Trece

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Séfora frotaba sus manos con frío, y veía entretenida el vaho que salía de su boca con cada respiración, aveces cuando estaba de buen humor imaginaba que era humo de cigarrillo, pero este no era el caso, estaba de regreso en la casa de los Weidenfeld y por supuesto no obtuvo una bienvenida cálida, estaba fuera del portón principal con los guardias observándola con lástima, su madre había prohibido su entrada.

No quería volver a la casa de los Miller, no quería contactar a sus amigos y temía no ser bienvenida tampoco en casa de la Sra. Jones, no tenía dinero, y aunque su ropa era abrigada aún podía sentir el frío plenamente.

Sus dientes castañeaban y estaba tiritando también, no dudaba que su nariz se viese roja, y para completar el asunto ningún miembro de la familia se hallaba en casa, le dijeron que salieron de viaje o algo así, ella sospechaba habían ido a visitar a los padres de su padrastro por las festividades, por lo que ella tenía sólo 2 opciones.

1.- Se quedaba allí a pasar frío esperando que algún empleado se compadeciera lo suficiente con ella como para dejarla pasar,o:
2.- Regresar a casa de los Miller y fingir demencia, porque por nada del mundo iba a decirles que estaba vetada de la casa.

Volteó a ver hacia adentro otra vez a observar con sus mejores "ojos de cachorro abandonado" que se sintió capaz de mostrarles a los guardias para convencerlos de dejarla entrar pero ellos estaban atados de manos, ellos en definitiva no podían pasar por encima de las órdenes de su madre, mucho menos con su mucama y compinche personal dentro de la casa haciendo que las órdenes de su ama de cumpliesen al pie de la letra.

Pero es que Adela había nacido para ser mucama de su madre, tal vez en otra vida, en otras circunstancias ellas habrían sido mejores amigas, habían sido sacadas del mismo molde pero lanzadas en diferentes esferas sociales, ufff, solo compararlas le causaba escalofríos, en buena hora no podrían nunca ser amigas, las normas elitistas de su madre se lo prohibían de manera más estricta que las reglas bíblicas y tal vez eso era bueno, el mundo no estaba listo para tener dos Rose O'Dell al mismo tiempo.

-*El peor día para decidir regresar a casa. *- Pensó mientras soltaba un suspiro entrecortado por los espasmos que el frío le causaba a su cuerpo.
Entonces finalmente bufó, ya era hora de dejar de hacer el tonto, debió esperar algo como esto una vez que dejó la casa antes de Navidad, había estado tan ensimismada que olvidó el tipo de personas con las que compartía techo.

Es que acaso no se cansa de esperar algo bueno que jamás llegaba de parte de esa gente?.

Y se sintió la chica más tonta; se despidió de los guardias y comenzó a alejarse de la casa tratando de recordar dónde había un restaurante abierto las 24 horas para pasar allí la noche y ya vería que hacía el día siguiente.

Fue caminando despacio, total, tenía hasta el día siguiente.

No sabía exactamente cuánto había caminado y durante cuánto tiempo, y lastimosamente estar a solas nada más daba paso a pensamientos negativos, sentía un hueco en el estómago y tus tripas gruñían, pero no le importaba, estaba acostumbrada a la sensación, antes su madre la obligaba a pasar largos lapsus de tiempo sin comer y ahora ella simplemente no lo hacía y era de perder fácil el apetito y porque por sobre todo no quería deberle aún más a esa gente, porque al menos el dolor de su estómago desviaba sus pensamientos de sus problemas, y diablos, ella estaba totalmente consciente de que había gente pasándola peor, y que victimizarse no resolvería nada, pero era difícil, trataba, en serio trataba de cambiar el rumbo de sus pensamientos pero siempre regresaban a ese origen, era su propio círculo vicioso, y en momentos como ese se sentía incapaz de romperlo o hacerle un rasguño siquiera.

Y las cicatrices de su espalda dolieron como si aún estuviesen frescas, pero ahora ya eran sólo nuevas líneas en su espalda, una espalda que se negaba a ver en es espejo por temor a lo que encontraría.

Observó la calle iluminada por los faroles y los establecimientos instalados de cada lado, respiró profundo cuando el olor a pan recién hecho llegó a ella, y su estómago gruñó más fuerte, pero ella se obligó a ignorarlo, no es como si pudiese en realidad hacer algo al respecto, no llevaba ni un solo céntimo en sus bolsillos, de milagro y había algo de pelusa allí.

Suspiró otra vez, estaba cansada y aunque amaba a los Miller y a los Gates, no se sentía bien estar junto a ellos, nunca se sentía del todo bien porque deseaba poder tener algo así al volver a casa, pero no pasaba, no pasaría.

Tal vez en otra vida.

Iba tan sumida en sí misma que no notó que había comenzado a cruzar la calle sin ver hacia ningún lado hasta que escuchó el chirrido de unas llantas junto al claxon de un auto, y aún así no sintió miedo, volteó a ver al conductor quien había salido del auto y se acercó a ella para verificar que estubiera bien, parecía un buen sujeto, el le decía algo pero ella no lograba escucharlo así que nada más hizo una leve reverencia con la cabeza sin decir nada y siguió su camino, o trató de hacerlo porque él hombre aún con rostro de preocupación jaló de ella, el estupor comenzó a desvanecerse de a poco y entendió que no se supone que ella es tubiese cruzando la calle en ese momento porque la luz del semáforo era verde.

-Vamos niña, que tratas de hacer?!, estás bien?, necesitas que te acerque a un hospital? - escuchó preguntar al hombre así que negó con la cabeza en respuesta.

-Ven conmigo, estamos causando un embotellamiento, no luces bien, vamos.- el hombre siguió diciendo ahora jalando de ella hacia su auto y ella no lo pensó, una vocecita lejana e su cabeza le decía que se supone que no debe subirse a autos de extraños pero aún estaba bloqueada por lo que sólo se dejó hacer.

Ya en el asiento tracero del auto volteó a ver hacia la ventana y luego hacia el hombre, sería correcto preguntarle hacia dónde la llevaba.
-A dónde me llevas? - le preguntó y el volteó a verla luciendo ahora un poco sorprendido por escucharla hablar.
- Te llevo a un hospital, no luces bien, así que quedate quieta, solo trato de ayudarte. -
-No necesito un hospital, porfavor déjeme bajar. - el volteó a verla por el rabillo del ojo, parecía nervioso.
-No, necesitas ayuda. -
-No quiero ayuda, por favor déjeme bajar. - el suspiró con resignación y se parqueó.
-Necesitas ayuda y está bien si no quieres que yo te la dé, es entendible, soy un extraño para ti, pero porfavor consigue ayuda o solo déjame llevarte a un hospital. - Dijo el y Séfora solo lo miró seria y asintió.
-Cuando esté lista buscaré ayuda, pero aún no, pero... gracias por intentarlo. - El asintió talvez un poco más tranquilo con la respuesta y ella se bajó del auto suspirando cansada, de acuerdo talvez pasar la noche afuera no era del todo buena idea y en ese preciso momento no confiaba del todo en sí misma para mantenerse a salvo así que lo dejó a la suerte y cantando De Tin Marín de do Pingüe eligió la casa de la Sra. Jones sin pensarlo mucho y se encaminó hacia allá a paso lento.

Sería una noche larga.

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⏰ Last updated: Oct 16, 2022 ⏰

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