Cap. 24 ¿Qué es realidad y qué fantasía?

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Cuando al día siguiente, Andrea baja a la oficina muy temprano, ve que Carlos ya está en su despacho, sentado a su mesa, tecleando en el ordenador. 

Ella se dirige a su mesa y enciende el suyo. Empieza comprobando la bandeja de entrada de su correo, donde se han acumulado bastantes mensajes sin leer. 

Mientras va respondiendo a las cosas más urgentes, recibe la notificación de un nuevo mensaje para mostrar, cuyo remitente es Carlos Mainat. E, inmediatamente después, recibe otro. El primero tiene el siguiente asunto: Confirmación impresión número del mes.

Lo abre y lee un escueto mensaje en el que le dice que ya está aprobada la maquetación del último número y se ha enviado a impresión, para que pueda salir a distribución esa misma semana. También le indica que las imágenes de la portada ya han sido elegidas, con la supervisión de Dimitri, y que si quiere ver el diseño final, recibirá una muestra al día siguiente.

Andrea levanta la vista para dirigirla hacia el rostro de Carlos, que apenas puede ver detrás de su ordenador. Pero sí aprecia sus ojos, que mantiene fijos en su pantalla, y le parece que bajo un manto de frialdad. 

El siguiente mensaje que recibe suyo llega con el siguiente asunto: Aprobación del grupo Müller. En él, le explica que ha recibido la notificación de Müller con su consideración de incluirles en su grupo editorial. Es también un mensaje bastante escueto y que interpreta con un tono austero y distante. Solo la última frase le hace considerar cierto acercamiento por parte de Carlos: «espero que te sientas tan orgullosa como yo lo estoy del excelente trabajo que hiciste en la presentación. Si finalmente nos eligen, no te quepa ninguna duda de que ha sido todo mérito tuyo».

Ella responde con un escueto "gracias" y sigue leyendo los correos pendientes. Pero vuelve a recibir uno de Carlos, con el siguiente asunto: Organización de contenidos del próximo número. Es un mensaje en el que le pide que reserve un hueco de esa semana, para establecer los contenidos del próximo número, teniendo en cuenta las nuevas secciones que se van a crear, para repartir el trabajo entre el equipo. Y añade que queda a la espera de su respuesta y a su disposición para cuadrar agendas. 

Todavía le manda un mensaje más antes de que Andrea tenga tiempo de responder y vuelve a utilizar el email para incluir otro asunto laboral sobre el que tienen que hablar. Pero entonces Andrea se incorpora de su silla y se dirige con decisión hacia su despacho:

—¿Vamos a hablar por mail a partir de ahora? Lo digo porque tendré que contratar más espacio en mi bandeja de entrada, si para cada cosa que quieras decirme vas a enviarme un correo—: le dice en tono airado y cruzando las brazos sobre su pecho, delante de él.

—Pensaba que quizás... no querrías hablar conmigo. 

—Ya —responde Andrea, conmovida por su tono afligido—: Pues..., tendremos que hablar...

—Me gustaría explicarte...

—Me refiero al trabajo —le interrumpe Andrea—: Creo que será mejor que olvidemos lo que..., que lo olvidemos. 

A Carlos le duele escuchar que ella prefiere olvidar, pues él no ha podido pegar ojo pensando en ella, en cómo salir de ese embrollo, en la intensidad con la que había sentido el beso que se dieron, en cómo desearía repetirlo.

—Cuando quieras, podemos empezar a planificar los contenidos del próximo número —sigue diciendo Andrea—: Supongo que no ampliaremos las páginas, por lo que tenemos que decidir qué secciones excluimos para incluir las nuevas y a quién asignamos cada una de ellas. Los redactores ya están trabajando en algunos reportajes del próximo número, así que lo mejor será que veamos el planning de lo que está previsto.

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