Andrea tiene una sensación extraña en el estómago. Ella no había experimentado lo que se entiende por primer amor, de hecho, incluso sospechaba que nunca había estado verdaderamente enamorada. Pero el hecho de saber que ella había sido el primer amor de otra persona, le hacía sentirse algo especial.
También estaba algo nerviosa al tener que encontrarse de nuevo con Carlos, después de haber hablado sobre sus experiencias de la adolescencia. Por mucho que se hubiera intentado convencer de lo contrario, lo cierto era que se sentía atraída por él, y esas últimas palabras que le había dicho antes de marcharse, había despertado algo en su interior que no sabía muy bien cómo interpretar, ni tampoco quería dedicarle mucho tiempo a hacerlo.
Mientras baja en el ascensor hasta la planta de la oficina, su corazón se acelera y puede comprobar que está algo acalorada, lo que le hace temer que en cuanto se cruce con él, se ruborice sin remedio.
Así que, recibe con cierto alivio la noticia de que Carlos ha tenido que salir de viaje precipitadamente y que no va a estar en la oficina, al menos durante toda la jornada. Sin embargo, ese alivio pronto se transforma en cierta desilusión, pues toda esa emoción se evapora de inmediato al saber que no lo verá en todo el día.
Sin embargo, no sospecha que incluso con Carlos de viaje, va a vivir otras emociones intensas e inesperadas.
A los pocos minutos de sentarse a su mesa para abordar todas las tareas que tiene pendientes, Carmen la llama para anunciarle que hay una mujer en la puerta, que exige hablar con el jefe de la revista.
—Ya le he dicho que está de viaje, pero insiste en hablar con algún responsable —le dice Carmen por teléfono.
Así que Andrea sale al hall para atenderla.
—Buenos días, soy la directora adjunta, ¿en qué podemos ayudarla?
—Quiero escribir un artículo en su revista —le dice la mujer con determinación.
—Oh, vaya, pues... Ya tenemos cubiertas todas las vacantes de redacción y...
—No, no quiero un puesto en su redacción. Quiero escribir un artículo.
—Ya, pero los artículos de esta revista los escriben nuestros redactores, así que no puedo...
—¿Cuántos años tienen esos redactores? ¿Veinte? ¿Treinta? Puede que haya alguno de 40, pero ¿a que ninguno es más de 50?
—Pues no...
—¿Lo ve? Por eso se olvidan de escribir artículos para mujeres de 50 años, como yo. Es una revista femenina, ¿no? ¿Y qué pasa? ¿Que las mujeres cuando cumplimos los 50 ya no somos femeninas? Trucos de belleza para tener la piel luminosa cuando sales una noche a la discoteca, qué ponerte en la boda de tu amiga, cómo prepararte para tu primera entrevista de trabajo... —la mujer va pasando las páginas de un número de la revista que sostiene en sus manos. Su tono es firme y serio, hablando educadamente aunque con voz bastante elevada—: Mire, todas mis amigas ya están casadas o divorciadas sin intención de volver a casarse, no me gusta salir a las discotecas y hace mucho tiempo que hice mi primera entrevista de trabajo. Pero soy femenina y también quiero trucos de belleza para ir a ver a mis hijos jugar al fútbol, para hacer la compra, para una reunión en la oficina a la que voy desde hace 15 años. Y eso no lo encuentro en su revista.
Andrea observa el número que agita la mujer entre sus manos y se da cuenta de que es algo antiguo, por lo que aprovecha para utilizarlo como excusa.
—Estoy completamente de acuerdo con usted, y si me lo permite, veo que está mirando un número bastante antiguo. En este momento, estamos desarrollando nuevos contenidos porque queremos darle un nuevo giro a nuestra editorial. Si se fija en las publicaciones más actuales, habrá notado que estamos incluyendo nuevos contenidos, más secciones, con el propósito, precisamente, de llegar a un público femenino mayor, sin distinciones de edad ni...
ESTÁS LEYENDO
Seducción anónima
ChickLitAndrea recibe un mensaje de un desconocido, cargado de sensualidad. Su intención; hacerle sentir la pasión a través de sus palabras. Pero, lo que parece un simple y erótico juego al principio, va volviéndose cada vez más excitante, adictivo y emoci...