La Joven Bailarina "Le Jeune Danseur" (Atracción prohibida Pt. 2)

Infidélité

Cate y yo estábamos casadas desde hace años, teníamos una hija hermosa, una linda familia, nos amábamos y respetábamos... pero esa noche simplemente presentía algo.

Dentro de mi pecho una sensación no me dejaba estar tranquila, como si en el fondo supiera que algo malo estaba pasando con Cate. Tomé mi teléfono y en repetidas ocasiones marqué su número sin tener una respuesta, subí a mi habitación preocupada... ella nunca había hecho algo igual y seguramente le había pasado algo.

Abrí el mueble que estaba a un lado de la cama, en el Cate guardaba una libreta con todos los contactos por si en algún momento tuviésemos una urgencia y necesitáramos llamar a alguien. Abrí la pequeña libreta de cuero y al mismo tiempo una pequeña tarjeta voló hacia el suelo.

-¿Qué es esto?- pensé mientras la recogía

"ALINE CARA... CAFÉ Y POSTRES"

Leí en aquella tarjeta con letras cursivas, abajo un número y una dirección aparecían con letras un poco más pequeñas.

-¿Aline Cara?, ¿Aline Cara?. ¿Dónde he escuchado ese nombre?- me pregunté

La tarjeta cayó de mis manos, sentí una punzada en mi pecho de lado izquierdo, un nudo se formó en mi garganta y las lágrimas comenzaron a formarse en mis ojos. Recordé de dónde conocía el nombre de Aline Cara... Aline había sido aquella aventura que Cate había tenido en la escuela.

No tenía que ser adivina, ni mucho menos un genio para entender por qué razón Cate no había llegado y no contestaba mis llamadas, Aline era la amiga con la que había salido a "Tomar un café". Por un momento sentí el mundo caer sobre mí y las lágrimas comenzaron a caer por mi rostro, durante todos los años de casada nunca había pensado si quiera en engañar a Cate y me resultaba demasiado doloroso pensar que ella lo hiciera.

-mama...- la bebé balbuceó desde la cama con su sonaja en la mano

-Mi amor perdóname por llorar- cargué a Hanna con lágrimas en los ojos- Perdóname por llorar mi vida, es sólo que mamá está confundida y tiene mucho miedo.

Ella sabe que mamá no sería capaz de hacerme algo así, ella sabe que la ama y que es muy feliz con nosotras... quizás sólo me estoy haciendo ideas que no son ciertas. Es difícil sentir esta inseguridad de tu mami, pero esa chica fue algo muy fuerte en algún momento de su vida y tengo miedo que ese ciclo nunca haya sido cerrado... Sólo tengo miedo mi amor.- le dije mientras ella me miraba sin entender nada pero atenta a mis lágrimas

Llevé a Hanna a su habitación le di su mamila y la arrullé mientras tarareaba su canción de cuna favorita. A los pocos minutos cerró sus ojos y quedó completamente dormida.

La puse en su cuna, la cobijé y encendí la bocina para bebés, salí de la habitación, caminé hacia la mía; dentro me quité la ropa y me puse la pijama.

Eran las 11:30 pm tomé el celular y realicé la última llamada con esperanzas de que ella respondiera, "Estás llamando a la mamá 2, deja tu mensaje"- sonó detrás de la bocina

Dejé el teléfono, apagué todas las luces y me recosté con los ojos abiertos hasta que unos minutos después escuché el ruido del auto y de la puerta.

-Amor, ¿Estás despierta?- Sarah se acercó a mí y susurró

Yo me quedé callada con los ojos cerrados simulando estar dormida.

-Perdona por llegar tan tarde, las horas se me pasaron volando... agradezco que estés dormida porque de otra manera no podría verte y mucho menos decirte lo que pasó, la vi aquel día que estábamos en el teatro, chocamos y cuando volteé estaba ahí tan hermosa como la recordaba, los nervios y la emoción inundaron mi piel y sin explicación quise mirarla sin distracción.
No fue suficiente para mí sólo con verla... sentí el miedo y el peso de equivocarme si la dejaba ir sin poder oler su perfume o ver sus ojos.
Me dio su tarjeta la cual guardé con recelo entre lo más profundo de mis cosas y pasó. No pude contener mis ganas de verla y le llamé sin pensar tan si quiera un poco en las consecuencias.

Yo solamente quería verla una vez más, escucharla una vez más... solamente quería eso, mis intenciones no eran otras. Pero cuando llegué a su casa no pude contenerme y ver lo perfecto que era su cuerpo.
No sé qué fue lo que me pasó pero el deseo me inundó de pies a cabeza y solo podía pensarla en la cama desnuda.

Ella se levantó y después de una cerveza puso música, comenzó a bailar y me hizo reír... dijo algo sobre que iba a hacer una tontería y yo no entendí al instante...

La voz de Cate se entrecortó y pude imaginarme las lágrimas caer por sus mejillas.

-...Y me besó y la besé y aunque sabía que no debía quería hacerlo... le seguí la corriente y la besé y acaricié.

Ella comenzó a llorar mientras me relataba como se había acostado con Aline, mientras me contaba como la había tocado, como le había hecho el amor.

-Subimos a su habitación y nos quitamos toda la ropa, me hizo sentir tan bien cuando dijo que era aún más bonita que antes, por un momento mientras nos acostábamos sentí un alivio, un amor, un cariño.
Por un momento se pareció tanto a ti y dejé de sentir culpa, solo sentí placer y nervios.
No puedo mentir me gustaría decirte... Que lo siento.
Perdóname por favor, lo siento mucho... Nunca volverá a pasar. Te amo Sarah Perdóname por haberte lastimado de esta manera.

Ella se secó las lágrimas y le me dio un beso en la mejilla, se levantó de la cama y se metió al baño para darse una ducha. Para quitarse la sensación de suciedad, de culpa que le había dejado el encuentro con Aline.

Quizás lo que ella quería era quitarse de su piel el olor a sexo, los labios, las caricias y las sensaciones de Aline. No podía creer que después de haber besado a alguien más hubiera tenido la vergüenza de besarme con esos labios manchados de un labial carmesí.

Un nudo se formó en mi garganta y las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, era tanto el sentimiento que tenía que quería gritar pero sólo me pude aguantar; aunque por dentro sintiera como si algo me quemara.

No podía contener mi llanto, no podía dejar de gemir de dolor, por más que quería no hacer ruido me era imposible pues no podía aguantar lo que sentía.

Después de unos minutos ella salió de la ducha, con esfuerzo calmé mi cuerpo y volví a hacerme la dormida para que ella no se diera cuenta que había escuchado todo lo que me había dicho. Ella se acostó a un lado mío y apagó las luces. Y se durmió.

Con dificultad me calmé y después de algunas horas pude quedarme dormida al fin, esperando que el día de mañana todo esto doliera menos.