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Aquella voz mecánica se había convertido en un faro de desgracias dentro de la nave. Dorian al escucharla saltó sobre su sitio angustiado; su cerebro le gritaba que saliera corriendo como la mierda de ahí, pero significaba romper su promesa con Corey y eso no estaba ni siquiera debatiéndolo como plausible. Solo encogió su cuerpo hacia la esquina, como si fuese a fusionarse con la pared en un acto que desafiaba a la física. Al menos así conseguiría pasar desapercibido hasta que Corey llegara.

El de negro bajó trotando, pasando a algunos tripulantes que corrieron por su lado desesperados. La nueva situación no le afectaba tanto como querer que Dorian estuviese a salvo. Por lo que encontrarlo en el mismo sitio en parte lo hizo sentirse aliviado y nervioso; entre ellos había quedado una conversación pendiente. Corey se acercó con lentitud para no asustarlo, aunque al final quién terminó descolocado fue él cuándo Dorian lo atrajo para besarlo en un movimiento que fue imposible advertir.

Por miedo, angustia o el alivio de ver al hombre a su lado. Dorian no supo cuál emoción lo movió para actuar de manera tan desvergonzada. Tampoco se estaba arrepintiendo al su boca estar siendo invadida por la lengua del moreno con avidez. En medio del beso ambos conectaron sus miradas, la vergüenza de Dorian llegaba hasta su cuello y se perdía en los espasmos extraños que surcaban todo su cuerpo. Se asustó por un instante pues la expresión tan seria de Corey distaba demasiado de aquellos movimientos experimentados; sabía que tenía la culpa por haber sido el que iniciara, pero ni en sus sueños más íntimos se imaginó ser tan audaz y ahora que de su boca salían sonidos lascivos, le asustaba que el chico tuviese una idea equivocada sobre él.

Corey encontró en la mirada perdida del chico una inexperiencia que le resultaba embriagante. Sostuvo su rostro con ambas manos y no dejó espacio a ningún otro pensamiento que no fuera tomar todo lo que Dorian estaba dispuesto a darle en aquella caricia que amenazaba su cordura y su sentido de la responsabilidad ante el hecho de tener que reunirse con los demás tripulantes.

—Si vas a recibirme así cada vez, arreglaré las luces las veces que sean necesarias—. Comentó el de negro con una sonrisa ladina mientras observaba como Dorian luchaba por recomponer su imagen luego de haberle regalado unos sonidos lujuriosos que iban a quedar en sus pensamientos por quién sabe cuánto tiempo.

—Pero qué... —. Dorian balbuceó para luego golpear ligeramente el hombro de Corey y cubrir su rostro rojo. —Iba a decir lo siento por ser un desvergonzado pero eres peor que yo —. Se quejó, compartiendo la complicidad de su sonrisa socarrona.

—Supongo que ahora no voy a estar confundiéndote—. Dijo el moreno mientras guardaba un mechón rosado del chico en su oreja —Mis intenciones quedaron bastante claras con este beso, aunque quizá no sea suficiente supongo—. Meditó con seriedad sujetando su barbilla. Dorian fue inconsciente de haberse mordido el labio inferior apenas Corey dejó abierta una oportunidad a que el momento se repitiera.

—¿Puede ser ahora?—. Preguntó enseguida Dorian, maldiciendo a su cerebro y sus pensamientos revueltos. A Corey le pareció tierno que el chico frunciera el ceño con la pregunta, más no lo hizo esperar demasiado; él también quería hacerlo. Fue rápido dado que luego corrieron a la sala principal.

El sentimiento de culpa hizo mella en Dorian; nada más llegar notó que el ambiente tenso había empeorado. Algunos tripulantes estaban sentados sujetando sus cabezas; otros caminaban de un lado a otro con expresiones llenas de miedo. Entonces cayó en cuenta que alguien más fue asesinado y se sintió mal por estar feliz con la relación sin nombre que estaba surgiendo entre él y Corey. Agradeció al cielo que estuviesen vivos pues en el momento que se separaron pudo haber ocurrido cualquier cosa a alguno. Dorian también quería proteger a Corey.

Quién lucía blanco como una hoja de papel era el de verde. El hombre había estado con el amarillo hacía poco tiempo; antes que las luces se apagaran y quedara encerrado en el almacén. Fueron escasos los minutos que les tomó a los demás compañeros restablecer la electricidad y pudo ir en busca del hombre, sin embargo, nadie lo preparó para encontrarlo casi decapitado sobre la mesa. Era una imagen tan mórbida que incluso le había robado su carisma y buen humor. Ahora solo era como un alma que no se hallaba dentro de su cuerpo.

Proyecto ImpostorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora