutilmente ahogando cualquier tipo de palabra que Diamond trató de decir—, no debiste hacer algo como eso.

—¿Vas... vas a seguir con eso?— se quejó entre nerviosa y molesta. Trató de apartarse de él, pero este no le dejó.

—Por favor, no hagas algo como eso de nuevo, mejor déjame morir— le dijo intensificando más su abrazo—. Déjame morir porque dudo que pueda seguir viviendo si sé que te pasó algo por mi causa.

Diamond Heart (Dark Angel III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora