Antes de nada, me conecté al wifi de la residencia. Escribí a mi padre, a Luka y a Chloé para decirles que había llegado y que todo estaba bien, y les mandé una foto de mi nueva habitación. No sé qué hora sería en Paris, pero mi padre no tardaría en contestar. Eso seguro.
Me pasé un buen rato para sacarlo y ordenarlo todo. En mi escritorio coloqué mi MacBook Pro de 15,4 pulgadas, mi iPad Pro con su teclado y el cargador, la impresora wifi y bluetooth Canon de color blanco.
Guardé parte de los libros de cabecera que me gustaba leer de vez en cuando en la parte de la librería del mismo escritorio esquinero. Llené los cajones con estuches, grapadoras, clips, chinchetas y todos los objetos de papelería que había traído de Barcelona. Todo esto de por sí había ocupado toda una maleta.
Intenté seguir un orden para la ropa; en la parte de arriba de los cajones la ropa interior y los calcetines. Después coloqué los jerseys y las camisetas de manga corta, así como ropa de deporte, sudaderas, pijamas y otro tipo de prendas que no se arrugaran en los cajones de abajo. Utilicé el zapatero para los zapatos. Obvio. Algunos no me los había puesto nunca. Me encantaba ir en deportivas, y de repente, después de Lucca y el ataque frenético de Gema por vestirme como una muñeca, tenía un ropero que casi desconocía. Un armario lleno de arriba abajo y de izquierda a derecha, con un montón de chaquetas, tejanos, faldas, bolsos, mochilas, vestidos (o sea, vestidos) y un montón de modelitos que tardaría lo mío en saber combinar. Pero me dije que vivía con una artista, ella sabría qué colores pegaban más con otros.
Llené mi parte del baño con mis productos, mis neceseres y estuchitos de maquillaje aún si abrir. Puse los ojos en blanco cuando vi un kit rizador de pestañas. Por favor, la mujer de mi padre era una maníaca de la estética y la belleza. Dejé mi colonia, Delicious de manzana, sobre el tocador del baño, y mis zapatillas de después de la ducha de color blancas al lado de las de Alix, que eran de Bob Esponja. Sí, Bob Esponja.
Después abrí los compartimentos inferiores del diván y saqué las sábanas, el cubrecamas, el nórdico y los cojines. Y en su lugar, metí las maletas completamente vacías.
La colcha de mi cama era blanca y a rayas verticales de color rosa palo y negras. Los cojines también tenían los mismos colores. Al final, guardé mis pastillas de dormir en una de las estanterías con puerta que quedaban encima de mi cabeza.
Cuando acabé, me coloqué en medio de la amplia habitación y vislumbré cómo había quedado todo. Y la verdad era que no quedaba nada mal. El orden me hacía sentir un poco más tranquila.
Ya me había instalado. Ahora solo me hacía falta aclimatarme. Me concentré tanto en mi tarea que no escuché el ajetreo del exterior y las idas y venidas de los alumnos que iban llegando en su nuevo año a Yale.
Al día siguiente empezarían las clases, y todos llegaban un día antes para poder hacerse a la Universidad con un poco de tiempo.
Los fellows aparecían solícitos para ayudar a los nuevos y dar la bienvenida a aquellos con los que se reencontraban después de un largo verano.
Me gustaba ese sitio. Me gustaba cómo olía, lo bien cuidado que estaba el jardín, lo limpio que parecía todo, y el orden y la disciplina que se respiraba, y eso que solo me encontraba en mi residencia y que no había visto nada más. Pero lo poco que mis ojos admiraron me fascinó.
Tal y como había dicho Alix , a lo largo y ancho del Campus se habían desplegado carpas con folletos informativos sobre todas las hermandades que convivían en Yale. Estaban intentando captar a nuevos integrantes, a nuevos «hermanos» que seducir.
Adrien me había mentido a la cara cuando le pregunté sobre su tatuaje y él me contestó que era un «rollo de hermandad». De la hermandad de Neptuno de Utah. Y yo me lo creí a ciegas. ¿Por qué razón iba a mentirme? Entonces no tenía motivos para dudar de él. Pero ahora sabía que era un mentiroso.
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/ 02 / FRATERNIDADES: HUESOS - LLAVES - MIRACULOUS (+18 ADAPTACIÓN)
RandomLlegué a Yale con la maleta cargada de ropa, de sueños por cumplir, de secretos que solo yo sabía, de objetivos por alcanzar y con un corazón roto por sanar. Pero ¿cómo iba a sanar mi corazón con él atormentándome, vigilándome, acechándome...? Tan c...