cinco

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Iba bajando las escaleras despacio oliendo el aroma del café que Faide (la cocinera) estaba preparando para ella, talvez su madre no le había dicho que no debía alimentarla o Faide no la estaba obedeciendo y si era así estaría realmente en deuda con ella pues no estaba segura de poder aguantar un mes sin comer o almenos sin comer lo que estaba acostumbrada y aún cuando su ingesta de comida era  poca.
Entró a la cocina y Faide le sonrió cariñosamente.

-Hoy bajó un poco mas temprano señorita, espéreme un poco que ya mismo está su café.-

- Tranquila, toma tu tiempo.-

-¿Como cree mija?, si su madre me dijo que no le cocinara nada.Mejor le preparo su desayuno rapido asi no nos descubren.-

La muchacha le sonrió ampliamente.- Gracias. - le respondió mientras observaba atenta como la mujer se desemvolvía agilmente dentro de la cocina , alguna vez había intentado ayudarla pero unicamente terminó entorpeciendo su trabajo y por ende solo la veía trabajar.
Faide no era de estados unidos, había llegado allí hace 15 años y 10 de ellos había trabajado fielmente en esa casa, no recordaba haberla visto nunca ir de vacaciones y no mencionaba seguido su país natal.
Sabía que la mujer tenía 43 años y había llegado al país principalmente de forma ilegal para buscar una mejor forma de vida ( su madre no sabía que en un principio había llegado indocumentada por supuesto, caso contrario Faide ya no trabajaría allí, o simplemente jamás habría llegado) , sabía que fué una vez dueña de un restaurant pequeño en alguna parte de su país cuyo nombre no le era fácil recordar y lo había perdido por que el lugar había sido invadido por narcos que cobraban su protección y de a poco el local se había vuelto insolventable, no pudo seguir pagando y su vida corría peligro así que con lo poco que había logrado reunir había pasado ilegalmente la frontera con un pequeño grupo de personas, aveces le daba la sensación de que salir la asustaba, que Faide talvez le temía a salir y encontrarse de casualidad a uno de esos narcos que la chantajeaban o que a pesar de ahora ser una ciudadana norteamericana un policía descubriera como había llegado, para ella Faide era un enigma y no entendía como era que ella siempre se veía tranquila icluso podía decir que feliz.- Faide, no extrañas Mexico?-

La mujer volteó a verla confundida y luego soltó un suspiro - Aveces mija, pero no tengo familia que me espere allí, además aquí la tengo a usted.- dijo sonriendo.

-Gracias Faide.-

-Bueno, ahora tenga su cafecito, que si no se me atrasa.- le dijo sonriendo y acariciandole levemente la nuca una vez se sentó y ella solo se dejó hacer .

Terminó de desayunar y corrió a la salida ya habiendose despedido de Faide.
Si tenía para pasajes para ese día pero tendría que ver si le quitaba la nieve de las escalinatas o de la vereda a alguna persona para ver si ganaba unos 5$ pues faltaban tres semanas para que acabase el mes y talvez sus ahorros no le serían suficientes y no quería tener que pedirle dinero a nadie.

Hacía bastante frío a esa hora de la mañana y aún el día no se aclaraba por completo tenía una hora y media para llegar a la secundaria y jamás había calculado el tiempo que se hacía iba caminando. Si. Iría caminando, un poco de ejercicio de vez en cuando no le iba mal a nadie después de todo y con lo que se conocía estaba segura de que el día siguiente tampoco querría ir en autobus por ahorrar. Se levantaría mas temprano o a la hora que se había levantado ese mismo día. Ademas ganaría algo de musculatura en sus piernas y a lo mejor algo de resistencia en especial si le iba a pasar todos los días que dos perros pequineses la corretearan.

- ¡¡Ahhhh....ya cansense bestiaaas!!- Gritó tras haber sido perseguida ya tres cuadras.

Treinta minutos mas tarde ya habia llegado a la preparatoria, un señor la había ayudado a deshacerse de los perros diciendole que se subiera al balde de su camioneta y la había llevado hasta la mitad del camino y como no quería llegar muy temprano había caminado a un paso normal y aun así tendría que esperar al menos treinta minutos para poder ingresar a su salón de clase.
Se dirigió al patio central y se sentó bajo un árbol después de haber limpiado la nieve y haber ubicado como alfombra su bufanda.
Miró hacía el cielo y respiró profundo, ese era su árbol favorito de hecho, sus amigos y ella se sentaban bajo el seguido desde que se conocieron; se acomodó en una posición más cómoda  y sin darse cuenta terminó por quedarse dormida.

Waiting for loveWhere stories live. Discover now