Capítulo Diez.

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Si le preguntaban cómo había llegado a la Sala Común de Hufflepuff, Harry nunca sabría explicarse pues entre la diatriba de Stella, ella parecía olvidarse de respirar o definitivamente no necesitaba oxígeno.

- Ahora, Harry, presta atención - dijo la chica mirándolo con sus ojos oscuros -. Hay dos maneras de acceder a la sala común, puedes tocar el ritmo de Helga Hufflepuff (dos, uno, tres, cuatro, dos) - murmuró chocando sus nudillos contra su otra mano - o puedes decir la contraseña, esta se cambia cada tres meses y debes fijarte bien en el tablón de anuncios para no perderte, ¿está bien? ¿Todo claro? Okay. La contraseña ahora es Sempiterno.

Ante la mirada incrédula de Harry, los barriles desaparecieron junto a un trozo de pared, había una especie de tobogán y Stella tras sonreírle y se deslizó por él. Harry sacudió la cabeza y la siguió, oyendo las risitas de la chica mayor. Cayó sobre un cojín color mostaza aún riendo, Stella estaba a su lado, al otro se encontraba Hannah Abbott, una niña rubia con las mejillas sonrojadas de la risa.

La Sala Común de Hufflepuff sólo podía ser descrita con una palabra, caótica. Era una habitación seguramente tan grande como el Gran Comedor, pero con tantos cojines, sillones y barriles tirados sin ton ni son mientras se usaban como sillas, mesas y hasta macetas hacía que pareciese abarrotada. Abundaban los distintos tonos del amarillo y el anaranjado, las chimeneas rodeaban toda la sala común llenando la zona de calor y las plantas se extendían por el lugar como si fuese su lugar natural.

— ¡Bien! ¡Aquí están nuestros últimos tejones! — dijo una voz amable, Harry dejó de ver maravillado la bonita flor roja que parecía bailar su propia melodia para ver al centro de la habitación. Una mujer regordeta con una túnica verde sonreía a todos los alumnos allí reunidos, sus ojos vivaces de un cálido castaño pasaba de una cara a otra — ¡Bienvenidos a nuestros nuevos integrantes! ¡Y a los mayores también! Yo soy la profesora Sprout y además de guiaros por nuestra madriguera, os mostraré el secreto de la Herbología durante dos veces por semana.

Movió su varita para tocar una copa dorada con un tejón negro y todos tenían un vaso de leche frente a ellos, Harry lo tomó entre sus manos, se calentó y coloreó en morado, cuando bebió sintió el sabor de las uvas.

— Empezaré con los primeros años, si no os importa — se sentó con cuidado sobre un barril — Primero que todo, os quiero advertit que debéis estar en la cama a las diez, todos los días menos el día que os toque Astronomía, el viernes, gracias a Morgana por las pequeñas bendiciones. Recordad que Hogwarts es un castillo antiguo, unas veces tendréis que subir hasta siete pisos para ir a vuestras clases, por lo que dormir, comer e hidratarse adecuadamente es primordial. A las nueve cuarenta y cinco los prefectos pasarán lista para que todos estén aquí y preparados para la cama cuando os toque. No seré flexible en esto.

La mirada severa estaba allí aunque no dejase de sonreír y a Harry le encantó. Definitivamente este era un buen lugar para él.

— Tenéis a vuestros hermanos mayores, os guiarán durante vuestros tres primeros años en todo, os recomiendo llevaros bien con ellos. No toleraré discusiones en la sala común, es nuestra madriguera, tejoncitos, somos familia dentro de Hogwarts y aún cuando os vayáis de aquí, desde el momento en que tu corbata tomó el color amarillo, formas parte de algo más grande — la profesora Sprout tenía una voz suave y sumado a la leche caliente, Harry sólo quería irse a la cama —. Estaremos aquí siempre para ti, nuestra contraseña siempre es Sempiterno los primer tres meses para recuerdes esto, que nuestra unión nunca tendrá un final.

» Ahora, casi cinco horas en un tren cansa, son sólo las nueve, pero creo que los de primero deberíais ir a dormir. Las clases empiezan a las nueve, por lo que a las siete y media os despertarán para que empecéis a prepararos. Hasta mañana, pequeños. Por la derecha los niños, la izquierda las niñas, si necesitáis algún ajuste con vuestras habitaciones, mañana durante el desayuno estaré a vuestras disposición.

Harry se despidió de Stella con un movimiento vago de mano y bostezando desapareció tras la puerta de la derecha con sus nuevos compañeros de habitación, no recordaba haberse cambiado al pijama y lavarse los dientes, pero sentía la suavidad de los pantalones de algodón y el sabor mentolado antes de caer rendido en una nube de sábanas suaves del color del sol.

Cada vez que me dicen que actualice, se me van aún más las ganas de hacerlo.

Sigo sin entender cómo tiene tantos votos cuando yo siento que es caca, pero gracias, criaturas de luz:(

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Ojitos de Ciervo » severitus. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora