surprise

473 45 25
                                    

surprise

no ubicado en la story—line inicial

Salí del cuarto de baño tragando saliva y bajando mi camiseta a su posición original. Me dirigí hacia la cocina del apartamento aún sin pantalones. Comencé a preparar un café para Nico y me serví un vaso de agua.

—Arriba, amor —susurré, nuevamente en la habitación que compartíamos, mientras movía el hombro de mi chico. Él, siendo un dormilón de primera, ni siquiera se inmutó. Lo sacudí más fuerte—. Nico, vamos. Tienes que dar una clase en cuarenta minutos.

—Ahora sí que tengo ganas de levantarme —murmuró, girando su rostro hacia el lado contrario.

Mordí mi labio mientras negaba con la cabeza. Seguí moviéndolo.

—Vamos, despierta. No puedes llegar tarde otra vez.

—Nunca llegué tarde.

Al ver cómo se iniciaba una discusión (inofensiva e irrelevante, pero discusión al fin), supe que mi trabajo ya estaba logrado. Nico tenía un talento inigualable para discutir, incluso medio dormido, pero no iba a dejar la discusión a la mitad.

—Claro que sí —contesté, levantándome de la cama y saliendo por la puerta—. ¡Se me ocurren muchas veces!

— ¡Eso no es verdad! ¡Ven y dime!

Solté una risita por lo bajo y me senté a tomar agua, esperándolo. Cinco minutos después, mientras comía una manzana con mantequilla de maní, apareció por la puerta de la cocina. Todavía traía el pijama puesto. Alcé una ceja hacia él.

— ¿Acaso no te vas a vestir?

Él chasqueó la lengua y se detuvo junto a la isla para dar un sorbo de su café.

—Yo podría preguntarte lo mismo. ¿Dónde están tus pantalones?

Rodé los ojos, llevándome un trozo de manzana a la boca.

—Yo no tengo que salir a ningún lugar, ¿recuerdas? Mi oficina está aquí mismo —Nico me miraba serio desde mi derecha, pero sin estar realmente enfadado—. Además no te molesta.

Eso pareció haber sido un error.

— Ah, ¿sí? ¿Eso crees? —Dio un mordisco a su tostada con mermelada antes de acercarse peligrosamente a mí y pasar sus manos por mi cintura. Me miró desde arriba con esa sonrisa arrogante que me fascinaba—. Podríamos hacer algo, ¿no? Ya que me llevaría como un segundo aparecerme en la universidad, y tenemos casi media hora.

Negué con la cabeza y desconecté nuestras miradas, enfocándome en mi manzana. Tomé otro trozo, lo hundí en el tarro de mantequilla de maní y lo llevé a mi boca.

—Tienes que bañarte y preparar tus cosas. No vamos a hacer nada.

Sentí su cabello rozar mi mejilla y enseguida sentí sus labios contra la piel de mi cuello.

—Vamos a bañarnos juntos, nena.

—Ni se te ocurra —Comenzó a dejar besos desde el lóbulo de mi oreja hasta el inicio de mi camiseta. Coloqué mi mano en su cabello y tiré suavemente para alejarlo de mí. Nico no opuso ninguna resistencia al movimiento, pero me miró con el ceño fruncido—. No tengo ganas, lo siento.

—No hemos hecho nada en dos semanas solo por tu falta de ganas. ¿Qué rayos te pasa?

Me encogí de hombros y seguí comiendo mi manzana.

—No lo sé, solo no tengo ganas.

—Más te vale no haberte cansado de mí —murmuró, antes de beber lo que quedaba de su café de un sorbo. Se acercó a mí y depositó un beso en mi coronilla, sin presionarme—. Iré a darme una ducha. Luego termino la tostada, gracias.

how we spent;; di angelo [ES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora