La conversación con Alix me había dado muchas cosas en las que pensar. Todavía estaba asentándome en la Universidad y debía organizar mi plan de acción para continuar con lo que Alya había dejado a medias.
Nada de aquello podía ser olvidado. No es que yo me considerase una especie de héroe ni de pato justiciero, pero sí creía que tenía una responsabilidad que me otorgaba el conocimiento sobre cosas que los otros ni siquiera imaginaban. ¿Y qué hacía con todo ello? Debía usarlo como mejor me convenía.
A todo esto, se le sumaba el hecho de que algo muy emocional por mi parte se mezclaba con aquella labor de investigación, y debía sobrellevarlo como fuese. Dejar a un lado la rabia, la ira, el dolor y la impresión que me había dado volver a ver a Adrien.
Él... no sabía cómo explicarlo. Él parecía tan ajeno a todo. Tan frío y distante a todo lo que me había hecho y había pasado entre nosotros, que no sabía lo que más daño me hacía. Si su traición o su indiferencia.
Aun así, habían cosas que Félix me había dicho que no cuadraban con lo que Alix me había revelado.
Adrien no tenía novia, y Félix aseguraba que sí.
Adrien cursaba tercero, y no segundo. Y los Agreste tenían la misma edad, aunque Félix era pequeño por unos meses.
Mientras pensaba en ello, después de dejar la bicicleta en un rincón despejado de mi habitación, me dirigí a la biblioteca Sterling ubicada justo delante de mi residencia, y que daba a la misma plaza ajardinada. De hecho, desde la ventana de mi habitación podía verla al otro lado.
Llevaba una lista de lecturas y sugerencias que no entraban dentro del pack completo de libros que la Universidad pactaba con una librería de New Haven y que ya había encargado. Seguramente, los recibiría al día siguiente. Mientras tanto, trabajaría on line. Mi carrera de criminología recién empezaba y no podía distraerme. Me obligué a dejar de pensar en él, y a intentar sumergirme en todo el temario de lectura que tenía por delante. Quería empaparme de conocimientos, ver y leer todo tipo de libros y, sobre todo, enamorarme por completo de aquella biblioteca Sterling.
Crucé la plaza central ajardinada de mi complejo estudiantil y me interné en el edificio que conformaba parte del corazón central de Yale. Era la más grande de las librerías de allí, también de estilo gótico y que se asemejaba a una catedral europea, con claustros, techos increíblemente altos, capillas laterales, ventanas que rodeaban las galerías e incluso un altar central alrededor del cual se podía circular. Más de tres mil trescientas vidrieras decoraban la alusiva estructura de la mágica edificación. Más de cuatro millones de ejemplares divididos en dieciséis salas llenas de estanterías se albergaban en aquel cónclave que me enamoró nada más verlo, y el cual decidí que sería uno de mis favoritos de toda mi vida. Tenía varias salas acogedoras y silenciosas de lectura, otras de estudio, y otros muchos departamentos especializados.
Me volví loca cuando llegué. Mis ojos se perdieron inestables entre tantos libros. Las luces de las lámparas de mesa eran tenues e invitaban a la reflexión, a estar ahí solo meditando y escuchando el silencio que únicamente reinaba en aquel tipo de áreas silentes y casi sacras.
Saqué mi lista del bolsillo, y sin querer molestar a nadie, ni siquiera a la bibliotecaria, me dispuse a localizar los títulos que más me interesaban sobre criminalística.
Tampoco me iba a volver loca. No podía leer demasiado y más teniendo en cuenta la cantidad de trabajo que tendría durante el curso, pero intentaría invertir mi tiempo libre en mi formación. Al menos, mientras la pirada de Alix no me liara. Me obcequé con un título en especial que me llamó mucho la atención. Human development and criminal behaviour de L. Ohlin.
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/ 02 / FRATERNIDADES: HUESOS - LLAVES - MIRACULOUS (+18 ADAPTACIÓN)
De TodoLlegué a Yale con la maleta cargada de ropa, de sueños por cumplir, de secretos que solo yo sabía, de objetivos por alcanzar y con un corazón roto por sanar. Pero ¿cómo iba a sanar mi corazón con él atormentándome, vigilándome, acechándome...? Tan c...