Capitulo 14- Búsquedas y corazón aún más roto

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Mi cabello está pegado a mi rostro por el sudor, mis manos agarran con fuerza las sábanas de la cama. Mi sueño es claro y vivido, otra vez en el palacio, pero está vez soy una mujer con un enorme vientre, la madre de Noah. Corre por todos lados del palacio huyendo de algo, el terror que siento es palpable. Sus pies tropiezan un poco por un momento y casi cae.

—Detente madre, no hay a dónde más huir.

La voz del pequeño príncipe me sobre salta, puedo notar dónde estamos, el jardín principal.

Despierto en cuanto aparece el rey. Unas manos fuertes sostienen mis hombros contra la cama y un peso está en mis piernas, Die está sentado sobre mi a horcajadas. Siento mi piel pegajosa en sus manos, se desploma a mi lado cansado.

Suspira fuerte.

—Eres fuerte mientras sueñas —susurra.

—¿Cómo supiste que estaba soñando algo?

—Gritabas una y otra vez y cito: “La mataste” —Acaricia mi rostro—. ¿A quién mataron?

Trago saliva fuertemente y lo observo.

—A la reina.

Da una respiración fuerte y sale de la cama, también del cuarto.
Por unos minutos me quedo completamente solo llena de confusión, ¿Por qué sigo soñando esto? ¿No se supone que ya sabemos quién mató al rey y la reina? ¿No se supone que Noah es el principe? Ya nada de esto importa.

La luz de la luna entra a raudales por la ventana iluminando parcialmente la habitación, Die entra con una bandeja en su mano derecha y un vaso con leche en la izquierda. No había notado pero sus brazos y espalda están plagados de tatuajes.

Se sienta a mi lado y me entrega el vaso y puedo ver qué trae en la bandeja, galletas.

—¿De dónde las sacaste? —pregunto tomando una galleta.

Remojo la galleta en la leche y la llevo a la boca en unos segundos. Saboreo el dulce. Die hace lo mismo y toma una galleta, en mi vaso remoja la suya.

Observa detenidamente a la ventana y se acerca a ella misteriosamente. Es tan misterioso, pero al mismo tiempo es un libro abierto.

—¿Qué vez? —Me acerco con dos galletas en la mano y mi vaso.

No obtengo respuesta, está tan sumido en lo que ve que me hace reflexionar a mi. Últimamente no me gusta pensar mucho, eso me duele un poco.

—¿Haz pensado que quizás puedes sintonizar tus sueños?

—¿Sintonizarlos?

—Si, como una radio antigua, de esas que tienes que girar una perilla para sintonizar la emisora. Quizás tus sueños puedes sintonizarlos, unirlos, puede ser algo más poderoso... ¿No crees?

Sus ojos grises me observan detenidamente, suspicaces e inteligentes.

—Quizas... No lo había pensado, pero ¿Cómo?

Lo piensa un poco antes de responder.

—Los dones son como un músculo, mientras más los ejercitas, mejor y más poderosos podrían ser. Es como leer mentes, no lo prácticaste más y ahora no lo haces.

Me besa la mejilla un poco cerca de los labios, sale por la puerta de la habitación dejándome consternada y confundida.
Me acuesto a dormir y no vuelvo a soñar. Despierto cuando los rayos del sol brillan en lo alto, un pájaro empieza a cantar en mi ventana despertándome más rápido.

Mis cabellos despeinados se pegan a mi rostro y un hilo de saliva cae por mis labios, bostezo y me estiro, le lanzo un zapato al pájaro que no dejaba de cantar, salió volando por la ventana. Un grito me desperezó totalmente y me asomo por la ventana, un Die con cara de molesto mira hacia mi.

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