Wonderwall

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Los primeros días de Enero se sintieron como un sueño acelerado. Hiro pudo vivir una época de paz sin villanos atacando la ciudad y se preguntaba si se merecía el ser tan feliz, alternando entre cuidar a su sobrino y recibir los mimos de Marco (quién procedía lentamente, respetando la timidez de Hiro). Miguel se alejó del tema por recomendación de Alma para sanar, concentrándose en su hermana menor y su familia. Y Marco se dedicó a disfrutar de los primeros días de su relación y a revisar escuelas de gastronomía circundantes antes que tuvieran que regresar a clases, pues estaba interesado en, al igual que Hiro, entrar a la Universidad antes de tiempo... y Hiro lo estaba ayudando a estudiar para que pudiera cumplir el sueño que su familia casi logró truncar.

Pero con el pasar de los días y el fin de las vacaciones, las alarmas en el cerebro de Marco empezaron a encenderse al notar el trato peculiar que Hiro y Miguel tenían entre ellos.

Los chicos... no estaban dispuestos a tocar el tema de Marco hasta estar 100% seguros de que no iba a hacer daño a la relación que habían construido desde bebés.

Hiro no pensaba meter a De la Cruz en su vida privada hasta estar seguro de que no era como Plasma y que no iba a destruir sus lazos, pues su tía y Mochi eran todo lo que le quedaba, sus amigos eran pocos, los Rivera ya eran prácticamente su familia extendida y Miguel la mitad de su vida. Por otro lado, Miguel tenía como prioridad número uno desenamorarse para mantener su delicada salud mental, y así no joder nada en su vida ni en la de Hiro por un mal paso.

Así que evitaban hablar de romance y en su lugar buscaban hablar de cualquier otra cosa: el señor de la dulcería, pulir canciones para No Romo, hacerse de alarmas para despertarse, el proyecto de Hiro que casi vuela el salón de clases, fotos de los bebés comiendo o aprendiendo con ellos, Hiro entrando en pánico por cualquier mínima cosa que le pasara a los niños, consultando con Baymax y con Miguel mientras éste grababa canciones de cuna para ambos y calmaba a Hiro.

Al inicio Marco no pensó que fuera raro.

—Buenos días, pandita, ¿Cómo amaneciste hoy? ¿Ya desayunaste? Sí, besitos para tí también.

Pero con el tiempo empezó a dudar un poco.

—No, no me pasa nada, tranquilo. Ya Miguel me habló y todo bien, ya pasó.

De la Cruz tenía una gran confianza en sí mismo, no lo malinterpreten.

—Perdón, Marco, no puedo ir hoy. Tengo que cuidar a Takashi... lamento que sea de última hora, podemos ir otro día. Oh, no, no te preocupes, Miguel me va a estar ayudando a la distancia. ¿Acompañarme? Eh... es que... bueno, no sé si sea cómodo para Honey Lemon... es un poco más de familia.

Por eso fue una sorpresa descubrir que su novio era capaz de quebrarla como si nada.

—Sí, lo siento, estoy algo ido... Me fui a dormir algo tarde por estar hablando de Miguel. Ah, de muchas cosas. No importa.

Había creído en él a ciegas para confiarle su cariño, desde el inicio de su relación.

—Miguel, ¿Sabes que cuando susurras se escucha muy bien en las canciones? —Rió. —Tienes una voz muy bella, por eso tenemos que aprovecharlo más en ésta cancion.

Y quería seguir creyendo en él, pero empezaba a quemarle el hacerlo.

—Yo también te quiero mucho, bye.

Y, antes de darse cuenta, explotó.

—Cariño, creo que te equivocaste de mexicano a la hora de buscar novio. —Se irritó Marco un día, escondiendo sus celos tras una sonrisa de falsa confianza.

Hiro, que había estado escuchando la maqueta que Miguel le había enviado para dedicarle una canción del nuevo álbum de No Romo a los bebés, esa donde tanto le había insistido susurrar en español, lo miró con sorpresa.

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⏰ Última actualización: Oct 30, 2020 ⏰

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