F I N D E S E M A N A

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Había pasado una hora desde que Alec había decidido confesar sobre su pasado a Magnus, durante ese tiempo ambos lloraron y Magnus había consolado a Alec.

Ahora ambos estaban sentados donde habían estado antes. — ¿cómo le va en la escuela? — preguntó Alec, habían decidido hablar sobre su hija

— Es muy lista, le va muy bien, se parece mucho a ti, ama las matemáticas — sonrió Magnus y esa era tal vez la primera vez que le sonreía

— Creo que tiene tu carácter y según he visto le gusta el baile — le sonrió de vuelta Alec

— A veces siento que lo hace por complacerme — dijo Magnus

— ¿Por qué lo dices? — preguntó Alec

— Solo lo pienso, ella sí es buena en ballet, pero a veces siento que lo hace para tener algo en común conmigo, no lo sé, ideas locas — tomo un poco de su copa de vino

— Ella te ama mucho — dijo Alec

— A ti también, creo que lo hacía desde antes de conocerte — Magnus bajo su mirada — Alexander, lamento tanto haberla apartado de ti — Alec al escuchar esas palabras se acercó a Magnus y se agachó frente a él

— No Magnus, no tienes nada por lo que debas disculparte, tu estabas cuidándola de mí, yo no era bueno para ella en ese tiempo — le dijo, Magnus lo vio desde arriba, vio esos ojos azules en los que se había perdido desde el primer momento que lo vio

— Pero quizás — Alec lo interrumpió

— No, ningún pero, tenías toda la razón en la decisión que tomaste, jamás te reprocharía, así que no pidas perdón —tomó las manos de Magnus y le sonrió

— Yo — Magnus no dijo nada, Dios, el había anhelado ese pequeño toque, pero solo asintió y Alec soltó sus manos, quizás lo había incomodado


— ¿Cómo toma esto tu familia? — dijo Alec luego de un rato

— No tendría que importar, mi hermano sabe que lo único que me interesa es la felicidad de mi hija, si él no lo acepta no aceptaré que se meta —dijo serio Magnus

— Magnus, yo siempre cuidare de nuestra hija, también de ti, te prometo que lo que era ya no soy, si hay gente que se molestó cuando deje todo lo malo de mi vida, pero prometo que no los tocarán — le aseguró

— Te creo, aunque no debes cuidar de mí, puedo hacerlo yo, no debes de preocuparte — respondió Magnus

— Yo siempre me he preocupado y preocupare por ti — le dijo y vio la mirada de Magnus que evitaba la suya — se que te molesta, lo siento, solo no puedo evitarlo, trataré

— Por favor trata — de no evitarlo, quiso decir, pero no lo iba decir

Terminaron de cenar sobre los horarios en la escuela de su hija, Magnus le dijo que podía ir a visitarla cuando quisiera y que podía llevar a Jace, seguramente a Elara le gustaría conocer a su tío.

Alec no dijo nada, pero el sabia que Isabelle lo había sabido todo el tiempo, pero no sé molesto, sabía que ella lo había hecho por proteger a su sobrina y a Magnus.

Terminó la cena y ambos se despidieron, Alec iría en la mañana, quería pasar todo el tiempo con su hija, quería estar con ella todo lo que le fuera posible, y también cerca de Magnus, quizás el no lo querría más, pero el quería verlo cada que pudiera.

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Dos semanas después…….

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Era fin de semana y Elara había pedido a Alec que fuera a su casa ese sábado, allí en la sala de la casa de Magnus estaban los tres, Alec y Elara en un sillón ella recostada sobre su padre y Magnus en el sillón de al lado, veían una película “La princesa y el sapo” a pedido de Elara, era de sus favoritas, comían palomitas, mientras Elara les contaba lo que venía a continuación en cada escena, ellos sólo se reían, hasta que la película acabó.

Aún era temprano, eran las cinco de la tarde la pequeña se levantó y observó a sus padres. — ¿papi? — Magnus la volteó a ver, a él siempre le decía papi y a Alec papá

— Dime — le dijo

— ¿Podemos papá y yo hacer un castillo con las sillas y las mantas? — lo miró con un puchero

— Pero — Magnus la miró nervioso, no quería ese desorden, pero vio los ojitos azules de su hija y suspiro rendido — bien, solo si papá quiere — observó a Alec, quien asintió y claro que lo haría, la consentía, no en demasía, pero si un poco

— Vamos — ella tomó la mano de Alec y lo llevó a buscar las cosas, Magnus suspiró y camino a preparar algo para que pudieran comer

Después de unas dos horas la comida estaba lista al igual que el castillo hecho con sillas, almohadas y varias mantas, muchas mantas.

— ¿No planeas cenar allí cierto? — preguntó Magnus a su hija quien sonreía

— Sí papi, comamos allí — le dijo

— Pero, mejor en la mesa — ella le hizo un puchero había trabajado tan duro por su castillo, que quería comer allí

— Bien — suspiro derrotado Magnus, escuchó la sonrisa de burla de Alec y lo volteó a ver, quien solo se encogió de hombros

— Ve a lavar tus manos, traeré los platos y ponte pijama — le dijo Magnus

— Sí papi — ella corrió a su habitación y Alec camino detrás de Magnus

— ¿Necesitas ayuda? — le dijo, Magnus se dio vuelta y chocó con el pecho de Alec quien lo tomó de la cintura

Su nariz sintió el olor del perfume de Alec y quiso hundirse en el, Alec llevó su mano a la mejilla de Magnus. — debes tener cuidado — le susurró
— Fue tu culpa, no me fije que estabas detrás de mí — le susurró Magnus

— Me encantan tus ojos — le dijo Alec

— Los tuyos también son hermosos — dijo Magnus y pronto sintió una de las manos de Alec acariciar su mejillas y la otra su cintura

— Tu piel es más suave ahora — le dijo Alec

— No es verdad — Magnus sentía que su aliento se iba de su cuerpo, se acercó a Alec y unió sus labios en un beso, suave, pensó que había olvidado lo bien que se sentía besar a Alexander, sintió como sus piernas perdían fuerza y se sostuvo de Alec, quien lo tomó más fuerte de la cintura

Alec se había sentido tentado, pero no se había atrevido, sería demasiado y ya lo estaba tocando, pero cuando fue Magnus quien unió sus labios no se pudo detener, lo beso más fuerte, había extrañado esos labios, sentirlo más cerca.

Estaban sumidos en su beso que hasta que oyeron el sonido de Elara que al parecer había tropezado en algo se separaron asustados y allí estaba Elara sonriendo. — ya estoy lista papi — dijo ella

— Nosotros, nosotros — Magnus se había puesto muy nervioso — ya vamos, ve a sentarte

— Lo siento Magnus — se disculpó Alec — no debí

— No, fui yo quien lo hizo, lo siento — tomo los platos con la comida — vamos le dijo

— No creo que haya visto — dijo Alec, lo que menos quería era que su hija los viera muy juntos, porque podría hacerse ilusiones y quizás ello no volverían

— Dejémoslo hasta allí — al menos no había dicho que fue un error, pensó Alec

Luego de ese momento ambos llegaron y su hija los estaba esperando, junto con sus peluches, ella sonrió, cenaron juntos, hasta acabar.

Dos horas  más tarde Magnus regresó a observar a su hija quien le contaba una historia a su padre, él había ido tomar aire luego de lo que había pasado, en qué pensaba, no debía haber besado a Alec, pero tenerlo tan cerca, había sido demasiado, no había resistido el deseo, aún lo quería, lo amaba.

No se dio cuenta de cuánto tiempo había estado en su habitación pensando.

Observó a Alec y Elara ambos acostados entre las almohadas y peluches, sonrió, se veían tan hermosos allí abrazados.

Pero no podía dejar que ella durmiera allí, le dolería al día siguiente, aún con las almohadas y hacía más frío.

Movió un poco a Alec y este abrió los ojos lentamente. — no creo que ella deba dormir aquí — le dijo en susurro

Alec se levantó, se estiró un poco y tomó a la niña, la llevó a su habitación y ambos la acostaron, ella no sé movió sólo se acurrucó junto con sus otros peluches.

— Creo que es hora de que me vaya — dijo Alec, pero un bostezo lo hizo callar

— Podrías quedarte, es tarde y puede ser peligroso conducir con sueño, hay un cuarto de invitados o el sofá, es cómodo — sonrió Magnus

— No quiero incomodarte — le dijo Alec y otro bostezo salió de él

— No lo haces — Magnus camino y le hizo un gesto a Alec de que lo siguiera, quien no lo dudó

— Es aquí — le dijo, Magnus caminó al baño de donde saco unas sábanas y se las dio a Alec — solo que no tengo alguna pijama para ti, lo siento

— No te preocupes, así estoy bien — Magnus iba a salir cuando su pie se enredo en la alfombra y casi cae, pero Alec lo tomó de la cintura, de nuevo — ¿Estás bien? — preguntó Alec

— Solo soy torpe — dijo y subió su mirada a los ojos de Alec, estaban brillando mucho, parecía un adolescente, sentía otra vez esa necesidad de darle un beso, y así lo hizo, se puso un poco de puntillas y dejó un beso suave en sus labios, luego salió de la habitación — descansa — dijo y cerró la puerta

Cuando estuvo en la soledad de su habitación se dejó caer en la cama y cubrió su rostro con una almohada, definitivamente parecía un adolescente.










Aquí doy mi despedida cojollitos de limón, a mi Dios le entrego el alma y a mi negro el corazón.

Nah bueno de aquí nos vemos hasta, no sé, dentro de una semana.

Gracias por leer. 💜

POSDATA: no se emocionen tanto.

I GET TO LOVE YOU LIBRO #2 DE LA SAGA FIND YOU - MALEC Donde viven las historias. Descúbrelo ahora