MITADES DE ÁNGEL- EL RETORNO DE EDNES ©

CAPÍTULO 19: ORÁCULO

- ¡Daemon! -Gritó Aidan al verlo arrastrarse en medio del jardín. Con cada movimiento que el chico de cabellos dorados hacía, sangre manaba de su herida abierta y recubría la nieve de rojo y escarlata. -Maldita sea-susurró Aidan, acercándose a toda velocidad al chico. Daemon lo miró desde el suelo, sus labios temblaban y estaba terriblemente pálido por la inminente pérdida de sangre. Aidan tomó a Daemon, pasando su brazo bajo los de Daemon y lo ayudó a ponerse en pie con una tremenda dificultad. Daemon caminaba arrastrando los pies, y sus rizos estaban descuidadamente recargados en la cabeza de Aidan, quien, entre tropiezos y manchas de sangre, lo condujo dentro del castillo.

- ¿Qué ha pasado? -preguntó Maya cuando se encontraron en medio del pasillo que los llevaría directamente a la enfermería.

-Un demonio...en....el bosque-dijo Daemon débilmente y Aidan continuó su camino, con May siguiéndoles de cerca.

Maya sintió sus manos hormiguear y su rostro palideció cuando Aidan recostó a Daemon en una de las camas y le quitó la capa delicadamente. Su camisa blanca estaba recubierta de sangre. May se llevó las manos a los labios, y justo en ese momento Emmy entró.

-Maldición-dijo la chica, acercándose velozmente hacia el moribundo Daemon. El chico, para ese momento, estaba inconsciente.

Harry sostuvo a Moscú entre sus brazos y tomó asiento junto a Madelle.

-Bien...es hora de saber si realmente eres un oráculo-Harry acarició la aterciopelada cabecita del hurón.

- ¿Sabes cómo se utiliza uno? -preguntó Madelle. Si tan solo Henry estuviera ahí, les diría qué hacer. Pero el chico se encontraba con una de sus piernas partida por la mitad en alguna cama de la enfermería. Sin embargo, la noche anterior Henry les había pedido que fueran a ver a Moscú, les dijo que había tenido sueños y que debajo de su cama se encontraba algo importante...pero necesitaba la ayuda de Moscú para aclarar sus ideas. Era por eso por lo que aquel día, ambos chicos se encontraban agazapados en el sofá, con un curioso Moscú acostado en sus rodillas.

Su nariz se movía mientras olfateaba todo a su alrededor. Las patas del pequeño se cerraban en los dedos de ambas manos de Harry, quien sentía el corazón de Moscú bombeando a toda velocidad.

-Nunca he estado con un oráculo-admitió Harry-pero tengo una ligera idea de lo que es...Moscú...queremos pedirte ayuda sobre el tema de Henry-cuando lo dijo, los negros ojos carentes de visibles pupilas perforaron como hielo la sangre de Harry.

Entonces sucedió lo que imaginaban. La casita del árbol se sumió en una profunda oscuridad absorbente, y lo único que se encontraba en esa absoluta nada era Madelle y Harry, con sus manos unidas y el inerte cuerpo de Moscú en el brazo del gemelo.

No se veía absolutamente nada más que negrura, sin embargo, algo dentro de sus entrañas les indicaba que giraban en el eje de algo, tal vez del universo mismo.

La voz habló, pero Moscú estaba inconsciente en su mano.

-La llave que no abre puertas...el cristal que separa dos mundos idénticos...la profecía de una guerra...la sangre derramada y solo entonces la unión de los iguales permitirá la victoria.

Todo terminó en un segundo, Moscú despertó de su trance y la oscuridad desapareció. Volvían a estar en el sofá de la casa del árbol.

-Fue muy...rápido-admitió Madelle. Harry la miró mientras dejaba a Moscú en la jaula. Sus manos temblaban, a pesar de no haber entendido el mensaje, sentía que algo, muy dentro de él, lo había tomado y lo había entendido a la perfección.