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Después de un largo día en la secundaria, salir y pasar tiempo con su novio, Taehyung llegó a casa.

Era de noche, alrededor de las nueve. Suspiró frustrado al no ver a su madre en el sillón, como antes acostumbraba, tecleando en su computadora.

Su madre era una mujer gentil, amable, bondadosa, y sobre todo cariñosa, siempre cuidaba del rosita y le daba toda la atención a él, hablaban, jugaban, tenían una hermosa relación.

Pero eso desapareció, desvaneció cuando su padre no estuvo más a su lado, la señora Kim trataba de olvidarse de todos sus problemas concentrándose en el trabajo y sólo en el trabajo, dejó de ser cariñosa con su hijo, se volvió más reservada y fría.

Le molestaba tanto al menor no poder hacer nada, no poder hacerla sentir un poco mejor. Su madre lo alejaba.

Pero hoy trataría de nuevo, no importa cuántas veces le diría que se vaya, él iba a estar ahí con ella.

Dejó sus cosas en el sillón y buscó a su madre. Primero por la cocina, luego el baño, y supuso que estaba en su habitación ya que era el único lugar que no había revisado.

Golpeó la puerta con su puño dos veces, en ninguna obtuvo respuesta.

Ni siquiera un "andate"; no obtuvo nada.

Agarró la perilla y la corrió a un lado, abrió tan solo un poco, para poder ver y una corriente eléctrica pasó por su cuerpo, miles de recuerdos horribles vinieron a su cabeza.

Papá lastimando sus propios brazos,  mamá llorando rogándole que no lo haga más, los gritos, las pastillas tiradas por toda la cama y la sangre entre las blancas sabanas.

El pequeño castañito abriendo la puerta despacio, escuchándolos gritar, empujarse, sollozar, sus manos comenzaron a temblar y se acercó a ellos para abrazarlos, para que se calmaran.

—al-alejate...es todo por tu culpa. —susurró la señora Kim entre lágrimas hacia su hijo.

Los gritos habían empezado de nuevo.

Volvió a la realidad, mirando sus manos temblar de nuevo, las lágrimas salieron por sus ojos, no tuvo noción de cuando.  Suspiró, limpiando su nariz y entró a la habitación.

Se sintió como aquella vez, aquella energía de tristeza y soledad...parecía volver al pasado.

La señora Kim estaba sentada, mirando a un punto fijo de la habitación, los ojos rojos y el vaso de agua de la mesita de luz vacío, al igual que la pequeña cajita de pastillas.

El menor se acercó y se sentó en la punta de la cama, pensando decir algo no tan estúpido,  algo que si funcione. No un estúpido abrazo que no serviría para su madre, al fin y al cabo era su culpa.

Tae era cariñoso con todos menos con sus padres, tenía miedo de abrazarlos cuando no era el momento, darles un beso en la mejilla cuando ellos no lo querían, sentía que sus muestras de amor eran una molestia. Aquella face fue cuando sus padres iban de mal en peor en su relación, el consumo entre ellos y la depresión y vacío de ellos de por medio...hacia todo horrible.

A el único que le demostraba amor era a Yoongi, con pensarlo una sonrisa se formó en sus labios, él era frío pero por el rosita dejaba de serlo, y eso al menor lo hacía sentir feliz, lo hacía sentir amado por lo menos por alguien.

Miró a su madre la cual tenía las rodillas en su pecho, al notar que su hijo lo estaba mirando le correspondió la mirada, mirándose fijamente.

—Mamá, necesitas ayuda.— fue lo único que pudo decir el rosita, la señora Kim sonrió de lado y negó.— Ma, por favor. Estarás mejor, no vas a tener que pagar nada, juro que yo te cuidaré. Tranquila, haré todo lo posible para que estés bien, a mi no me molest-

Tu eres la excepción ⸙ YoonTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora