CAPÍTULO 12: DESTERRADO HOMBRE GRIS

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-Estamos todos enterados de tu problema, Maya-la directora, sentada tras su elegante escritorio de piedra, llevaba un prominente vestido en tonalidades rojizas. -Y no nos resultará uno grave si estamos todos unidos...tu marca no es tan poderosa como Aidan te hizo pensar-la mujer le lanzó una mirada amenazante a Aidan-pueden controlar tu cuerpo, pero no tu mente. Así que si resistes lo suficiente podemos ganar tiempo para deshacer lo que el demonio hizo.

May tragó saliva. Cada palabra que la directora decía era como dagas contra su piel. Para ella no podría significar un problema grave, pero para Maya, quien no conocía nada de ese mundo, no era para nada un asunto que tomar a la ligera.

-Puedes dormir con Aidan, si eso te hace sentir cómoda-Garnet se detuvo un momento y miró a ambos de manera autoritaria-Claramente Aidan se irá al sofá...no quiero más problemas en este castillo.

May sintió que la sangre le subía a las mejillas. Era estúpido siquiera pensar en aquello. ¿Ella y Aidan? ...jamás en la vida.

-Garnet...-quiso decir Aidan, como si quisiese reprocharle, pero la mujer alzó una mano y lo hizo callar con un movimiento elegante de sus dedos.

-Como decía, no puedes estar sola. Aidan te cuidará, es su trabajo. Mientras controlemos tu cuerpo nada malo va a pasar.

May soltó un suspiro. Tal vez Garnet Strieet tuviera razón.


La noche cayó tan silenciosa como una caricia, y esta vez Gabriel Hardey decidió bajar a comer algo. Sentía su cuerpo adormecido por haber dormido todo el día en consecuencia de no tener nada mejor que hacer, pues estaba negado a la idea de quedarse ahí.

Bajó las escaleras con los pies descalzos y su habitual pantalón de pijama desaliñado al igual que su camisa de star wars.

El chico entró al solitario comedor frotándose los ojos y se acercó a la puerta de lo que supuso sería la cocina. Sin embargo, el chico no esperaba que ésta no estuviera sola para él, pues la chica que los había recibido la noche anterior estaba ahí, recargada en un muro leyendo un libro, con un sencillo vestido de tela, cómodo para cocinar.

Emmy se giró a mirarlo, un tanto cansada. Estaba acostumbrada a que los chicos invadieran su cocina, pero cuando se dio cuenta de quién se trataba, rápidamente dejó el libro de lado y se irguió, alineándose correctamente, y con bruscos movimientos nerviosos saludó al chico.

-Hola-dijo Gabriel, apartándose los cabellos de la frente-Emmy, si no me equivoco...anoche no estaba muy despierto que digamos.

-Si...soy Emmy-la chica se acercó a él- ¿Quieres cenar algo? no te vi en todo el día, supongo que debes tener hambre.

-Supones bien-Gabriel le regaló una sonrisa.

Emmy sacó una pizza del horno y la puso sobre la superficie brillosa de metal.

- ¿Te gusta la pizza? -preguntó Emmy, buscando un cuchillo para partirla.

-Mi comida favorita-admitió Gabriel, ayudando a Emmy a tomar el cuchillo, pues estaba muy lejos de la chica.

-Perfecto-Emmy sirvió un par de rebanadas y se giró a mirarlo- ¿Sería muy inapropiado de mi parte preguntarte por qué hasta ahora sales de la habitación de Aidan?

Gabriel la miró un segundo y se lo pensó un par de veces.

-No me siento a gusto aquí...esto es nuevo para mí.

- ¿Entonces no sabías lo que eras hasta la noche de ayer? -preguntó la chica, confundida, sirviendo jugo de naranja.

-Exacto. No tenía ni idea de la existencia de todo esto. Y tampoco soy muy bueno conociendo personas nuevas. -Gabriel se dirigió a una pequeña mesa y tomó lugar ahí. Emmy se le quedó viendo un momento. Estaba tomando asiento en la mesa de los criados. Sin embargo, la chica prefirió no decirle nada, no sabiendo que el chico no era bueno haciendo amigos.

MITADES DE ÁNGEL- EL RETORNO DE EDNES ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora