Finalizado el Torneo Alan Turing
Zoo de Barcelona
¿Han permanecido alguna vez en la oscuridad? Sin claridad de ideas, falta de luz, sumida en la penumbra... Con la sensación de que te han metido en un agujero del que no puedes salir, y al que, además, le han echado muchísima arena encima para cubrirlo, con el objetivo de hacer creer que nunca exististe.
Era como si me hubieran enterrado en vida, dejándome sin aire, y tenía la sensación de que desaparecía entre la pena y la rabia. La estupefacción. La incredulidad. Así me sentía yo después de regresar de Lucca. Después de vivir la semana más intensa de toda mi vida, unos días en los que estuve arriba y abajo como en una montaña rusa emocional que, al final, me dejó suspendida en una caída libre sin frenos de los que tirar ni sujeciones a las que amarrarme desesperadamente.
Di un salto de fe enorme. Y me estampé contra la dura e inmisericorde grava. Un golpe seco, un impacto contra el doloroso suelo.
Experimentar por primera vez el amor y el desamor fue hiriente y devastador.
Pero yo ya lo sabía. Por eso, a pesar de tener solo dieciocho años, nunca quise enamorarme. No quería porque, al final, se recordaban más las hieles que las mieles.
Y a mí me habían roto. ¡Crac!
La sorprendente aparición de Félix en mi hotel, cuando yo pensaba que se había vuelto a Estados Unidos, voló por los aires todas mis expectativas y desguazó la imagen que yo tenía de mi aventura con Adrien. La derruyó como haría una bola de demolición. La volatilizó, y la hizo tenue e incorpórea a mis ojos. Todo lo que Félix me dijo sobre Adrien, el modo en que lo hizo y ese abismo en sus ojos enormes y verdes... que parecían estar refrigerados...
Recordarlo me llenaba de bilis y me dejaba fría, tanto como lo era su mirada negra y hermética.
¿Nada con Adrien había sido verdad? ¿Nada fue real? ¿Y qué hacía yo ahora con mis sentimientos?
¿Cómo se suponía que tenía que afrontar aquella nueva etapa de mi vida en New Haven?
¿Qué iba a hacer cuando en Yale me encontrase a los dos hermanos de frente? ¿Qué haría cuando lo viera a él y a ojos verdes que tanto me habían dicho, y que tan poca verdad tenían?
Porque me los iba a encontrar. Ellos estudiaban allí. Yo estudiaría allí. No coincidiríamos en los cursos porque ellos iban por delante mío... Pero en una universidad como Yale habían cientos de actividades en las que sí concurrían todos los alumnos, fuesen del año que fuesen.
Lo que más me preocupaba era ese primer encuentro. Nunca me había hallado en esa situación, no sabía cómo iba a reaccionar. Me sentía extraña y desconocida, como si algo en mí hubiese cambiado para siempre. Como si hubiese perdido la bolsita en la que guardaba las canicas de pensamientos positivos.
¿Ya no sería la misma nunca más? La sensación en el pecho me oprimía de vez en cuando, cuando algo hacía saltar mi recuerdo y mi agonía. Y a veces, me notaba los ojos húmedos y acuosos como si estuviera a punto de echarme a llorar.
Era una mierda. Me habían tomado el pelo tanto que no sabía qué era lo que más daño me había hecho. Si permitir que jugaran conmigo, o esa ponzoña odiosa en el corazón. Y que conste que no me arrepentía de mi viaje, ni mucho menos. La aventura del premio Alan Turing, la experiencia junto a mis mejores amigos Luka y Chloé, el haber ganado... fue maravilloso en sí. Pero el peaje para mí se hizo excesivo.
Había tenido tres días para reponerme de aquel huracán vivido en Italia, y había intentado disimular mi aflicción sin demasiado éxito. Intenté por todos los medios evitar las cariñosas preguntas de Gema, contestándolas restándole importancia, añadiendo coletillas chistosas a las respuestas. Y procuré no mirar a los ojos a mi padre mientras le mentía flagrantemente y le decía que todo había ido bien, que tenía dinero en el bolsillo por ganar aquel premio y que nada más había pasado. Omití, sin vergüenza, que había dejado de ser virgen y que me entregué pensando haber encontrado a mi kelpie, y en lugar de eso, me di de bruces con una anguila.
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/ 02 / FRATERNIDADES: HUESOS - LLAVES - MIRACULOUS (+18 ADAPTACIÓN)
RandomLlegué a Yale con la maleta cargada de ropa, de sueños por cumplir, de secretos que solo yo sabía, de objetivos por alcanzar y con un corazón roto por sanar. Pero ¿cómo iba a sanar mi corazón con él atormentándome, vigilándome, acechándome...? Tan c...