Capítulo 7- Fingir

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Me remuevo bajo un cuerpo, una luz empieza a fastidiar mi sueño.
Un brazo abraza mi cintura y una cara está entre mi cuello y mi clavícula, una respiración calienta mi piel. No me quiero estirar, que buena sensación después de una pesadilla. Si, eso tenía que haber sido, seguro Noah entro a mi habitación y se durmió conmigo.

Un perro ladrando a lo lejos hace que abra mis ojos y lo que pensaba que era Noah, en realidad es Die.

—Buenos días, linda bailarina. —Su voz ronca me llega susurrada a mi oído.

En vez de soltarme me atrae más a él y me olfatea haciéndome cosquillas. Chilló y rio mientras intento alejarme.

—¡Basta! —Rio.

—¿Estás mejor que ayer? —pregunta.

Se acomoda apoyando su cara en su mano. Me siento en el sofá cama que, cuando fui trasladada aquí no había notado que era así.

—Eso creo pero aún no entiendo. ¿Todos son parte de esta ilusión?

—Sí.

—¿Hasta Noah? —Trago saliva.

—Hasta él.

—¿Y tú? —Contengo el aire.

Pone su mano en mi cintura en un contacto muy íntimo.

—No, Zoey. Yo también fui atrapado por la realeza y puesto aquí... Mucho antes que tú.

—¡Pero me dijiste que eres nuevo en la ciudad!

Me observa serio.

—¿Qué hubieses dicho si yo te decía la verdad desde un principio? ¿Me hubieses creído?

Agachó la cabeza y respondo:

—No.

Se levanta del sofá y se dirige a lo que parece una cocina en ruinas, milagrosamente tiene gas y comida que hacer allí.

—Si es una ilusión ¿Realmente debemos comer?

Se detiene por un momento y me observa como si yo hubiese descubierto algo importante.

—No lo había pensado... No conozco mucho como es todo esto de las ilusiones, pero si sé, que si no como me da hambre. —Sigue en lo suyo con unos huevos.

Me quedo analizando la situación por un momento ¿Qué debo hacer apartir de ahora? ¿Luchar contra Amiel? ¿Armar un escándalo diciendo que ya sé todo? Entonces, ¿Qué me harán luego de eso?

—Lo más lógico que puedes hacer es seguir fingiendo, por nuestra cuenta no podremos vencerla, pero ya sabes que está pasando. Eso es algo.

—¿Cómo supiste que algo andaba mal?

—Un mago no revela sus secretos.

Lo observo con cara confundida.

—¿Crees que no podremos vencerla por nuestra cuenta desde aquí? —Muerdo mi labio hasta que sangra.

—Oh sí, podemos derrotar a Amiel, pero alguien deberá despertarnos, eso y si es que nuestros cuerpos están juntos...

Me percato por un momento de algo.

—¿Cuánto tiempo tengo aquí? ¿Cuanto tienes tú? —A pesar de ser de día el frío es horrible y él parece haberse acostumbrado.

—Tu tienes dos o tres semanas los días pasan normales, yo debo llevar un poco menos de un mes... No te preocupes, tu novio debe estar buscándote. —afirma lo último muy seguro.

—¿Cómo sabes? —Froto mis brazos—. Ya tenemos mucho tiempo.

—Solo lo sé, ahora ten. —Me entrega la chaqueta que había olvidado que en la noche la traia—. Si no queremos que se enteren, mejor será que vayas a casa y finjas despertar allí, Amiel no debe saber que sabemos.

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