𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨

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ᴍᴇᴍᴏʀɪᴀꜱ

El vestido que Erik había conseguido era increíblemente hermoso, de un color rojo vivo y un diseño simple, mangas cortas y escote en V, llegaba exactamente hasta mis tobillos, incluso había comprado unas hermosas zapatillas plateada.

Incluso al verme al espejo del baño, simplemente me había quedado sin palabras.          

◦ ❖ ◦ Bella... Sei perfetta, mia cara. ◦ ❖ ◦            

Bien recordaba las palabras de Erik, que, aunque no sabía que significaban exactamente, podía hacerme una idea. 

Era un elegante restaurante, estábamos en una mesa para dos, exactamente junto al ventanal con vista hacia la calle.

Erik no decía absolutamente, sin embargo, no dejaba de verme con esa mirada de bobo. Me hacía sentir un tanto nerviosa.

Hace poco había pedido una botella de vino blanco, el camarero no tardo en regresar con ella. Erik sirvió en mi copa para luego servir en la suya.

No era muy amante al vino blanco, pero siempre podía hacer una excepción.

— ¿Ya te mencioné lo bonita que estas? — Balbuceo que apenas pude escuchar.

— Unas veinte veces — murmure mirando sus ojos fijamente.

Note sus mejillas teñiré es un color rojizo muy suave.

— ¿Cuándo tienes pensado abrir tu consultorio?

Me acomode en mi asiento, mirando a mi alrededor antes de contestar.

— Aun no sé, pero será luego de que obtenga mi diploma.

Y eso sería luego de la graduación.

— ¿Cuándo será la graduación?

— Dentro de dos meses, tengo entendido.

— ¿Y ya conseguiste tu vestido?

Me encogí de hombros.

— La verdad no, siendo sincera, no me importa mucho que pueda usar, solo será una ceremonia, y usare una toga, lo que significa que el vestido quedara cubierto, entonces no creo que importe mucho.

Tomo el menú y me vio sobre él.

— Debes de llevar el vestido más hermoso, no está a discusión.

— Te digo que no es necesario.

— Y yo digo que sí, mi princesa siempre se merece lo mejor, siempre.

No hice más que sonreír y tomar el menú por igual, aunque no estuviese leyendo nada de que ofrecía este lugar, y solo lo miraba de reojos, hasta que su mirada se cruzó con la mía. Me mordí el labio.

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