Epílogo.

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Un año después. 

Cat

Había pasado un año ya, ocurrieron muchas cosas en este tiempo, con el pasar de los días y las semanas empecé a recordar poco a poco lo que había olvidado. Fue un año lleno de subidas y bajadas, algo loco que jamás creí me fuera a pasar a mí. Me enamoré de un asesino a sueldo que casi me mata por órdenes de mi ex novio, quien además de ser un hijo de puta traficaba con niñas también. Me había equivocado mucho con Simón, quise creer que era una buena persona cuando fue todo lo contrario, no lo era y estaba lejos de serlo. Gracias al cielo que no caí en sus redes y me hizo lo mismo que a esas pequeñas. Que bueno que salí de ese horrible lugar antes que otra cosa pasara.

Pasé por muchas cosas a lo largo de estos años, conocí a muchas personas que a pesar de haberlos olvidado se quedaron conmigo y no se fueron, me ayudaron a recordarlos, a recordar cada momento juntos y les debía mucho a cada uno de ellos. Ahora tenía un buen trabajo donde me esperaron hasta que más o menos pude recordar. Tenía a mi noble Bruno que estaba conmigo y quizá él me iba a dejar en algún momento pero por ahora no pensaba en eso. Mantenía mi cabeza ocupada con otras cosas. La relación con mi padre era mejor cada día, también con su esposa lo era, ella era una buena mujer y él merecía ser feliz. A veces él venía a verme o yo iba a verlos, se quedaban unos días y regresaban a su casa. Él seguía escribiendo y me mandaba sus libros para que yo los leyera, esta vez los leí todos y cada uno de ellos.

La vida era buena conmigo y no me quejaba de lo que tenía, un buen trabajo, amigos y un amigo perruno, fiel y amoroso. La vida me había dado tanto, me dio una segunda oportunidad para vivir y quise hacer las cosas bien, así que hice algo que venía pensando desde hace tanto: me uní a los voluntarios de aquel refugio al que él iba los fines de semana.

—¡Cat! —escuché los gritos de Luken, Bruno andaba corriendo con los demás lomitos del refugio, él era tan feliz al venir aquí —. ¡Cat! —deje de servir las croquetas en las charolas y me volteé para verlo.

—¿Qué pasa Luken? —venía con una gran sonrisa en los labios.

—Han adoptado a Luna —sonreí.

—¿En serio? —me llevé las manos a la boca.

—¡Sí! —empecé a gritar de felicidad —. Se la acaban de llevar.

Luken me abrazó y me levantó del suelo.

Mi pequeña bebé había esperado tanto por una buena familia que la quisiera llevar a casa, había sufrido tanto con sus antiguos dueños que el refugio tuvo que intervenir y quitarles a ese pequeño ángel peludo.

Luken me bajó al suelo y seguía con esa hermosa sonrisa.

—Val les ha pedido fotos a los dueños, para asegurarse que Luna va a estar bien, ya sabes —se encogió de hombros —. Más vale prevenir.

—Ella ha sufrido mucho, se merece ser feliz.

Miramos a nuestro alrededor, los lomitos corrían felices de un lado del refugio al otro. Había algunos gatos, conejos, zarigüeyas, entre otras pequeñas mascotas que habían tenido la mala suerte de caer en manos perversas.

—Te dejo para que sigas con lo tuyo, solo vine a avisarte lo de Luna —señaló detrás de él —. Estoy limpiando las casas de los gatos, hay mucho pelo —sonrió.

—Yo sigo aquí entonces —se dio la vuelta y fue dentro del refugio.

Me di la vuelta y terminé por llenar las charolas con croquetas, después me puse a barrer las hojas que caían de los árboles que había alrededor del terreno, una gran extensión de muchos metros donde los rescatados eran felices. Junte todas las hojas secas y las metí en un costal donde íbamos guardando todas para tirarlas a la basura cuando esta pasara.

Corromper a un ángel (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora