Capítulo Uno

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Para ser el Maestro de Pociones más joven de la historia, uno debía trabajar extremadamente duro y tenía tan poco tiempo para amoríos y demás tonterías, que Severus nunca consideró que toda la parafernalia del matrimonio y todo lo de la paternidad. Nunca consideró que tuviese tiempo para dedicarse a una pareja o a un hijo como él consideraba correcto. Entre las búsquedas de ingredientes delicados, cultivar plantas extrañas (muchas de ellas venenosas) y experimentar entre calderos y balanzas nunca se imaginó a alguien más en su laboratorio o tocando su puerta para ir a cenar.

Y también estaba el servicio de doble espía para el Señor Oscuro, las Pociones especiales que este reclamaba y las redadas tanto de la Orden del Fénix como de los Mortífagos sólo añadían más belladona a la mezcla.

No quería dejar a alguien destrozado por su partida cuando algo reaccionase mal y quemase el laboratorio de arriba abajo o cuando los Aurores descubrieran su verdadera lealtad ya había tenido suficiente al alejarse de su única amiga cuando decidió tomar ese largo y arduo camino. ¿Le dolía? Muchísimo. ¿Se sentía solo? Cada día. ¿Tenía dejar el mundo sin dejar huella? Definitivamente no, consideraba que quedaría en la historia cómo había mejorado la Poción Reponedora de Sangre y que fue el primero en desarrollar la Poción Matalobos, aún la estaba mejorando, pero lograría hacer que eventualmente, matase de verdad al lobo y el mago podría recuperarse de esa maldición. Aún todo eso eran meras conjeturas y sueños, pero ¡Haría historia! ¡Algún día chiquillos de diecisiete años deberían escribir su nombre en sus EXTASIS de Pociones! ¡El nombre de Severus Snape no quedaría en el olvido!

Así que aceptó la vida solitaria que él mismo se había creado y no le costó mucho empezar a disfrutarla. Pero claramente todo lo bueno en la vida del joven de veintidós años no podía ser como él quería y el destino torció toda la partida para verlo a él, Snape, de vuelta en la casilla de salida.

El jodido Peter Rata Pettigrew vino arrastrándose a los pies del Señor Tenebroso, besó sus túnicas e informó a Lord Voldemort de una estúpida profecía y los planes de Dumbledore para con ella. El mismo Pettigrew que decía con orgullo ser uno de los mejores amigos de James y Lily Potter, el que repudiaba de públicamente al bando de la Oscuridad, ¡el jodido bueno-para-nada vendió a sus amigos por un poco de poder! Snape sintió la ira apoderarse de su cuerpo, él sabía que para ser nombrado Guardián del Secreto debías ser alguien de completa confianza para la familia o la magia no funcionaría.

¡Le confiaron no solo la ubicación de su hogar, también sus vidas y la de su hijo de poco más de un año de edad! ¿Cómo se podía ser tan despreciable?

Severus sabía que su Señor no creía en tonterías como lo eran las profecías, pero también era consciente de que no estaba completamente cuerdo cuando oyó a la rata. Fragmentar su alma tantas veces y hundirse cada vez más en la magia más negra posible había hecho que constantes voces y terrores nocturnos atormentaran al mago mayor, haciendo que deje de comer y dormir y sustentándose prácticamente de solo su magia contaminada.

Así que Severus Snape vió todo caer… caer… caer…

Por lo que no le quedó más que continuar con el plan de emergencia que habían desarrollado mucho antes de que la locura saqueara la cabeza del descendiente de Slytherin. Los que hasta ese momento habían permanecido ocultos, los que serían útiles para restaurar la Orden Oscura a su debido tiempo y los espías esperarían con ansias hasta que Voldemort volviese, porque estaba claro que volvería y necesitaba a los adecuados en los lugares correctos, no pudriéndose en Azkaban. Todos no pudieron ser salvados, pero a todos les llegaría la hora.

Snape habría preferido ser mandado a Azkaban con los dementores con tal no aceptar la petición de Dumbledore de ser profesor en Hogwarts, el viejo pensaba que era idiota y no se daba cuenta de que era casi como aceptar venderse, ser su ávido sirviente hasta que lo considerara innecesario.

Ojitos de Ciervo » severitus. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora