Capitulo 23- Sospechas

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Cuando abro los ojos el mundo es color sepia, otra vez soñando. Me extrañaría un día despertar y que mis sueño sean tan normales.

Levanto la cabeza y miro a mi alrededor, estoy otra vez en el centro del jardín del palacio. No puede ser que otra vez estoy viendo esto, empiezo a aprender lo que sucede. Llora el bebé, giro mi rostro hacia donde está el príncipe y sus hermanas.

—Ya nació, ¿Ahora qué? ¿Lo matamos?

Otra vez esta lleno de sangre, aún no entiendo cómo lo hace pero su hablar es tan normal, tan casual, como si hubiese preguntado si quiere comer un poco de chocolate. Mi corazón se arruga una vez más por el pequeño bebé que llora tirado en el suelo. Quiero acercarme a ver al bebé, necesito verle los ojos, resulta ser un bebé pelón, no sé si es rubio o peli negro, ¡No tiene cabello! Lo único que me podría dar una pista de quién es serían sus ojos.

Un alarido de miedo se escucha en la puerta del lugar, entre la oscuridad observo los ojos asustados de mi abuela y junto a ella Miuriel. Otro grito se atraganta en su garganta y los niños la notan, en un rápido movimiento de supervivencia mi abuela toma al bebé en brazos y sale corriendo con su amiga. Las mujeres se alejan y los niños se observan los unos a los otros con miradas de terror. El pequeño príncipe llama a los guardias rápidamente. Otra vez. Creo que es la tercera vez que lo sueño y es la tercera vez que mi corazón se oprime, aunque se que esto no fue sino, el inicio de alguien importante para mí

—Margaret y Miuriel, las doncellas que limpiaban la alcoba de mis padres hizo esto —Su voz no tembló ni un segundo—. Se llevó a mi hermano, él heredero al trono fue raptado, encuentrenlas y matenlas.

Aprieto mis puños en frustración, la rabia no cabe en mi cuerpo, antes sentía tristeza pero ahora lo que me alberga a volver a ver este sueño es rabia pura.

Los persigo como la primera vez hasta llegar a estar cerca de sus talones mientras corren, es interesante que este sueño se vuelva a repetir.

—¡Alto ahí!

La voz autoritaria del guardia me hace dar un respingo, nunca termino de acostumbrarme a esto.

Mi abuela joven con el bebé en brazos y el miedo dibujado en su rostro, pronuncia unas palabras estando frente a un gran espejo. Unas palabras que yo conozco pero nisiquiera podría pronunciar de nuevo, mi memoria es tan escasa que pude haberlo recordado para volver a Novakwies y no lo puedo hacer. Pasa su cuerpo y el del bebé por el espejo y Miuriel hace lo mismo.

La luz del sol me despierta y  veo todo a mi al rededor, Die sigue aqui pero está vez no está inconsciente, está al otro lado del agujero donde nos encontramos, observandome con recelo. Me muevo rápidamente hasta abrazarlo pero él no me devuelve el abrazo, en su rostro tiene un moraton y el labio inferior lo tiene partido a la mitad.

—Dios mío Die, ¿Qué te pasó? ¿Estás bien? ¿Cómo llegaste aquí?

Su rostro se ablanda y me observa con menos reticencia que hace unos minutos.

—¿Eres tú, Zoey? —Me examina visualmente con cautela.

—Soy yo, ¿Eres Die? —pregunto ahora con recelo.

Podría ser un truco. Maldita sea mi vida, no puedo confiar ni en mi sombra. El agujero parece ahora que está de día un poco más amplio, mi pregunta más seria es ¿Cómo saldré de aquí?

Die se ríe y se acerca a mi, me sienta en sus piernas y me abraza. Observo sus ojos detenidamente, grises, sin un apice de rojo por ningún lado.

—No puedo estar molesto contigo, nisiquiera cuando te metes en mis sueños...

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