Cara a cara y dudas

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Narra Emma

Me tumbé por fin en mi cama, era increíble todo lo que me había pasado en un solo día. Cuando me bajé del autobús corrí, literalmente, a mi casa deseando estar dentro ya. Por suerte, mi padre estaba dormido y pude ir a mi habitación sin ninguna pregunta de su parte por la hora.

Decidí escribirle a Eli y contarle todo lo que me había pasado, pero no respondió, quizás estaba dormida. Bueno, ya les contaría todo a los chicos mañana en el instituto. No era capaz de dormirme ya que se me venía todo a la cabeza; primero el encontronazo con Daniel; después la inscripción al club; luego el hombre ebrio con el cuchillo; y, por último, Matt. Matt.

La verdad es que pensaba que lo había juzgado antes de tiempo, aunque lo único que sabía de él era que es un chico que se mete en problemas y tiene muchas ausencias. Sin embargo, creo que todo lo que me había ocurrido hoy me ha hecho ver a un Matt totalmente diferente al que dicen los rumores.

Me gustaría poder agradecerle de algún modo, pero no sabía cuándo lo volvería a ver y en caso de que fuese así, esperaba que no fuese en situaciones parecidas a las de hoy. Preferí olvidar los detalles de esta noche en el olvido e intentar dormir porque si no mañana no podría rendir mucho en el club.

Al día siguiente, me desperté con el sonido de la alarma de mi teléfono y lo apagué. Me costó levantarme, pero lo hice tras 10 minutos. Preparé mi desayuno cuando al mirar mi teléfono me encontré con 15 mensajes de Eli preguntándome qué había ocurrido anoche con más detalles. Iba a responderle, pero mi padre apareció por la puerta.

-Buenos días cariño – me dio un beso en la cabeza – ¿llegaste muy tarde ayer?

-No, pero cuando llegué ya estabas dormido y no quise despertarte – dije tras tomar una cucharada de mis cereales.

-Hoy no hace falta que vengas, si quieres. Voy a ir al trabajo y esta noche me quedaré allí a dormir.

-De acuerdo. Por cierto, ¿puedo preguntarle a Eli para quedarse a dormir? Mañana es sábado.

-Sí, sin problema. Me alegro que te hayas adaptado a pesar de las circunstancias.

-Sí, yo también.

-Me voy ya, adiós.

-Adiós y que pases un buen día.

-Igualmente, hija. Llámame si surge algún problema.

Al rato de haberse ido mi padre mi móvil comenzó a sonar: Eli me estaba llamando. Iba a cogerlo cuando también llamaron al timbre y decidí ir a abrir. La sorpresa fue que me encontré a Eli con su teléfono en el oído y al abrir la puerta entra rápidamente guardando su teléfono.

-¡Quiero todos los detalles! – Exclamó entrando al salón – ¡¿no has visto los mensajes que te he mandado?!

-Sí, los he visto, te iba a contestar cuando mi padre ha bajado y no te he podido responder. También te iba a coger la llamada, pero alguien ha llamado a la puerta – alcé una ceja y la miré.

-Bueno lo que tú digas, ¿qué pasó? Cuéntamelo todo.

-Te lo cuento cuando salgamos que aún me tengo que peinar y vestir, y vamos a llegar tarde – dicho esto me dirigí a mi cuarto dejando a Eli en el salón con ganas de saber todo.

-Ya estoy lista – dije bajando las escaleras a la vez que me ponía el abrigo – au – me quejé al intentar meter el brazo herido por la manga.

-Emma, ¿estás bien? – Dijo mi amiga con cara de preocupación.

-Sí, tranquila. Matt me dijo que era normal que me molestase la herida unos días.

-¿Herida? Ahora sí vas a tener que contarme qué pasó anoche.

Todo Cambió Ese Día (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora