Les amoureux

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El peor mal que puede acechar a un alma es no saber cuál va a ser su camino, las dudas se vuelven un fantasma que a diario no te deja vivir.

Dicen que las personas adultas son maduras y sabias, piensan que solo por ser mayor tienes resulta la vida pero realmente eso no tiene ni una pisca de verdad, puedes tener 80 años y tener momentos de confusión como si de un adolescente se tratase.

En esta época de mi vida estoy viviendo mi propio momento de confusión después de 10 años de tranquilidad a mi vida llegó un ángel que me quitó la tranquilidad, que cambió la vida de casada por la ilusión de un amor de juventud.

Siempre he creído que las cosas pasan por algo...es decir que el destino tiene trazado un plan para nosotros y sé que mi destino tenía que ponerme de frente la infidelidad de Cate y la llegada de Odette. No sabía con precisión como iban a terminarlas cosas, pero esperaba que todo saliera bien.

Después de una ausencia de dos días finalmente había hablado con mi mujer, se había preocupado al no saber nada de mi pero finalmente había sacado todas mis cosas de la casa y había tomado a Hanna entre mis brazos para irnos de ahí.

No voy a negar que a escena estuvo llena de dramatismo, ella lloraba y me imploraba que no me fuera mientras Hanna soltaba gritos desesperados al no comprender la escena. Si ustedes supieran lo que sentí en ese momento, fue como si alguien me arrancara el corazón de mi pecho, como si alguien me clavara un puñal.

En el fondo algo me decía que no me fuera y no la dejara, pero por el otro lado un impulso me pedía a gritos que saliera de ahí, que me fuera de ese lugar donde solo me sentía atrapad.

-Por favor Sarah, no dejes atrás lo que hemos construido. No me quites a la cosa que más amo, no te lleves a Hanna

-No te la voy a quitar, podrás seguir viéndola cuando quieras y se podrá quedar aquí contigo pero es mi hija y ella debe estar con su madre.

-Yo también soy su madre, no la puedes separar de mí.

-Sé que no, pero entiéndeme yo no puedo seguir más aquí... al menos no ahorita Cate, discúlpame pero no puedo ni mirarte a los ojos. Durante meses lo aguanté pero ya no puedo más.

Tomé las maletas y junto con Hanna caminamos hacia el automóvil. Me fui con mi hija a un departamento el cual alquilé mientras quedábamos de acuerdo que haríamos con el divorcio y la custodia de Hanna. A pesar de haber sido yo quien tomara la decisión todas las noches lloraba en silencio en mi habitación.

Era demasiado difícil y doloroso para mi afrontar esta situación sola y con una hija. Pero por otra parte estaba Odette que amablemente me ayudaba, había conocido a Hanna y se habían llevado a la perfección. Durante un mes me había ayudado a cuidarla mientras trabajaba horas extras en el ballet, cuando llegaba tarde las encontraba a ambas acostadas en la cama perdidas en sueños.

No sabía si lo que estaba ocurriendo con Odette era real o simple y sencillamente lo estaba soñando pero ella se había vuelto el apoyo más grande que tenía en ese momento.

Manteníamos una relación en secreto pues frente a todos solo éramos una bailarina y una profesora más, Amanda, Cate y las chicas no sospechaban que al cerrarse las puertas del automóvil y las puertas del departamento no nos alcanzaba la noche en besos, miradas y caricias llenas de amor y de respeto. A pesar de todo ni ella ni yo habíamos querido acostarnos, pareciera ser que era lo menos importante entre nosotras dos.

Quizás si estaba enamorada pero no lo sabía, no me había dado cuenta.

-Está dormida al fin Srita. Paulson- Odette se tiró en la cama a un lado mío y me abrazó fuertemente

La Joven Bailarina "Le Jeune Danseur" (Atracción prohibida Pt. 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora