2

486 58 50
                                    

N/A: ¡Que tal! Espero que se encuentren muy bien todxs; les comento que procuraré publicar semanalmente este nuevo proyecto (aunque no prometo nada por la falta de internet) No se olviden comentar, que es la gasolina que mueve a esta escritora en progreso. Sin más que agregar lxs dejo leer. <3



---------------------------

La base militar aérea Innersloth en sí misma, era una pequeña isla operacional que ocupaba parte del territorio delimitado con la frontera de la ciudad. A diferencia de un aeropuerto civil, se dedicaban a probar material estratégico y maniobrar aeronaves para un fin: estar preparados ante una potencial guerra. Aunque en la actualidad esto era improbable, toda preocupación era poca cuando de esa organización se trataba.

Dorian admitía que la inquietud en su interior se había transformado en la más pura emoción. Es decir, ¡estaba por conocer una base aérea! y su padre creía que armar tantos aviones de papel de niño no iba a servirle para nada. Claro que ni por los pelos se comparaba con verlos en vivo. Al chico no le quedó más de otra que asentir cuándo mencionaban su identificación en cada caseta de seguridad que atravesaron; y seguir a quiénes lo habían escoltado desde su domicilio sin tener idea hacia donde se dirigían. Supuso que por los autos blindados estacionados fuera de uno de los recintos, que rezaba en un letrero ser de conferencias, llegaba de último a la fiesta.

En efecto tuvo razón. Varios desconocidos charlaban ya de manera amistosa entre ellos; y cada par de ojos en esa habitación, se volvieron para mirarlo. ''Ahora soy el bicho raro que llega tarde, estupendo. '' —. Pensó Dorian incómodo, sin embargo, no lo demostró y solo ocupó el asiento que estuvo más cerca. —''Rayos, no tengo la culpa que el conductor sea un adicto a los cigarrillos y en cada momento que hubo oportunidad se detuvo a fumar'' —. Se sentía fuera de lugar, quizá hubiese socializado de no ser porque ahora consideraba la idea de estar dentro de un salón de clases; donde todos pertenecían o buscaban hacerlo dentro de algún sequito.

Fue entonces que Dorian reparó en el hecho de no haber sido el último en llegar, otro chico se unió poco después. Lucía bastante parco; quizá le importara su impuntualidad en lo más mínimo. Pronto se daría cuenta que sus conjeturas eran un tanto apresuradas. Tras un escueto saludo a todos, el muchacho se sentó a su lado.

—¿Llegué tarde verdad? —. Le preguntó este en susurros. Dorian pensó que podría haber sido del tipo de persona que no se tomaría la molestia de dirigirle la palabra. Como si los impuntuales tuvieran jerarquías y Dorian fuese el príncipe de Gales. Fue una buena cosa que aquel chico sin saberlo, cambiara su apreciación.

—Un poco, yo también así que —. Le respondió encogiéndose de hombros. —Estamos a mano, me llamo Dorian —. Se presentó.

—Corey —. Respondió el pelinegro con una sonrisa.

—¡Hey tú! ¡El marica de cabello rosa! —. Gritó alguien, Dorian respiró hondo e hiso caso omiso al escuchar aquel despectivo comentario. Su indiferencia fue un gran: ''Me sabe a mierda tu opinión, gran imbécil''

Para su suerte, la situación no pasó a mayores. En cuestión de minutos la sala se sumió en un total silencio que rayaba lo sepulcral con la entrada de tres hombres; uno más alto que los otros dos y de contextura casi sacada de alguna revista de fisicoculturismo, se situó en el podio para darles la bienvenida. Dorian imitó el comportamiento de los demás lo más firme que pudo mientras escuchaba el discurso del hombre.

—Bienvenidos sean todos. Mi nombre es Joseph Thompson, para ustedes señor. Soy quién dirige esta organización. Les explicaré lo que deberán hacer una vez aborden la nave así que presten mucha atención—. La iluminación se atenuó y el hombre comenzó a explicar las diferentes tareas que podrían ser asignadas a medida que la presentación de fondo cambiaba.

Proyecto ImpostorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora