Capítulo 100. Sangre en el Desierto

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Sus espías les habían traído noticias de que una guerra civil era inevitable, era el momento perfecto para comenzar a planificar su invasión.

Hablando en su nombre, estaba Ashun Dagfuur, Pluma de la tribu del Red Lion, designado temporalmente como Gran Pluma, primero entre iguales y portavoz de las tribus. Era un hombre alto, de alrededor de 1.84 metros de altura, de cuerpo delgado y musculoso, tez aceitunada y barba larga pero bien cuidada.

Como todos los Plumas, vestía pantalones y camisa blancos gruesos para soportar el frío de la noche, y un turbante en la cabeza, con un enorme rubí en el centro para representar su estatus en la tribu.

El encuentro se llevó a cabo en una carpa ceremonial, de color dorado, cuyos lados y piso habían sido cubiertos por alfombras y tapices que representaban la historia colectiva del desierto.

El techo de la tienda estaba encantado para poder volverse invisible a voluntad, ya que el Benefactor odiaba los espacios reducidos, y de esta manera aún podía mirar la luna y las estrellas.

El espacio estaba perfectamente iluminado por veintisiete braseros de hierro negro, uno por cada tribu. Sus fuegos eran alimentados por la magia de sus respectivos Plumas, utilizados tanto para simbolizar su fuerza como para votar una vez que una discusión había llegado a su fin.

Como siempre, Ashun habló con pasión, describiendo todas las tierras verdes y manantiales de agua, esperando a que las tribus se las arrebataran a los débiles y estúpidos hombres de las llanuras. Sus ojos negros buscaron la aprobación y el apoyo de los otros Pluma, pero no encontró ninguno.

Después de comenzar su discurso, todos los ojos se fijaron en la figura solitaria que estaba al otro lado de la tienda, observando cada uno de sus movimientos.

Era un pájaro rojo de fuego, de tres metros de altura, con el cuerpo de un águila y las plumas de la cola parecidas a las de un pavo real. El legendario fénix Salaark, también conocida como el Benefactor del desierto, que siglos antes  había unido a todas las tribus bajo su dominio.

Se susurraba que de cada una de sus plumas, se podía forjar un arma incomparable, y que su sangre contenía el secreto de la inmortalidad. Para caber en la tienda, se había encogido notablemente y ahora estaba en su estado más vulnerable.

A pesar de eso, ningún hombre o mujer entre los Plumas sintió ningún tipo de emoción aparte del respeto y el miedo.

Salaark se quedó quieta, con los ojos cerrados, sabiendo que no podría controlarse si los abría.

Una vez que Ashun terminó, hizo una pregunta simple.

—Entonces, ¿vas a dejar el desierto? —La voz de Salaark no era fuerte, pero aún sonaba perfectamente clara para todos los presentes.

—No, mi Lord. Red Lion nunca haría eso. —Levantó las manos y bajó la cabeza en señal de sumisión.

» Sólo propongo que nos venguemos de las llanuras y aseguremos nuevos recursos.

—¿Venganza? —Preguntó abriendo un solo ojo—. Llevar la muerte a los vivos no hará sufrir a sus antepasados. Suena más como una excusa mezquina para irse porque no estás satisfecho con lo que tienes ahora.

—No me iré y no soy un ingrato. —Dijo tratando de parecer fuerte y confiado, pero un sudor frío corría por su espalda.

—Entonces, ¿cómo propones conservar los manantiales conquistados? ¿De qué sirve una tierra fértil si no se labra?

—Bueno, por supuesto, algunos de nuestros hombres tendrán que quedarse con sus familias. Pero solo para establecer una cadena de suministro que beneficiará a todas las tribus.

Mago Supremo: Volúmenes 1-3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora