Límite emocional

122 15 21
                                    

—¿Qué crees qué haces, Naruto? —inquirió Shikamaru tapándose el rostro con una mano, para luego suspirar con pesadez seguido de una exclamación entre dientes:—. ¡Hinata está a unos metros de nosotros, Santo Cielo!

—Ya lo sé, es sólo que...

—Es que nada —lo reprendió su amigo impidiéndole continuar, se veía muy nervioso —. Debes dejar toda esta estúpida farsa y decidir qué quieres hacer con tu vida. Sé que es fastidioso, pero debes tomar una decisión, y ya.

Vi cómo Naruto bajaba la mirada con cierta tristeza, culpa e...impotencia. Cerró sus puños, volviendo sus nudillos blancos, tomó aire y susurró:
—Yo...no puedo. No sé qué hacer...

Extrañamente, me dio un poco de lastima verlo así, quería hacer algo por él. Pero se había burlado de mí de cierta forma al ilusionarme con una vida juntos, compartiendo nuevas experiencias y conociéndonos cada vez más. Me había enamorado completamente de este estúpido. Nunca me había entregado a nadie como lo había hecho con él. Por primera vez en mi vida, me había dejado llevar por los sentimientos y había abierto mi corazón sin dudar; pero todo fue en vano. Era como mis padres solían decirme siempre, tan sólo me usarían y se aprovecharían de mi inocencia.

"Fui un completo imbecil...", me insulté mentalmente.

Ahora entiendo que Naruto y yo jamás deberíamos de habernos conocido. Todo sería más fácil y ninguno de los estaría sufriendo. Ni él al tener que elegir con quién quedarse ni yo al tener que pensar qué tipo de vida le daré a mi hijo sin su padre. Porque no pienso decírselo, y tampoco pienso estar con alguien más.

No volveré a confiar en nadie, esa es mi actual decisión.

Parece excesivo y hasta exagerado, pero no iba a permitirme cometer otro error como éste.

—No te preocupes, Naruto —hablé finalmente y ambos me miraron con atención —. Yo elegiré por ti...—guardé bruscamente el colgante en un bolsillo de mi pantalón  y comencé a caminar en busca de la salida —. Me voy. Adiós.

Pero no pasó ni un segundo cuando, rápidamente, Naruto corrió hacia mí y me tomó del antebrazo con desesperación.

—Por favor, no te vayas —suplicó —. Permíteme explicarte todo luego.

Iba a decirle que me importaba un carajo su explicación, que ya era tarde para eso, pero alguién apareció en la escena impidiéndomelo.

—Oh, ¿ya te irás? —me preguntó repentinamente Kushina, la madre de Naruto. Ella es una hermosa mujer de largo cabello color rojo intenso y de ojos en tono gris-violeta, los cuales le daban un aspecto poco común pero a la vez una belleza sumamente impactante. Estaba sosteniendo un portarretrato entre sus manos, el cual estuvo mostrándole a Hinata hace unos cuantos minutos atrás, mientras me observaba con desilusión al saber que pensaba retirarme.

—Bueno, yo...

—Por favor, quédate a comer —insistió ella —. Ya te he contado para la cantidad de porciones. Prometo que no terminaremos tarde, si eso es lo que te preocupa —soltó utilizando un dulce tono de voz.

Carajo. No podía negarme si me lo pedía de esa manera. Su mirada compradora e insistente me estaba convenciendo terriblemente. Y, para mi mala suerte, estaba sintiendo tanta hambre que en cualquier momento sería capas de comerme mi propio brazo. Es que los vómitos casi constantes que tenía solían causar ese efecto secundario luego. El hambre me venía de forma arrasadora y dolorosa.

Finalmente, terminé asintiendo con mi cabeza y me dirigí con todos hacia la sala donde se encontraban Hinata y Minato, el padre de Naruto, quien de hecho tenía un impresionante parecido con su hijo, de ojos azul intenso y el cabello rubio – aunque un tanto más largo –. Ellos estaban conversando de forma muy amena y divertida, haciendo notar todo el tiempo que llevaban de conocer a la chica. La confianza que allí había era innegable...

NaruSasu: Eterno Amor de Verano [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora