Capítulo XXXIV

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NORMALIDAD.

Domingo, 08 de diciembre

Mis ojos se abren con pesadez y solo veo oscuridad a mí alrededor.

Me desoriento un poco sin saber dónde estoy, porque no lo reconozco.

Un pitido suena regular y frunzo el ceño.
Estoy en la sala de medicación, el pitido empieza a acelerarse.

La cortina frente a mí se corre y aparece Mónica luciendo muy cansada. Ella enciende las luces haciendo que yo entrecierre los ojos

—Everest...—Murmura alivida—. Por fin has despertado.

—¿Qué hago aquí?

—Hemos… tenido que inyectarte un calmante ayer

¿Un calmante?

El pitido empieza a sonar acelerado cuando recuerdo todo, mi respiración se acelera y ella se acerca a mí.

—Everest, necesito que te calmes—Me susurra

¿Que me calme?

Mi papá…

Las lágrimas empiezan a empañar mi visión y el
la acuna mi rostro con sus manos.

—Él está vivo, Eve. Él vive—Susurra.

Siento mi cuerpo entero relajarse y mis lágrimas empezar a caer con alivio. Ella me abraza muy fuerte.

—¿Cómo está?

—No creo que…

—Mónica—La interrumpo—. Dime cómo está mi padre.

—Inconsciente—Dice por fin—. No ha despertado, aunque logramos estabilizarlo.

Suspiro aliviada.

Trato de moverme para ponerme de pie cuando veo un vendaje cubriendo mi pierna.

—Tienes una quemadura—Explica—. Tengo que revisar si está mejor antes de que vayas con él. ¿Te sientes débil o algo por el estilo?

Niego con la cabeza, ella me revisa y hace preguntas sobre si siento esto o aquello.

Observo fijamente mi muslo que tiene una quemadura bastante desagradable, pero que para haberse hecho ayer está muy curada.

—Tus habilidades curativas ayudan bastante, por eso estás mucho mejor, sin embargo tu padre…

—Llevame con él por favor

—Eve, si Gunter o North e incluso Yves se enteran de que deje utilizar tus habilidades curativas recien despierta me mataran

—No tienen por qué enterarse—Le sonrío malévolamente, ella ríe y asiente

—Está bien, pero me tienes que decir si te sientes bien, no puedes usar de más los poderes curativos—Me dice, yo asiento.

Ella me ayuda a levantarme, desconectado todos los cables y nos dirigimos hacia mi papá. Mi corazón se rompe cuando lo veo tumbado en la camilla, su rostro parecido al de North pero más envejecido.

North se parece mucho más a él por sus facciones masculinas, las mías son más delicadas.

Tiene vendaje por el hombro, el brazo y el torso.

Su cabello gris y su piel pálida hace que sonría.
Increíblemente las pecas son algo de mamá, pero North no tiene muchas, creo que de los dos, yo me llevé más.

Sus cejas pobladas, su nariz perfilada y sus labios rellenos ahora secos y pálidos.
Paso mis dedos por su mejilla en una caricia.

—Ay, papá…—Siento un nudo formarse en mi garganta.

Everest: La caída [EDITANTO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora