El primer día de clases llegó y Tadashi, Hiro y Miguel (quien estaba emocionadísimo con su gorrito nuevo del uniforme, diciendo que se parecía al de los animes de la tele) sabían que había llegado la hora de ponerse en marcha.
Luisa y Cass se aseguraron de tomar foto de los niños utilizando sus uniformes a juego, con Tadashi detrás usando el suyo propio, en medio de los miles de cerezos en flor que ahora cubrían las calles de San Fransokyo.
A Miguel le gustaba el aroma de los cerezos. Cass les había dicho que podrían ir a hacer un picnic bajo ellos el fin de semana, como recompensa por pasar su primer semana de escuela si eran buenos niños, y se moría por que llegara el día.
Las fotos que les tomaron eran variadas: una con Miguel y Tadashi sonrientes, Hiro serio, todos en fila como soldaditos. Otra donde Miguel se había abrazado a Hiro en un intento de que sonriera, sacándole una pequeña mueca de gato incómodo mientras Tadashi se reía. La última con Tadashi abrazando a los otros dos. Tadashi se reía al igual que Miguel, y a Hiro se le había escapado una pequeña sonrisita furtiva.
—Ya, Luisa. Es hora de que se pongan en marcha, y a nosotros se nos hará tarde igual. —Le recordó Enrique.
—Ay, ¿pero estarán bien yendo ellos dos solitos a clases? —Comentó angustiada ella.
—¡Por su puesto! Es muy común que los niños vayan a clases por sí solos. Suelen encontrar compañeritos en el camino, estarán bien. San Fransokyo es muy seguro. —Afirmó Cass.
No hubo más que decir, y pronto los tres chicos se pusieron en marcha, a bordo del transporte público. Miguel estaba más que fascinado con el "Cable Car" que parecía sacado de una película, y que ahora por fin podía abordar junto con los hermanos Hamada. No podía parar de mirar a través de la ventana junto con Hiro. Tadashi, entretenido con sus ocurrencias, los vigilaba con paciencia y uno que otro consejo ocasional.
—Hiro, Miguel es nuevo y no conoce mucho de la escuela, así que enséñale apropiadamente los alrededores con calma para que no se pierda. Miguel, no te preocupes. La gente aquí es muy amable y paciente, pórtate bien y haz caso a Hiro. Si tienen algún problema nos saben contactar.
—¡Sí! —asintieron con entusiasmo, Miguel nervioso y Hiro con la decisión de quién ha aceptado una responsabilidad más grande.
Tadashi les sonrió. Luego miró a su alrededor, comprobando cuánta gente habría. Todo limpio. No había gente.
Tragó saliva, tomó aire, y se armó de valor apretando los labios, juntando fuerzas para soltar lo que quería decir.
Su tía Cass era una muy buena persona. Animada y decir a sacarlos adelante haciendo su mejor esfuerzo siempre. Los señores Rivera eran muy amables y sensatos, y agrqsecia que estuvieran actuando como unos segundos padres para el y su hermano menor.
No les quitaba esos méritos.
Pero, tenía que admitir, que tampoco estaban haciendo el mejor trabajo del mundo, ni educándolos ni vigilándolos. Quizá porque estaban ausentes gran parte del tiempo, y él no, podía darse cuenta de ésto más fácil que ellos.
Así que era su turno de ayudar con el área en que los adultos estaban fallando más estrepitosamente.
—Niños. Sé que se quieren mucho, pero... uhm, no creo que esté bien que aún se estén dando besitos en los labios a su edad. —Comentó con la firmeza que pudo juntar.
Por mucho que le gustaría que crecieran libres de restricciones en el mundo, había algunos cuantos prejuicios que estaban puestos para que niños de su edad no se metieran en problemas. Quería que fueran ellos mismos, pero le aterraba la idea de que pudieran hacerles algo por ello.

ESTÁS LEYENDO
No Romo
أدب الهواةHiro y Miguel son mejores amigos desde que llevaban pañales. El paso de los años hace que sus amigos crean que es cuestión de tiempo para que acaben casados, pero ellos insisten en que "no homo", no hay nada romántico en lo suyo, simplemente son mu...