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Marcó con el aliento acelerado el número, estaba en sus favoritos por lo que fue fácil conseguirlo, mucho más de lo que imaginó. Sonó el primer pitido, su corazón se aceleró más, estaba seguro que cualquier otro argumento de aquellos dos se lo detendría. Llegó el tercer pitido y el desgraciado seguía sin responder, pero cuando ya dio por acabada la llamada, la gruesa voz de su amigo sonó al otro lado de la línea.

-Hijo de puta espero que sea importante. -murmuró Marcus.

Samuel soltó todo el aire retenido. -¡Creo que voy a morir!

Casi pudo sentir a su amigo rodar los ojos al otro lado de la línea. -¿Por?

-¡Me dieron cólicos! -sollozó con las mejillas ardiendo.

-¿Y a mi qué?

-¡Maldito! -rugió Samuel, apegando su teléfono a la oreja escondido en el cubículo del baño. -¡Me dieron putos cólicos en plena clase con Jared! ¡Casi se me sale un gas!

La carcajada de su mejor amigo al otro lado de la línea lo hizo apartar el teléfono, eso solo logró que sus mejillas se tornaran más carmín, encogiéndose en su lugar.

-¡Dios! Esto sí valió la pena. -Samuel arrugó sus rubias cejas, la cólera logrando apretarse en sus puños. -Oye, ¿no dijiste que Jasper estaba ahí?

-¡Exacto! ¡Por eso te llamo!

Su amigo volvió a romper en carcajadas, las lágrimas saliendo burlonas de sus ojos y, aunque Samuel no lo veía ya sabía que estaban ahí. Conocía de muchos años a Marcus, sus reacciones estaban casi que grabadas en piedra en su memoria.

-¡Eso debió ser épico!

-¡No lo fue! -sollozó molestó el rubio. -¡Él se dio cuenta de que tenía cólicos!

Marcus volvió a reírse, a ese punto ya estaba doblado sobre su estomago de solo imaginarse la situación. Cuando Samuel tenía fuertes ataques de nervios terminaban en aquello, cólicos, algo extraño pero de lo que ya todos en su familia y amigos conocían. Los minutos que llevaba con aquellos tipos lo llevaron a eso, no solo los comentarios doble sentido de Jared, sino que también las pullas que este le lanzaba a su crush, dejándolo avergonzado hasta sentir sus huesos rojos.

-Necesito que vengas. -pidió el rubio una vez la risa del pelirrojo se detuvo.

-Ni loco, estoy estudiando. -cortó rápido.

-¡Maldito, en el baño no hay papel! -chilló el rubio, con la rabia más espesa que antes.

Su amigo volvió a partirse de la risa. Aquello solo lograba sacar de quicio al rubio, hasta el punto de querer estrangular a Marcus.

-Dile a Jasper que te busque. -propuso burlón.

Sam se rió de forma sarcástica. -Bien. Entonces le diré a tu papá que tuviste sexo en su auto.

Marcus cortó su risa, haciendo que una malévola sonrisa apareciera en los labios del rubio.

-Ya voy. -escupió antes de colgar la llamada.

Jasper vio volver al rubio con su mejor amigo, este con una clara expresión de fastidio en sus labios. Suspiró aliviado de todas formas, unos segundos más con aquel enclenque presumido y seguro le caía a golpes. Nunca antes había tenido una conversación tan larga con aquel tipo, pero en esos largos minuto que Samuel los dejó a solas le bastaron para no querer hablarle hasta su graduación.

Que fuese Marcus terminaba de aligerar el ambiente, tan espeso como una masa de pastel gracias al jefe del grupo de teatro. Era demasiado molesto, sinceramente.

-Lo siento por la demora. -se disculpó Samuel avergonzado, casi encogido en sus hombros y caminando de nuevo al piano, de donde no se había movido el larguirucho aquel.

-No te preocupes, las charlas con Jasper son bastante interesantes. -El moreno forzó una sonrisa, introduciéndose en el cuarto con los instrumentos.

-¿Qué ocurrió con Walter? -cuestionó Marcus sentado frente a unas partituras.

El asiático nunca sintió ningún interés por la música, ni por mucho que sus padres lo obligaran a aprender a tocar el violín o las clases particulares que tuvo que tomar con el rubio varias veces. Lo de Marcus no era la música, lo suyo estaba en las computadoras, bastante lejos de todo aquello, las cosas clásicas casi que le daban alguna ETS al pelirrojo.

-Hoy estaba ocupado. -respondió Jasper de vuelta en la sala.

El rubio ya se encontraba intentando enseñarle lo básico al castaño, intentando ignorar lo mucho que se le arrimaba, las caricias en su pierna y aquellos ojos de ballena muerta. Pero Marcus sentado detrás de ellos lo captaba perfectamente, aguantando su carcajada al ver las muecas de pavor que su amigo hacía.

Jared nunca habló sobre su sexualidad, ni siquiera se sabía si en algún momento llegó a tener novias o algo por el estilo, pero en aquel momento todos se daban cuenta de que le estaba lanzando sus garras al pobre de Samuel.

El resto de la hora que les tocó estar ahí se la pasaron Jared endulzando al rubio y Jasper hablando de vez en cuando con el pelirrojo, casi siempre en murmullos para no interrumpir en la sesión.

-Bien, ya me largo. -declaró el pelirrojo al ver que llegó la hora de la salida.

Se levantó de la silla y limpió sus pantalones. Sam corrió hasta atraparlo del brazo en la puerta, mirándolo irritado y nervioso al mismo tiempo. Jasper se había ido a dejar algunas cosas en el almacén y solo estaban ellos tres por lo que si Marcus se iba, solo quedaría el pobre de Samuel con aquel tigre dispuesto a atacar.

-Ni se te ocurra. -siseó mirándolo directamente a sus ojos oscuros. -No me dejes a solas con ese.

Marcus sonrió cínico.

-No seas gallina, Samuel, él solo quiere tener tu atención. -Le guiñó el ojo, solo irritando más al rubio.

-Ambos sabemos qué quiere.

Marcus estuvo a punto de abrir la boca para decir algo cuando en su campo de visión apareció el moreno de ojos verdes, el amor platónico de su mejor amigo, cargando una caja llena de hojas blancas. Una grandiosa idea cruzó la cabeza del pelirrojo y, Samuel al detectar aquella mirada en los ojos de su amigo, temió lo peor.

-¡Hey, Jasper! -llamó Marcus, el castaño girando a verlo al instante. -Tengo que ir a hacer unas cosas y no puedo llevar a Samuel. ¿Me podrías hacer el favor?

Jasper arrugó la frente unos segundos, pero luego sonrió y asintió sin problema.

-¡Claro!

Samuel casi se desmaya.

Cuando ambos giraron a la habitación de música, donde aún se encontraba la culebra de Jared, se quedaron helados ante la furiosa mirada del castaño. 

El fantasma del pájaro  || PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora