2

1.1K 175 13
                                    

Buenas noches, Gerard.

Hoy me he obligado a mí mismo a sacar las cartas que están dentro de esa caja de zapatos converse del número 5. Solo había leído la primera y hoy la releí y nada más. Ya ha pasado una semana desde que Mikey estuvo aquí y ya no ha regresado, y hoy se cumplen 4 semanas desde que estoy metido en este hospital. Eso es un mes.

Un mes que se me fue de las manos tan rápido como se me fue todo lo demás. Un mes de no poder moverme ni para ir al baño, un mes en el cuál metieron, conectaron, desconectaron y sacaron tantos cables de mí que yo ya me creía una máquina. Un mes de medicinas que más que curarme solo me drogaban para no sentir más el dolor, pero como no hacerlo, Gee, si hace 3 semanas que no te veo.

Leí esa carta, la primera que escribiste, y tuve que tomar un descanso cuando llegué a la mitad. Cuando llegué a la parte donde comenzabas a escribir lo que de verdad escondía tu alma, me asuste. Y estuve tentando a no leer más porque pensé que sí lo hacía moriría, pero no morí. Y me arrepiento de no haberlo hecho.

Recuerdo esa promesa, la tengo gravada en la memoria como una cicatriz que sigue sangrando. Recuerdo ese día, también fue un jueves y ese fue el último y verdadero día donde te vería. Porque te he de confesar que te veo en sueños, aún lo hago.

Recuerdo que venías con tu madre y tu hermano y en cuanto me viste te arrojaste sobre mí a llorar. Te pidieron que no me oprimieras tan fuerte, y que no hicieras tanto ruido pero eso a ninguno de los 2 nos importó. Me abrazaste con tanta fuerza como si ya en ese entonces supieras que sería el último abrazo que me darías. Me besaste, con desesperación y sin cuidado, y no me importó, yo solo quería sentir tus labios otra vez junto a los míos.

La primera semana ni tú ni tu familia faltaron un solo día cuando me internaron. Mi mamá estaba completamente rota y tu mamá estaba ahí para consolarla y decirle que todo iba a estar bien, que yo iba a estar bien. Me pregunto quién estará allí para consolar a tu madre.

Mikey estaba con nosotros durante toda la hora de visitas, traía juegos de mesa que teníamos que poner sobre mis piernas porque no había mesa donde pudiéramos jugar o donde mis cables alcanzaran. Me sentía tan impotente, odiaba estas cosas.

Una vez a mitad de un juego de cartas te quedaste dormido, tu cabeza sobre mis sabanas y todo tu cuerpo hincado en el piso. Le pedí a Mikey que te despertara y te subiera conmigo, porque el piso seguramente estaba helado y yo no quería que enfermaras.

Pero Mikey no lo hizo y yo quise levantarme a hacerlo, pero me detuvo.

-Sé que no te gustan, que piensas que te están convirtiendo en una máquina. –Dijo, después explicándome que no quiso subirte a la cama conmigo por temor a que me lastimaras dormido.- Él te necesita, y tú necesitas de esos cables para seguir con él.

Y tenía razón. Yo sin esos cables y tubos y maquinas no sería nada, me esfumaría como polvo que se lleva el viento y te dejaría solo. Y yo jamás pensaría en dejarte solo, Gerard.

Aunque lo hice.

Así que esa última noche te deje dormir en el suelo mientras jugaba cartas sobre mis piernas con Mikey, y fue ahí cuando tuve el primer ataque cardiaco.

Y tú estabas ahí, viendo como de repente mi corazón parecía querer explotar. Yo sentí todo como sientes algo cuando es lo único que existe, porque en ese momento no podía sentir o ver nada más, solo un dolor agudo que quería noquearme, un dolor que nacía en mi pecho y pronto tomaba posesión de mis brazos y manos. Un hormigueo que quema, un dolor que corta, una enfermedad que mata.

Yo sé que nunca te dijeron que es lo que pasaba conmigo, y no creo poder enojarme con nadie por no haberlo hecho, porque quizá eso solo hubiera empeorado un poco más las cosas.

Fue cuando me estabilizaron que les pedí que te dejaran pasar, y por mi estado delicado seguramente lo tomaron como mi último deseo o algo así. No sé por qué, pero lo hicieron, me permitieron verte por última vez.

Estabas llorando y seguramente yo también, y te pedí que dejaras de hacerlo pero ni yo mismo podía parar.

Te pedí que me escribieras una carta cada que pudieras para que durante el día, antes de ser la hora de visitas, yo tuviera algo para leer y no aburrirme. Quizá también las pedí por temor a olvidarme de ti, aunque eso nunca pasó.

Asentiste con fuerza, como soñando.

También te pedí que pasara lo que pasara, no hicieras ni pensaras cosas estúpidas, que yo iba a salir del hospital y que ambos volveríamos a poder ir al parque a darnos besos y abrazos. Y te emocionaste.

-¿Me lo prometes?

-Te lo prometo.

Buenas noches, Gerard  [Frerard]  HLYBN2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora