Andrea se mete en su cama, dejando a Carlos acomodándose en el sofá, y por mucho que intenta relajarse y apartar de su pensamiento la idea de que él está en su sofá ahora mismo, sigue tumbada boca arriba, con las sábanas sujetas entre sus manos, por debajo de su barbilla y los ojos como platos fijos en el techo de su habitación.
Mientras, Carlos también está tumbado boca arriba, mirando el techo del salón de Andrea, imaginándola sobre su cama, a solo unos metros de distancia y pensando en que, ahora mismo, le gustaría estar a su lado. Pero agita levemente la cabeza para intentar borrar esa imagen de su cabeza. ¿Cómo puede estar pensando algo así?, se pregunta. Está convencido de que ella no querría nada con él. Y, aunque parece que entre ellos hay una conexión especial, y le ha parecido ver que despierta en ella ciertas emociones, sabe que hay alguien más en su vida. No sabe exactamente qué relación mantiene con Pol, pero es perfectamente consciente de que ha pasado algo entre ellos. Además, también sabe que Andrea no le conoce lo suficiente. De hecho, ignora cómo fue su primer encuentro en la niñez, y teme confesarle que era él aquel chaval que, por utilizar sus influencias, dejó sin plaza a su mejor amiga, lo que provocó que Andrea le odiara con todas sus fuerzas.
Quizás, ella ni siquiera se acordara de aquel episodio de su vida. Habían pasado muchos años y eran unos niños. Él tampoco era consciente de que debido a los contactos de sus padres estaba perjudicando a otras niñas. Carlos, simplemente, había dejado que sus padres hicieran lo que estaban tan acostumbrados a hacer. Él solo era un niño. Pero era un niño que se moría por hablar con aquella chica tan simpática, a la que todo el mundo adoraba, que siempre estaba riendo, ayudando a sus compañeros, siendo tan generosa... Y cuando por fin consiguió hablar con ella, se sintió el ser más afortunado y feliz de la tierra. Creía que aquel campamento sería la experiencia más maravillosa que había vivido en su vida. Solo cruzaron unas pocas palabras, porque pronto ella se enteró de que por su culpa, su mejor amiga se había quedado sin plaza, y después de decirle que le parecía la persona más egoísta, desleal e injusta del planeta, le prometió que nunca más volvería a dirigirle la palabra. «No quiero estar cerca de personas sin escrúpulos», le dijo Andrea antes de darle la espalda. Y Carlos tuvo que ir a un diccionario a buscar el significado de esa palabra tan extraña, que no había escuchado antes, pero que le había sonado francamente mal.
Todavía sin poder pegar ojo, Carlos no se siente orgulloso por lo que hizo en su infancia, pero todavía se siente menos por saber que no está siendo sincero con Andrea. Y, aunque pensaba que con el tiempo podría tener la oportunidad de que ella le conociera mejor, y que el pasado no se interfiriera entre ellos, también es consciente de que el tiempo, precisamente, jugaba en su contra, pues no estaba siendo completamente sincero con ella. Y la falta sinceridad, que es otra forma de llamar a la mentira o al engaño, se iba haciendo más grande conforme pasaban los días.
Antes de que consiga dormirse, decide que pronto buscará el momento adecuado para rebelarle a Andrea toda la verdad.
Todavía no ha amanecido cuando Carlos abre los ojos. Se levanta con sigilo y va al baño, sin hacer ruido. No puede evitar la tentación de asomarse a la habitación de Andrea, quien sigue dormida. Abre la puerta lentamente y se acerca, para comprobar su pausada respiración. Se queda unos segundos observando su rostro relajado y su plácida postura sobre la cama, con una mano doblada sobre su cabeza, una pierna estirada y la otra doblada, desnuda, asomando por encima de las sábanas. Esa posición le parece muy erótica, más cuando imagina que ella está completamente desnuda al no ver nada de su pijama.
Ella se mueve y Carlos se queda inmóvil, deseando que no se despierte y lo descubra allí, observándola indiscretamente. Pero Andrea cambia de postura y sigue durmiendo.
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Seducción anónima
ChickLitAndrea recibe un mensaje de un desconocido, cargado de sensualidad. Su intención; hacerle sentir la pasión a través de sus palabras. Pero, lo que parece un simple y erótico juego al principio, va volviéndose cada vez más excitante, adictivo y emoci...