CAPÍTULO 09

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Mi encontronazo con Félix ya había puesto las cartas sobre la mesa. Los Huesos al completo sabían que estábamos allí. Lo que no se imaginaban era que les íbamos a sorprender en el cementerio, en su reunión secreta.

Alix todavía parecía conmocionada con la tensión que reinó entre Félix y yo, y fantaseaba sobre mí y los Huesos y sobre la posibilidad de que me convirtiera en la estrella revelación de la temporada en la Universidad. Nada más lejos de mi intención. Pero cuanto más quería pasar indiscreta, más visible me hacía. Era como la Ley de Murphy que se cebaba en mí inDupaine.

Durante el transcurso de la noche no quise volver a mirar en dirección de aquella grada de animación de los Huesos. Se me retorcían las tripas de tan solo imaginarme a Adrien y a Bridgette juntitos y acaramelados, separados de todo y de todos, porque sangre azul como la de ellos no se podía mezclar con los residuos.

No sabía cómo lidiar con todo lo que sentía.

Necesitaba salir de ahí. En la carpa ya no quedaban cajas de muffins, por eso le pedí las llaves del coche a Alix y salí del Old Campus para ir a la ranchera a por las que quedaran.

En el Campus quedaban muy pocas ya, magdalenas sueltas por aquí y por allá, y algunas por el suelo mordidas. El noventa por ciento estarían fermentando en los estómagos de todos aquellos estudiantes que hacían valer su título de "hermanos" para estar ahí y correrse una buena juerga.

La gente bailaba y hacía locuras. Habían corrillos que rodeaban a unos cuantos inconscientes al grito de "Bebe y bebe". Llevaban barriles enteros de cerveza, muchos de ellos ya estaban desperdigados por el césped, vacíos, tristemente abandonados como si ya nadie los quisiera. Algunas chicas se subían a las gradas metálicas y las usaban como si fueran podiums discotequeros para provocar al personal.

Yo tenía hambre, no había comido nada. Y al haber estado toda la noche en la carpa de los Miraculous no había podido ir a buscar ni un mísero hot dog, que también vendían otras fraternidades.

Busqué a Chloé, intenté dar con ella entre toda la marabunta, pero no la encontré.

Cuando llegué a la antigua camioneta tuneada como si fuera una obra de arte Pop, recogí las pocas cajas que quedaban, aunque eran las suficientes como para que no pudiera cargar con todas ellas. Tenía pensado hacer dos viajes cuando escuché la voz de un chico llamarme por la espalda.

—¡Eh! ¡Animalista, espera!

Me di la vuelta con las cuatro cajas sujetas y vi a Claude Moore correr hacia mí sin despeinarse apenas. Sus pasos ágiles y largos lo colocaron a mi lado en un santiamén.

—Deja que te ayude —me dijo con una sonrisa asertiva en su rostro.

Me fijé en la simetría de su rostro y mi mente empezó a analizar su personalidad según su estructura y fisonomía facial. Sabía hacerlo, pero intentaba no violar la intimidad de los demás de ese modo. Si no urgía, prefería ir conociéndolos, aunque fuese difícil para alguien como yo.

Claude llevaba una cazadora negra de motero, un jersey de punto rojo debajo y unos pantalones tejanos negros con zapatos del mismo color. Me recordó a un vampiro. Rojo y negro, colores característicos de la noche y el misterio. Como él era. Misterioso.

—Hola —le saludé aturdida. Aún no había aceptado su ofrecimiento cuando él ya me estaba quitando las cajas de encima—. No hace falta...

—Insisto —cargó las cajas con una mano—. ¿Tienes más?

—Sí. Hay dos cajas más por sacar.

—Cógelas, te ayudaré a llevarlas.

No me hice de rogar, abrí la puerta del coche y tomé las dos últimas que habían a los pies de los asientos.

/ 02 / FRATERNIDADES: HUESOS - LLAVES - MIRACULOUS (+18 ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora