16 | Keith

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Keith

Ya llevo 5 días en esta casa. Hace cinco días que mi madre murió, pero no me quiero centrar en esto, si no en que es la primera vez que estoy solo en casa.

Aurora ha ido a comprar, James se ha llevado a Ellie al parque y Sally está trabajando.

Aprovecho para salir de mi habitación, y, inconscientemente, mis pies me llevan al piano. Es como si yo fuese un imán y el piano una nevera.

Vale, si, es una comparación muy rara, pero también es raro el hecho de que mi subconsciente me conduzca hasta un piano.

Me siento en el banco. El terciopelo rojo me hace sentir como en casa.

Subo la tapa, pero no tengo la intención de tocar ninguna pieza. Acaricio las teclas. No voy a tocar.

No quiero tocar. Bueno sí. Lo que pasa es que no puedo. No, si que puedo.

Es demasiado complicado.

Coloco mis manos en la posición más básica. Mi pulgar derecho presiona levemente el do 3.

Eso no cuenta, ¿verdad?

Pero lo siguiente sí. No me puedo resistir. Empiezo a tocar el concierto número 3, en do menor, op. 37, de Beethoven.

Me invaden los recuerdos. Mi primera vez tocando en público, en un escenario. Mis mejillas sonrojadas y mis manos sudorosas.

Mi padre por fin sintiéndose orgulloso de mí en algo.

Todavía no he terminado el primer movimiento (allegro con brio), que veo a unos ojos observándome desde la penumbra.

No he oído a Aurora entrar.

Me paralizo. Me congelo.

— Sigue, por favor. No quería molestar. Sonaba muy bien.

Intento ignorar que está ahí, y me vuelvo a concentrar en la canción.

Aurora se acerca sigilosamente y se apoya en la cola del piano. Está sonriendo. Cuando veo sus hoyuelos, mis manos casi se traban. ¿Cómo no me había fijado antes en sus hoyuelos?

Acabo de tocar el movimiento. Coloco mis manos en mis muslos, y fijo la mirada en Aurora.

— Pensaba que ya no tocabas. — me dice.

— Yo tampoco.

Se acerca un poco más a mi.

—¿Te puedo preguntar por qué? — se apresura a añadir: — No pasa nada si no quieres contestar. Ya sé que es muy personal. Es solo que... Creo que tenemos más cosas en común de lo que piensas. No quiero comparar nada, pero creo que te podría entender. O sólo si quieres alguien que te escuche. No te voy a juzgar. — Respira. — Madre mía, sueno muy desesperada. Cuando empiezo a hablar, no paro. Me puedes decir que pare. O no. Cómo quieras...

—Mi padre me abandonó. Dos veces.

Su discurso me ha convencido. A lo mejor sí que necesito hablar con alguien. No he contado eso a nadie. No sé por qué se lo cuento a ella, pero me sale sin más.

Además, recuerdo lo que nos dijo Sally de no mencionar al padre. A lo mejor también es del equipo del mío: de los que van a buscar tabaco y no vuelven.

—La primera vez tenía dos años. No me acuerdo demasiado. La segunda vez sí que me afectó. Tenía diez años entonces. Estuvo con nosotros poco más de un año, hasta que se enteró de que mi madre estaba esperando otra hija. Se marchó así, sin más. Ni una nota, ni un mensaje. Sin explicaciones. Sentía que cuando tocaba el piano, estaba orgulloso de mí. Era la única vez que lo hacía. Yo lo tenía en un pedestal, y su opinión estaba por encima de todas las demás. Cuando nos abandonó, dejé de tocar el piano. Mi madre, pero, me convenció. Me dijo que me estaba castigando a mi mismo por algo de lo que no tenía la culpa. Y ahora está pasando justamente lo mismo.

Nos quedamos en silencio unos segundos.

— Lo siento mucho, — dice Aurora de corazón.

— Fue hace mucho tiempo...

—Lo siento. — dice otra vez. — Creo que estas cosas no se acaban de olvidar nunca.

***
Siento otro tipo de libertad mientras conduzco el coche de Sally.

Con la ventanilla un poco bajada, el aire me roza la cara. Me siento el protagonista de mi vida.

Aunque no creo que esta película tenga un final feliz.

Mi madre está a mi lado. Literalmente.

Se ha reducido en un bote de arcilla, en un montón de cenizas.

Sally ha llegado a casa con ella, poco después de mi conversación profunda con Aurora. Me ha dicho que podía hacer lo que quería. Le he pedido su coche.

Y que entretuvieran a Ellie.

Cada vez notó más el olor a salado. El mar está cerca, casi puedo oír el sonido de las olas.

Los acantilados de Hue son el sitio perfecto para mi madre. El océano. La libertad.

No puedo parar de llorar.

Nota de la autora:
¡Hola! ¿Qué os ha parecido este capítulo? ¿Qué pensais del pasado de Keith? ¿Alguna idea sobre qué oculta Aurora sobre su padre?

Lo descubriremos el el próximo capítulo... :)

Por cierto, he cambiado un poco la portada, no me convencía el color ni la tipografía. El dibujo lo hice yo :))

Nos vemos pronto,

Martina <3

That summer's playlist [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora