Carlos marca el número de Andrea, cruzando los dedos para que le responda y pueda hablar con ella, antes de irse a una reunión en la que estará bloqueado hasta última hora de la tarde. Su voz al otro lado, le suena a música celestial.
—Hola —responde Andrea con cierta timidez.
—¡Qué bien que me respondes! —exclama Carlos muy contento—: Tengo que salir para una reunión y no quería irme sin hablar contigo. ¿Qué tal todo?
—Bien, con mucho trabajo, para variar...
—¿Anoche me llamaste?
—Sí.
—¿Y quién te respondió?
—Sofi. ¿No te dio mi recado?
—Pues no —dice Carlos molesto—: Además, ni siquiera sabía que mi teléfono funcionaba. Se mojó y dejó de funcionar. Se quedó encendido, pero bloqueado. No podía hacer llamadas ni mandar mensajes ni nada, ni tampoco apagarlo. Pensaba que había muerto.
—Pero yo sí pude llamarte.
—Eso parece. Cuando anoche terminamos de cenar, vi que de repente había empezado a funcionar, pero ya era muy tarde para llamarte. Esta mañana he visto que había recibido una llamada tuya y ni me había enterado.
—Ya... Qué raro, ¿no? —pregunta Andrea sin parecer demasiado desconfiada, aunque la explicación de Carlos le resulta poco convincente.
—Sí, ya ves... —responde Carlos y aguarda unos segundos antes de seguir hablando, pues le parece notar en el tono de Andrea cierto desánimo—: Me he instalado en un hotel, solo he necesitado un par de días para darme cuenta de que tenía que salir de casa de mis padres o cometía un "padricidio". Me ha costado mucho encontrar habitación libre, está la feria del mueble y la mayoría de hoteles están llenos. Pero he encontrado uno chulísimo, el Maremagnum, se llama, ¿lo conocías?
—No, no había oído hablar de él —contesta con la voz apagada.
—Oye, ¿te pasa algo? Te noto la voz un poco... tristona.
—Sí, bueno, estoy un poco cansada, anoche me acosté tarde, hay mucho trabajo...
—¿Seguro? ¿Ha pasado algo?
Andrea tarda unos segundos en responder. Se debate entre si pedirle más explicaciones o intentar disimular su preocupación. Carlos no le está hablando como si fuera el director de la revista, sino más bien como su pareja, pero lo cierto era que ninguno había mencionado nada al respecto de lo ocurrido entre ellos, y ella no sabía cómo comportarse.
Pero si algo caracteriza a Andrea es su naturalidad y espontaneidad. No quiere mostrarse como una novia celosa, porque piensa que no lo es en realidad, pero tampoco quiere mostrarse con total indiferencia, porque no es eso lo que siente.
—No ha pasado nada. Que no tienes por qué darme explicaciones, pero entiende que me pueda sentir algo confundida por todo lo ocurrido.
—No te estoy dando explicaciones, te estoy contando lo que pasó.
—¿Y eso es todo lo que pasó?
—¡Sí! Te he contado todo lo que ocurrió. Quizás pueda sonar extraño, pero...
—Sí, suena extraño...
—Lo sé —le interrumpe Carlos— Ni siquiera sé cómo volvió a funcionar el teléfono. Fue de repente y...
—Sí, ya lo has dicho —interrumpe ahora Andrea. Se siente incómoda por parecer que le está pidiendo que se justifique, así que quiere terminar con ese tema, pero su tono le sale excesivamente cortante—: Ya te he dicho que no hace falta que me des explicaciones.
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Seducción anónima
ChickLitAndrea recibe un mensaje de un desconocido, cargado de sensualidad. Su intención; hacerle sentir la pasión a través de sus palabras. Pero, lo que parece un simple y erótico juego al principio, va volviéndose cada vez más excitante, adictivo y emoci...