El humo se empezó a disipar y tuvo que toser con fuerza antes de hablar. Se incorporó despacio hasta quedar de rodillas. El cuerpo de Alba permanecía inmóvil frente a sus piernas, todo magullado y cubierto de polvo, al igual que ella.
- Alba, vamos. ¡Alba! Joder, no me hagas esto... Reacciona - le suplicó mientras acariciaba con fuerza su mejilla.
Al ver que no respondía, se puso de pie con dificultad y entró al coche a buscar ayuda por radio.
- Central, aquí R2-12. Solicito refuerzos y una ambulancia. Agente herida, repito, agente herida - la respuesta no tardó más que unos segundos, pero le parecieron horas.
- R2-12, solicitamos su posición - sonó la voz robótica de la central.
- Cañada Real, primera cuadrícula. Necesito esa ambulancia, ya - exigió.
- Ya están de camino.
Volvió hacia su compañera. Tenía una herida en la cabeza, producida por algún escombro o por la caída, que sangraba bastante y no tenía muy buena pinta. Las piernas también tenían magulladuras y cortes, pero nada tan profundo como para alarmarse, así que la prioridad era taponar la herida del cráneo e inmovilizarla para evitar alguna lesión grave. Cogió un trapo que tenía en la puerta del coche y se lo colocó en la herida haciendo presión.
- Más te vale estar bien, ¿me oyes? No puedes dejarme con la palabra en la boca - dijo agarrando su mano con fuerza.
Por primera vez, dirigió la mirada al lugar de la explosión. La casa del desaparecido había quedado reducida a la nada. Los vecinos asomaban preocupados y asustados, sin atreverse a salir de sus hogares. Estaba claro que aquello no era ningún accidente, alguien había querido deshacerse, o del desaparecido, o de cualquier prueba que pudiera ocultar su casa.
Mientras analizaba la escena pudo ver cómo un cuerpo, oculto en un lateral de la casa vecina, se incorporaba y echaba a correr. No se lo pensó y se lanzó a por él, impulsiva, como siempre.
Llevaba un pantalón vaquero y una chaqueta de cuero marrón y tenía el rostro escondido tras una gorra. Era rápido y ágil; además, parecía conocer muy bien el terreno, por lo que pronto le sacó ventaja. Pudo ver cómo un coche negro se paraba cerca de él y éste ingresaba dándose, definitivamente, a la fuga.
Apuntó rápidamente el modelo del coche y su matrícula, aunque sabía que sería falsa o de un coche robado y no le serviría de mucho.
- ¡Mierda! - gritó frustrada.
A los pocos segundos se empezaron a escuchar las sirenas de los refuerzos y de la ambulancia. Recordó el estado en el que había dejado a su compañera y volvió corriendo a su lado, justo cuando llegaban los primeros compañeros.
- Danara, ¿qué ha pasado? - preguntó Belén bajando de su coche, seguida de cerca por Jose.
- Una bomba nos sorprendió en la puerta de la casa. Alba estaba prácticamente en la entrada, así que se ha llevado la peor parte, y ahora no reacciona - volvió a inclinarse para acariciar su mejilla delicadamente.
- Tranquila, la ambulancia está aquí ya - avisó el vasco.
Los médicos la trasladaron rápidamente al hospital y la canaria fue con ella, dejando al mando del caso a la pareja, que se encargaría de investigar, junto a la policía científica, toda la zona. Danara les dio antes de marcharse todos los datos sobre el desconocido y el coche fugado para que pudieran abrir una vía de investigación.
Una vez en el hospital se empeñaron en revisarle a ella también, aunque repitiera hasta la saciedad que estaba bien. Su mente estaba puesta en la rubia y en que despertara, era todo lo que pedía en silencio.
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La chica de las rosas
Ngẫu nhiênAcción, odio y sexo. El cóctel perfecto para que todo salga mal.