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Buenas noches, Gerard.

Jamás pensé que terminaríamos así.

Porque ¿Quién podría decirlo?

Tan solo míranos, éramos tan felices ¿Por qué éramos tan felices? Yo era feliz cuando me besabas o te acurrucabas a mi lado y me mirabas a los ojos con esa hermosa sonrisa en tu rostro. ¿Por qué eras feliz, Gerard?

Quizá porque éramos soñadores pidiendo deseos a las estrellas, cerrando los ojos y creyendo que al abrirlos todo estaría bien. Quizá la mejor parte de la felicidad es la ceguera, el no tener que preocuparte por nada más que lo que tienes frente a ti, como un corazón y un par de sonrisas enamoradas.

Y la peor parte de todo, fue abrir los ojos.

¿Por qué teníamos que abrirlos?

Solo teníamos 16 años, ¿Por qué te fuiste tan de pronto, sin despedirte? ¿Sin despedirte de mí? ¿Por qué Dios nos puso en el camino si no quería que acabáramos juntos? Ya lo sabes: Porque él nunca nos quiso.

Porque quizá somos los soldaditos de plomo que se guardan en el desván porque el sol les ha deformado los rostros, y las cicatrices les han borrado las sonrisas. Quizá somos esos muñecos de cuerda que se rompieron. Quizá somos esos juguetes que se averiaron mucho antes de si quiera funcionar, que se quebraron, y a los que los demás siguieron rompiendo.

¿Por qué, Gerard? ¿Por qué tenías que dejarme tú también?

Ahora estoy llorando mi corazón en una cama de hospital con un puñado de cables saliendo de mis brazos, de mi estómago, hundiéndose en mi vientre para drenar mi vejiga cada 8 horas. Estoy sorbiendo mis penas mientras cubro mi rostro con el costado de la mano porque no quiero que nadie me vea hacerlo a pesar de que estoy solo, porque no hay enfermeras, ni está mi mamá, ni está Spencer, y mucho menos estás tú.

Quisiera que estuvieras aquí.

¿Qué fue lo qué pasó con nosotros, Gerard? ¿Qué hicimos mal?

Quizá estuvimos equivocados desde que nacimos, quizá ni siquiera debimos haber existido. No sé de dónde vengan las almas, pero estoy seguro de que no vienen del cielo.

¿En qué se equivocó el cielo?

Solo fuimos dos piezas rotas de juguetes intentado funcionar.

Tú con todas esas enfermedades,

Yo con las mías.

Y un infierno que nos va a quemar para moldearnos a su propia manera.

Ya no sé qué más puedo decir, ni qué más puedo hacer. Me gaste toda mi vida rogando a un Dios que nunca me escuchó, que se equivocó en ti y conmigo. Me gaste todas mis noches deseándole a las estrellas, cerrando los ojos pensando que al abrirlos todo estaría bien.

Pero tú nunca estuviste bien.

Ni lo estarías.

Ni yo tampoco.

Y esa es la peor parte de abrir los ojos.

Buenas noches, Gerard  [Frerard]  HLYBN2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora