Capitulo 9- ¿Qué piensas?

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El sonido del reloj me estresa un poco. No he podido volver a dormir, cada centímetro de mi cuerpo está alerta.

Die está sentado a mi lado observando el fuego crepitar, sus pestañas blancas abaniquean en sus mejillas.

-Estuvo allí -digo apenas audiblemente.

Puedo sentir su mirada fija en mi, esperando en silencio que le cuente todo lo que sé.

-Me prometió que me buscaría -susurro-. Luego desapareció y desperté. Pensé que podría durar más el efecto, pensé...

-Me alegra que se hayan visto. -Me da una sonrisa de labios apretados.

-Es el heredero al trono de Novakwies.

Sus ojos se hacen más grandes mientras me observa. Se levanta y finge que no es importante lo que acabo de decir, toma leña y la pone en el fuego. El silencio se prolonga, él se levanta del piso y se acuesta en el sofá cama, deja un espacio a su lado para que me acueste, y me da la espalda.

Me acuesto a su lado, él no es tan caliente como Noah, al contrario, el aire a su lado es muy frío, tanto que me hace tiritar a pesar del fuego de la chimenea que está semi destruida. Mis dientes empiezan a chocar entre sí.

-¿Qué sucede? -Se gira hacía mí.

-Tengo frío.

A pesar de que me rodea con sus brazos mi temperatura parece seguir bajando cada vez más. Die se vuelve loco, mis estremidades empiezan a temblar descontroladamente, aunque intente pararlo. Me pone manta tras manta pero nada sucede.

Desesperado lo veo levantarse del sofá y sacar de su bota una daga, por un momento me asusto pero lo veo marcar algo en su piel con ella y sus ojos se vuelven a poner naranjas al igual que su cabello.

-Cre... Creo que te g-gustan los poderes i-innifus... -Intento decir pero mis palabras salen cortadas.

Sonríe y se coloca a mi lado nuevamente, su cuerpo ahora es caliente, más o igual que el de Noah, pero aún así no me caliento y me temperatura va en decadencia.

Lo veo poner sus manos en su cabeza a manera de rendición, intento distraerme pensando en cualquier cosa pero mi ritmo cardíaco empieza a desender.
Mi respiración se vuelve más lenta a cada latido y mis ojos se empiezan a cerrar.

-No, no, no, Zoey. No puede ser ¿Qué te está pasando?

El miedo se instala en mi cerebro y entonces se me ocurre. Esto debe ser obra de Amiel, las princesas me deben estar matando. Intento luchar por no dormirme, pero es imposible, la hipotermia me gana y tan rápido como un suspiro me quedo dormida. Mi corazón se detiene y nada más suena a mi al rededor.
Por unos segundos todo es oscuro hasta que frente a mi se encuentra una luz, un pasillo oscuro se abre paso ante mi.

Camino por la oscuridad siguiendo la luz cuál polilla, hasta que escucho algo. Una voz, la voz de Die me saca de mi trance y me hace despertar viendo lo que estoy haciendo. Podría cruzar a la luz y acabar con todo, un final simple y sin dolor, pero entonces no sabría que sucede en mi vida.

Doy media vuelta y empiezo a seguir la voz que me llama, comienzo a sentir mi cuerpo otra vez, muy poco pero lo hago y siento como mi pecho es comprimido constantemente con los intentos de reanimarme. La nada absoluta se transforma en mi cuerpo otra vez, siento como mis pulmones se llenan de aire y un suspiro se escapa de los labios de Die.

-Oh Dios mío, estás bien... Despertaste. -Me abraza.

Abro los ojos y noto que está llorando.

-¿Qué... Sucedió? -Las palabras salen con dificultad.

-Moriste -se le quiebra la voz.

Intento asimilar todo mientras tomo un poco de aire, sus cabellos siguen naranjas y sus ojos también, el calor que emana su cuerpo ahora sí me calienta pero muy lentamente.

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