MITADES DE ÁNGEL- EL RETORNO DE EDNES ©

CAPÍTULO 35: ... SÓLO NOS CONVIERTE EN UNO MISMO

Los días y los meses habían pasado, entre nieve y frío, entre extraños recuerdos y rostros desconocidos, entre sentimientos y olvidos. Y Maya Dyner seguía en pie, con su entrenamiento de siempre en la sala de armas, con sus extraños encuentros con Daemon a altas horas de la madrugada.

Y por fin, después de tanto tiempo el día del baile había llegado. Realmente nadie estaba emocionado dentro del santuario, podría decirse incluso que tenían miedo...dejar entrar a posibles enemigos a su hogar...era inimaginable. Y Maya no era la excepción, se había preparado con un elegante vestido de seda que se ajustaba a su delgado y pequeño cuerpo. No quería nada voluminoso. Y el frío de las dagas que había sujetado con firmeza a las cuerdas de cuero que estaban en sus piernas acariciaba su piel bajo la delgada falda de oro.

Al día siguiente cumpliría los dieciséis años y sus recuerdos regresarían...solo esperaba seguir viva para poder descubrirlos.

La puerta de su nueva habitación se abrió y entró una atareada Grace despeinada. Aún no llevaba puesto su vestido y estaba completamente desarreglada.

Maya se le quedó viendo un momento mientras se ajustaba las dagas a las cintas de cuero.

- ¿Estás bien? ...veo que no estás lista y el baile es en media hora...

-Estoy terriblemente asustada-interrumpió Grace, cerrando la puerta a su espalda y se dejó caer en la cama. Llevaba ropa de entrenamiento y el cabello desordenado en distintas direcciones. Y sus nudillos...estaban destrozados. ¿Había estado golpeando a alguien?

-Grace-Maya se acercó deprisa a su amiga y se sentó a su lado. - ¿Qué sucede?

-Es muy probable que todos muramos hoy...y yo...soy una mala persona...

-No eres una mala persona...no digas tonterías-Maya pasó un brazo por los hombros de su amiga y Grace meneó la cabeza repetidas veces.

-No sabes lo que hice. -susurró la chica y la miró a los ojos. May se dio cuenta de lo cristalizadas que esas esferas esmeraldas estaban. Estaba a punto de echarse a llorar.

- ¿Qué hiciste? -preguntó Maya delicadamente, acariciando el cabello de su amiga, quien comenzaba a sollozar y miraba a la puerta con temor.

-Besé...besé a Greefen-susurró entre temblores y Maya frunció el ceño. No sabía que Greefen y ella...

- ¿Greefen?

-Sí...nadie en el castillo lo sabe a excepción de nosotros tres-se refería a ella y Frederick junto con Greefen-Rechacé a Greefen antes de estar con Fred...hace años, y me había reprimido demasiado yo...creo que estoy enamorada de Greefen y no quiero herir a Fred y...

-Grace, Grace, Grace-May la sujetó de los hombros-Detente un momento. -Grace cerró la boca y prestó atención a una despampanante Maya cubierta en seda de oro, con una pequeña tiara de zafiros sujetando sus rizos. - ¿Estás segura de que ya no sientes nada por Fred? -preguntó Maya, realmente confundida. Fred y Grace se veían muy felices juntos, no lo comprendía.

-Ese es el problema-Grace escondió el rostro entre sus manos-Estoy enamorada de ambos.

May la miró un momento y apretó los labios. Ella no sabía nada sobre el amor, apenas y había besado a un chico en toda su vida.

-Yo...-Maya estaba a punto de decir algo, pero fue interrumpida por una Grace un poco repuesta.

-No...no digas nada. Sólo quería decirle a alguien lo que siento-Grace se levantó de un salto-Iré a prepararme, por favor, no digas nada.

Antes de que Maya le prometiera aquella cosa, Grace salió corriendo. Realmente era enérgica.

Los invitados comenzaron a abarrotar el salón de baile que hasta ese momento Maya no había conocido. Era una gran estructura al final del pasillo, con un techo abovedado a manera de cúpula y revestido de oro. Tenía un estilo románico y gótico, una mezcla realmente fascinante. El candelabro estaba colgante del techo abovedado y lanzaba destellos a quienes llevaran brillantes en el cuerpo. Había una larga mesa de piedra en un extremo, con bebidas de todo lo que nadie podría imaginar, bebidas de todos colores: melocotón, azul noche, negro y verde. Además de las bebidas humanas que Maya llevaba tiempo consumiendo junto a Daemon. Y entonces lo vio, estaba recargado en la barra de bebidas, con un elegante traje de estilo victoriano en color azul, que hacía resaltar el zafiro de sus brillantes ojos. Llevaba el largo cabello sujeto con una cintilla tras la cabeza y caía en rizos sobre sus hombros. En los meses que habían pasado, el cabello de su amigo había crecido un poco. Aidan le regresó la mirada y sonrió, estirando una mano pálida y firme, ya no temblaba. May se acercó lentamente, con las manos unidas al frente.