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Aeropuerto de Bonesborough 9:00am

La limusina de la familia Blight estaba estacionada en frente del establecimiento y Odalia, quien prefirió quedarse en el lujoso vehículo, se encontraba leyendo en espera del señor Blight. Su pie derecho taconeaba constantemente en señal de impaciencia, al mismo tiempo que alternaba la vista entre su libro y el vidrio ahumado, tratando de encontrar la figura de su hombre. Cerró el libro sin delicadeza y lo lanzó al asiento de enfrente, ahora manteniendo su atención en las puertas del lugar. En otras circunstancias, ella se mantendría al margen de cualquier emoción, hasta el punto de reprimirla, sin embargo tras pasar tanto tiempo sin su esposo, no podía controlarse y mucho menos esperar a saber los avances de la empresa.

Pasaron unos cuantos minutos, en los que vio diversos tipos de personas entrar y salir por esas puertas, pero todavía no veía que su marido atravesara estas, por lo tanto resignándose a la idea de tener que esperar más de lo debido, suspiró hastiada mientras daba un último vistazo a través de la ventana, sorprendiéndose.

Alador se aproximaba junto con sus maletas y esto nuevamente reavivó su corazón, quería abrazarlo, besarlo hasta que pudiera convencerlo de no apartarse de su lado, así que dando claras ordenes al chófer, esperó que este le abriera la puerta del auto, para que por fin pudiera recibir a su esposo como se debe.

Pero cuando se encontraron cara a cara, toda la emoción que Odalia expresaba desapareció ante la indiferencia de su esposo.

Su inexpresividad no era el problema, ya que el rostro de este siempre lucia agotado, pero que no intentara acercarse a ella o siquiera dirigirle la palabra, era una mala señal. Por lo tanto Odalia al conocerlo muy bien, dedujó que posiblemente perdieron una importante cantidad de dinero. Así que acercándose a su marido, con la excusa de acomodarle el traje, lo tomó de las solapas, preparando sus palabras y moviéndose cautelosamente para hacerlo hablar.

Querido, estoy tan feliz de verte —dijo dulcemente mientras sonreía— ¿Esta vez te quedarás por más tiempo con nosotras?

Seguro —contestó tajante, renuente a dialogar.

Y ...¿cómo te fue con los inversionistas? —preguntó, en un vano intento para introducir el tema.

Ya tendremos tiempo para hablar de eso después —Alador apartó las manos de su mujer lentamente para adentrarse al vehículo, desconcertándola en el proceso.

Tras el desplante que su esposo le hizo en público, Odalia podía sentir como su sangre hervía en amargura, se sentía muy confundida y en cierto grado humillada, no obstante, le secundó para confrontarlo directamente, cerrando la puerta detrás de sí, dejando solo al chofer, que se encontraba acomodando el equipaje en la maletera, para luego subirse al auto y arrancar de regreso a la mansión.

Mientras se sentaba, presionó el botón de la ventanilla que dividía los asientos del piloto y copiloto de los asientos traseros, esto con el propósito de tener privacidad, y si bien estaba conteniendo la mezcla de emociones que sentía, al ver como su amado rehuía de ella la incertidumbre se apoderó de su mente.

Perdimos inversionistas valiosos ¿verdad? Bueno ellos se lo pierden, ¿cómo se atreven a hacerte perder el tiempo? Somos los mejores en lo que respecta a Inteligencia Artificial, aunque tenemos que ver como solucionaremos esa pérdida de dinero, para mantenernos a flote... —expresó sonando más alterada con cada palabra que salía de su boca.

El parloteo de Odalia empezaba a exasperarlo, por lo que prefirió detenerla antes de empeorar la situación con sus conclusiones apresuradas.

¿Eso es todo lo que te importa, Odalia? —interrumpió con cierta dureza, al mismo tiempo que fruncía el ceño fastidiado— Tranquila, aseguré unos cuantos millones para financiar nuestro próximo proyecto. En cambio tus prioridades deberían ser otras.

She's My Religion (Lumity)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora