Once

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John era un buen chico.
Honesto, tímido e inexperto, con su traje pulcro y de segunda mano; su cabello siempre pegado a su cuero cabelludo por haber sido peinado con abundante gel y un rostro poco atractivo, siendo un plus a ello las cicatrices de un antiguo acné que por lo que se podía ver había abarcado gran parte de sus mejillas.

Había sido virgen entonces.

Se había esforzado tanto para conseguir el trabajo, asistiendo a entrevistas de trabajo en la misma empresa cada cierto tiempo logrando impresionar con su perseverancia a Matt quien entonces buscaba un asistente y apenas había ascendido a la presidencia.

Oh, y si algo había aprendido de él a lo largo de los años que el chico trabajaba para su esposo, es que tenía problemas de autoestima severos y ella se encargó de aprovechar todos y cada uno de esos bajones emocionales que de vez en cuando lo atacaban.

Que el no era atractivo?
Nada atractivo.

Que si su cuerpo es muy delgado?
Lo es.

Que si se notaban mucho sus cicatrices?
A sus ojos parecían cráteres.

Que si a pesar de todo lo malo en el ella aún lo amaba?
Por supuesto y definitivamente no, la mera idea de llegar a hacerlo le asqueaba.

Pero en su momento todas esas preguntas fueron cubiertas con sedosa y dulces palabras de amor y consuelo.

Podría haber alguien más perfecto para sus objetivos?

Nadie mejor.

Habían "hecho el amor" hace un momento y el, como siempre, trataba de mimarla y decirle cuánto la amaba.

Tan dulce.

Tan molesto.

Y los estremecimientos que por asco sufría su cuerpo eran maquillados y confundidos con rezagos del placer que había sentido, pues, físicamente había estado con John pero en su mente había sido su marido, por que el si que era un hombre, uno que tenía un cuerpo y un rostro digno de portada de revista, un hombre que sabía como debía ser tratada una verdadera mujer (como solo ella es) en la cama.

- Rose, han pasado muchos años, creo que los chicos ya tienen la edad suficiente para entenderlo.-

-Cariño, sabes que es complicado.-
Qué es complicado? Nada, solo él y sus incistentes peticiones y eso puede bien ser su culpa pues la única vez que el trató de terminar con lo que tenían porque lo sentía incorrecto ella en su arrebato le dijo que sus preciosas gemelas y el mequeño Domenique eran suyos y no de Matt.

Si era verdad?

Pará nada, siempre se aseguraba de tomar tomar la píldora tras acostarse con el y les había hecho pruebas de ADN a sus hijos para asegurarse y eran completamente de Matt, no iba a arriesgarse a que alguno no lo fuera.

-Sabes el poder que Matt tiene, el no permitiría que yo lo dejase, lo he intentado muchas veces.-

-Talvez yo podría... -

-No, John, podríamos meternos en graves problemas, deja que yo lo resuelva. - Rose se levantó entonces y comenzó a buscar su ropa entre las piezas del suelo.

-Amor, regresa aquí, no hablaré más del tema. -
Y ella fingió pensarlo un poco, por que ya sabía que el reaccionaría así, y ella como la novia buena y comprensiva que era regresó a lo brazos de su amado en ese hotel de segunda en el que se veían siempre.

Por qué nadie podía enterarse que ella, una Señora de la alta sociedad se enredaba (por los motivos que fuesen) con alguien tan común y feo como lo era el hombre ahora a su lado.

Que si era justo para el?
No, pero no había nada en la tierra que le importara menos.

-Sé paciente, amor mío, yo lo resolveré y podremos ser felices, y viviremos lejos y sin complicaciones,está bien?. -

-Está bien, confío en ti. -
Y Rose no podía más que reír para sus adentros, lo tenía comiendo de la palma de su mano, si ella le decía que salte el lo haría, si ella le decía que debía sacrificarse el con gusto lo haría, y si le decía que matar era la única solución el lo haría también.

-Te he dicho que amo lo perfecto que eres, mi amor? - dijo Rose mientras cariciaba suavemente el pecho de John y el sonrió con amor hacia ella.

-Te amo Rose. - ella regresó la sonrisa, si, el era el hombre perfecto, perfecto para sus planes.

Waiting for loveWhere stories live. Discover now