Demencia

Capítulo 04 - Apuesta

— ¡Hey tú!

Erick que se encontraba bloqueando la puerta me llamó y tenía una mirada de enojo en su rostro.

— ¿Que es lo que quieres?

La expresión de Erick se volvió más fea después de responderle.

— ¡¿Como puedes mantener la calma en esta situación?!

Realmente estaba enojado pero no me importaba mucho después de todo. Me dirigía hacia donde se encontraba mi mochila pero otra vez Erick empezó a llorar.

— ¡¡Ayúdanos a bloquear la puerta maldición!!

Lo vuelvo a ignorar y agarro mi mochila mientras suspiraba internamente.

—Todos aquí sabemos que aún así entrará, el tipo de afuera tenía bombas de humo así que una simple puerta es sólo una piedra en su camino.

Al parecer no les gustó lo que dije ya que las chicas que estaban encerradas al igual que los amigos de Erick, tenían una mirada de enojo dirigida únicamente a mí.

Solo los volví a ignorar y sostuve mi mochila. Dentro de ella había una pistola junto con una cuchilla que tenía un filo más que perfecto.

¡Pum! ¡Pum!

Los golpes que venían de la puerta no se detenían y todos estaban amontonados tratando de bloquear el paso.

En ese momento en que nadie me observaba cuidadosamente saqué la cuchilla de la mochila. La sostenía fuertemente entre mi mano derecha.

Primero debería apuñalar al grupo de Erick y luego las mujeres serían fáciles de tratar.

Con pasos ligeros llego por detrás y sin pestañear hago un corte en la garganta del inofensivo Erick. Perfectamente la cuchilla una zanja pudo formar y nadie notó nada hasta que sangre empezó a chorrear.

— ¡¡Ahhh!!

La primera en darse cuenta fue una chica y con el grito que soltó llamó la atención de los demás.

— ¡¡¿Que mierda..?!!

Todos pudieron ver al desangrado Erick que ya se había derrumbado en el suelo.

— ¿Por qué...?

—Tu... Tu... ¿Que intentas hacer..?

La expresión de miedo y sorpresa se podía notar. Todo lo que hago es solo la forma de salir vivo de acá pero estoy seguro que nadie me entenderá, este mundo está lleno de hipócritas.

—Lo siento por ustedes pero tendrán que morir hoy mismo.

Solo dije lo que sucedería en estos momentos y cuando lo escucharon, el cuerpo de cada uno empezó a estremecerse.

— ¿Crees que podrás matarnos así de simple? ¡La policía pronto llegará y estoy seguro que te pudrirás en la cárcel!

Ciertamente aún quedaban dos idiotas que darían problemas pero no me preocupaba por eso. Estiré mi mano dentro de mi mochila y agarré la pistola que solo tenía cargada tres balas pero serían suficientes para acabar con ellos.

— ¡Espera!

Cuando vieron que sostenía una pistola ya no se podía ver la confianza de antes.

—Por favor no... no me mates... tengo que cuidar de mi hermano pequeño por favor...

Una de las chicas estaba sollozando y me rogaba por dejarla ir. Que estupidez.

— ¡Detente! Si quieres dinero mi familia te lo puede dar... mi familia tiene una gran empresa y estoy seguro que podemos darte una gran suma de dinero pero por favor guarda el arma-