Lo que no se puede cambiar

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-¡Ah, me duele! -grité con voz ahogada haciendo que Neji diera media vuelta para mirarme. Me recliné un poco hacia adelante y me sujeté del vientre a la vez que hacía una mueca de fingido dolor.

Él corrió hacia mí y me hizo sostenerme de su hombro. Me miraba con excesiva preocupación y, corriendo un mechón de mi rostro, preguntó:
-¿Qué te sucede? ¿Quieres que te lleve de nuevo a la clínica?

Fue la única forma que se me ocurrió para que no fuera en busca de Naruto. Había intentado persuadirlo con súplicas, incluso hasta le había amenazado con no volver a hablarle jamás sí le decía algo al dobe, pero nada parecía funcionar. Estaba decidido a golpear al novio de su prima, sea como sea. Y yo, ante la desesperación por ver que ya casi llegaba hasta su auto, sólo se me ocurrió actuar e inventar un dolor en mi panza. Por suerte, funcionó y había detenido su vengativo plan.

-No -exclamé agarrándome firmemente de su camisa con una mano -. Sólo necesito recostarme y se me pasará. ¿Podrías llevarme a casa, por favor?

Él suspiró al ver que no parecía ser tan grave y luego, asintió.

-Ven, te ayudaré a subir al auto -me guió hasta la puerta del acompañante y la abrió con cuidado. Hizo que me sentara lentamente y abrochó mi cinturón de seguridad. Parecía ser muy atento conmigo, y eso no me disgustaba nada...

Él caminó frente al auto y se subió del otro lado. Me miró con ternura, me sonrió y encendió el motor. Tomando el volante con ambas manos, me preguntó la dirección de mi casa.

Al menos por el momento, estaba a salvo de todo. Quizás durante el camino pueda convencerle de olvidarse de que Naruto engañó a su prima y, así poder seguir con mi vida tranquilo.

Luego de un cuarto de hora de viaje, llegamos a mi casa.

-Gracias por traerme, Neji -le dije abriendo la puerta, pero él me detuvo tomándome del antebrazo.

-Oh, espera -se bajó viniendo hacia mí para acompañarme hasta la puerta de mi casa. Creo que en verdad se había preocupado con mi inocente mentirilla. Creo que hasta sentía lástima por él.

Tomé mis llaves de la mochila para entrar a casa pero, antes de hacerlo, volví mi vista hacia la única persona que conocía mi secreto.

-Por favor, prométeme algo...

Él hizo un ademán con su mano para que no continuara hablando, comprendiendo lo que pensaba pedirle y asintió.

-Tranquilo, Sasuke -dijo -. No le diré nada. Tampoco lo golpearé, por ahora -murmuró por lo bajo, recalcando esto último -. Aunque tarde o temprano tendrá que saberlo.

Rodé mis ojos con molestia y solté un fuerte suspiro. Sabía perfectamente que no podía ocultar un embarazo para siempre, no era estupido, pero aún así, no estaba listo todavía para hacérselo saber.

-Bueno, cuídate.

-Tú igual -lo saludé con la mano e ingresé a mi hogar. Tras cerrar la puerta detrás de mí, suspiré aliviado. Al fin estaba a salvo en casa y con la promesa de Neji de que no divulgaría mi secreto.
Ahora sólo quería ir a acostarme y relajarme. Quizás volver a mirar la ecografía de mi hijo y...llorar nuevamente. Amaría poder compartir esto con las personas que aprecio, pero sólo me quedaba disfrutarlo en soledad. Y así sería por un largo tiempo, de hecho.

•••

Por suerte había llegado el sábado. No tenía que levantarme temprano ni tampoco tendría que soportar a Sakura y a su séquito de estúpidas.

Estiré mis músculos y bostecé a la vez que me tallaba los ojos. Cuando ya me sentía lo suficientemente despabilado, miré mi reloj que yacía sobre la mesita de luz y vi que eran las 11.30 de la mañana. Ya no me despertaba tan temprano como lo hacía antes, el embarazo me quitaba muchas energías y me hacía querer dormir por largas horas.

NaruSasu: Eterno Amor de Verano [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora