Uno

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Boo SeungKwan contó los minutos que pasaban en el reloj de madera que estaba colgado en la pared frente a su cama, mientras golpeteaba con sus dedos sobre la manta gris que cubría sus piernas.

Sabía que su madre iría a recepción para hacer el papeleo habitual, y que ahí se demoraría tan solo un par de minutos; sin embargo, por quedarse haciendo vida social podría estar hasta casi media hora charlando con la enfermera de turno, eso lo había aprendido en otra ocasión en la que intentaba salir de la habitación del hospital.

Cuando pasaron veintiún minutos desde que su madre lo había dejado en el hospital por milésima vez en las casi tres semanas que ya llevaba ahí, se dispuso a levantarse de la cama quitándose la manta de encima. Su cuerpo ya no ardía ni dolía tanto como los primeros días gracias a los medicamentos, pero eso no era impedimento para que los malestares estuvieran ahí.

Buscó su mochila en la mini cajonera a un lado de su cama, y sacó un pantalón deportivo gris y un hoodie negro que le había llevado su madre hace pocos día, y para su suerte SeungCheol había dejado su feo gorro negro acampanado, eso lo ayudaría a pasar desapercibido, aunque SeungKwan pasó por alto las vendas alrededor de todo su rostro.
Se puso la ropa con calma y paciencia, cada vez que rozaba las vendas que cubrían su piel, mordía con fuerza la piel interior de su mejilla, ya que el roce seguía siendo un infierno a pesar de los medicamentos.

Al estar listo, salió de la habitación luego de mirar varias veces hacia ambos lados y percatarse de que no había nadie que le impidiera ir a su destino. Caminó con la cabeza gacha y con las manos en su pantalón, acomodaba de vez en cuando la mascarilla negra que se había puesto para cubrir un poco las vendas que llevaba alrededor de su rostro.

Pasó frente a la recepción del hospital, y chocó miradas con la enfermera de turno, esta supo que se trataba de SeungKwan, pero tenía demasiadas cosas que hacer como para preocuparse de andar vigilando lo que hacía cada paciente, así que lo dejó pasar. SeungKwan suspiró aliviado pensando en que nadie lo había reconocido y siguió su camino, sin saber que estaba siendo vigilado con curiosidad por otros ojos.

Prefirió usar las escaleras, aunque eso le conllevaba más tiempo y paciencia, porque el ascensor siempre iba lleno y podría rozar demasiado su cuerpo con otras personas, cosa que no era idónea para su recuperación, además que las miradas fisgonas encima de él no le gustaban.

Después de lo que se sintieron horas, SeungKwan logró llegar al último piso, caminó por el frío pasillo vacío, y empujó la puerta de metal que terminó siendo más pesada de lo que creyó haciendo que sus manos dolieran. El viento húmedo chocó en su rostro dándole la bienvenida, SeungKwan se sintió en libertad luego de haber pasado días encerrado en la habitación viendo apenas la ciudad por la ventana de la habitación del hospital, mientras que ahora podía ver con claridad las nubes oscuras en el cielo que habían estado en la ciudad por varios días.

Justo al lado de la puerta de metal había un ladrillo, así que lo tomó y lo puso en medio de la pared y la puerta para evitar que se cerrara y lo dejara afuera. Al no ver a nadie en la azotea del hospital, se dio una vuelta con gracia estirando sus brazos, como un niño pequeño cuando es llevado a los juegos. Inhalo con sus ojos cerrados y exhaló abriéndolos acercándose al muro que tenía alrededor de un metro y un poco más de altura, y que gracias a ello se dejaban ver los demás edificios.

Acomodó sus codos encima del muro, y se quedó observando todo y a la vez perdiéndose en sus propios pensamientos. Se sintió culpable de repente, su madre estaba orgullosa de que hubiera entrado a la universidad y que consiguiera una beca, Seungkwan se había esforzado desde el día uno, repasando cada clases, tomando apuntes y grabando audios. Ahora no podía quitarse de la mente que si hubiera elegido el metro en vez del taxi nada le habría pasado y ahora podría estar en clases o incluso jugando videojuegos con sus amigos en vez de pasarse los días aburriéndose en el hospital.

Tan sumido estaba en sus pensamientos, que no escuchó cuando alguien más salía por la puerta de metal y también se aseguraba de dejar bien puesto el ladrillo para no quedarse afuera.

—Hola —saludo una voz a su lado, SeungKwan dio un salto cubriendo su pecho con sus brazos, dándose cuenta a los segundos de que se trataba de un chico con el cabello gris, igual a su manta, y con una sonrisa que no alcanzaba a llegar a sus ojos, pero que de todas formas era muy dulce.

—Oh hola... —musitó SeungKwan bajando sus brazos y guardando sus manos en su hoodie negro, desviando su mirada un poco incómodo por el hecho de que no había nadie más en la azotea, y que él no había subido hasta allí en busca de compañía.

—Lamento asustarte —dijo el chico juntando sus manos a la altura de su pecho por un momento.

—No te preocupes, es solo que... llegaste de repente —murmuró SeungKwan dándole un vistazo y poniendo su codo izquierdo encima del muro con torpeza.

—¿Cómo te llamas? —preguntó el chico con cabello azul.

SeungKwan lo observó un poco sorprendido, los chicos bonitos como el que estaba frente a él, no venían de la nada a hacerle compañía y preguntarle su nombre, ¿Acaso le iba a pedir su número también? El chico de las vendas quiso pensar que solo era curiosidad por las vendas en su rostro y en sus manos, pero un pensamiento de que era algo más se le instaló en el cuerpo.

—Uhm... Soy SeungKwan ¿Y tú?

SeungKwan chocó miradas con él y por primera vez pudo ver con detalle los ojos del otro chico, notando que estos estaban un poco rojos y que lucían tanto tristes como cansados, parecía que había llorado hace un rato, pero de todas formas intentaba mantener una sonrisa en su rostro.

—SeungKwan... —murmuró el chico de cabello azul como si lo tuviera escribiendo en su cabeza, Seungkwan se preguntó porque parecía que se lo estuviera aprendiendo si era casi imposible volver a toparse —. Mi nombre es WonWoo. ¿Estás hace mucho aquí? Me refiero a internado en este hospital.

SeungKwan se aclaró la voz para hablar—. Llevo cerca de tres semanas. ¿Tú también estás internado aquí? —preguntó con cortesía.

—No, yo no —respondió WonWoo negando con una mano ya que la otra la tenía en su bolsillo delantero de su jean negro—. Pero un amigo llegó esta tarde, se ha descompensado un par de veces en estás últimas semanas así que van a dejarlo internado, para hacerle estudios y ver que sucede.

SeungKwan asintió con la cabeza uniendo cabos al ver como Wonwoo hacia una mueca triste y desviaba la mirada, de seguro sus ojos se veían llorosos por aquello, él estaba preocupado por su amigo y de alguna manera empatizó con él. SeungKwan había presenciado el miedo en la voz de SeungCheol, su mejor amigo, ya que recordaba —a pesar de la anestesia—, como SeungCheol tomaba su mano y le decía que lo quería y que no lo dejara solo, minutos antes de entrar a pabellón. Conocía el sentimiento de no querer perder a alguien, porque él mismo se había visto en la situación de casi perderlo todo, de entrar a cirugía sin saber si saldría allí con vida, confiando en personas que jamás había visto y en una intervención que era casi un experimento puesto que no la habían realizado antes.

—Espero que no sea nada grave... —musitó SeungKwan sintiendo un poco de pena por el chico a su lado, sabiendo que no lo estaba pasando bien con lo de su amigo.

—También yo... —WonWoo comprimió sus labios y luego sonrió viendo a SeungKwan —. ¿Te parece si te invito a tomarnos algo en la cafetería? Está haciendo frío aquí y parece que va a llover.

A SeungKwan no le tomó más de tres segundos aceptar la oferta del chico al verlo sonreír de esa manera a pesar de que se notaba preocupado y cansado, olvidándose de que su plan inicial era pasar desapercibido.

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awaken.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora