CAPITULO 4. NAIDENT

136 10 0
                                    

El demonio apareció entre una mezcla de humo y hedor a sangre. Valliot Ednes se levantó de un salto del asiento cuando Naident apareció frente a él, con el fuego de la daga quemando su pálida piel. Valliot se acercó a él y en un brusco movimiento extrajo la daga de su cuello, provocando un crujido de huesos y la negra sangre salió a borbotones.

Naident gritó de dolor y Valliot apretó los dedos contra la abierta herida.

-Cállate-le ordenó y el demonio obedeció como el fiel sirviente que era. Valliot se concentró, lentamente las llamas celestes inundaron sus dedos y acariciaron la piel del chico, y en un abrir y cerrar de ojos la sangre paró, permitiendo que Naident recuperara el aliento perdido.

Valliot había cerrado la herida.

Naident se levantó con ayuda del muro tras su espalda y agradeció con la mirada.

-Dime qué pasó.

Entonces Naident le contó los detalles, desde el ataque del gato hasta la interrupción del amigo de la chica.

-Aidan Wyden será un problema a partir de ahora-afirmó Valliot, jugando con la daga ya apagada entre sus dedos.

- ¿Hay algo que yo pueda hacer? -la voz de Naident era baja, no quería decir algo inoportuno frente a Valliot.

-Creo que por ahora nada...ellos estarán esperando otro ataque...uno que aún no sucederá-dijo Valliot, entrecerrando los ojos-ya pensaré en algo, mientras puedes irte.

Naident asintió y salió corriendo de ahí, dejando un borrón de sangre negra en la alfombra. Valliot hizo una mueca de asco y dejó la daga en el escritorio.

El sonido del fuego crepitar lo hizo girarse. Frente a él una pequeña silueta de humo escarlata apareció. Era tan pequeña como su mano. Eso solo significaba una cosa. Había llegado una carta.

Valliot estiró la mano y, cuando esta tocó la esfera de humo, este se disipó y una carta apareció en su mano abierta.

Valliot la tomó con brusquedad y se dejó caer en el escritorio.

Natalie Hokwood se leía a primera vista.

- ¿Natalie? -Valliot frunció el entrecejo y abrió la carta por completo. La tinta verde asomaba por entre el pergamino polvoriento.

Hace tanto que no escribo una carta, que ni siquiera recuerdo cómo eran.

Pero aquí estoy, escribiendo una para ti, nunca creí hacerlo, y menos a Valliot Ednes.

Necesito ayuda.

Necesito tu ayuda.

Es muy probable que recuerdes la muerte de mis hijos, y también a Garnet Strieet.

Espero y puedas entender mi sed de venganza y ayudarme en mi plan contra ella.

Con cariño tu queridísima Natalie.

¿Queridísima? Natalie no tenía nada de queridísima. En el pasado la había soportado porque era amiga de su esposa, pero desde la muerte de Maddison, Natalie no era importante.

Valliot arrugó el pergamino y lo lanzó a las crepitantes llamas de la chimenea a su espalda. Habían pasado muchísimos años desde la muerte de los hijos de Natalie, catorce, para ser exactos. Era demasiado extraño para el hombre pensar que después de todo ese tiempo Natalie pidiera justicia contra Garnet.

Sin embargo, todo lo que tuviera que ver con dañar a esa clase de personas, Valliot estaba más que listo para el trabajo sucio. 

MITADES DE ÁNGEL- EL RETORNO DE EDNES ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora