Final

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Narra Kōtarō.

—Y así es como nos conocimos —dice la castaña que esta enfrente mío.

—Soy bastante rápido al parecer, ¿no? —digo entre risas.

A pesar de no recordar su rostro, su nombre, quienes somos, siento que la conozco de toda mi vida. Se me hace un poco confuso, luego del accidente solo recuerdo haber visto a Akaashi, aquí en el hospital, después todo se vuelve negro.

Recuerdo haber hecho la fiesta, recuerdo el campamento, recuerdo mi graduación, recuerdo que iba a los partidos de hockey... ¿por qué no puedo recordar a la persona más importante de mi vida?

—¿Cuánto llevamos saliendo? —pregunté.

Se quedó pensativa un buen rato, sonriendo para si misma. Debe ser difícil para ella, pero más difícil es para mi. Despertarme y tener a una extraña que dice ser mi pareja... no lo sé, simplemente es un poco difícil de entender.

—Dos años —dice con una gran sonrisa, sin mirarme —, hoy se cumplen dos años.

—¿Tanto tiempo estuve en coma? —pregunté asombrado. Ella río, el sonido de su risa me hace bien... me hace sentir seguro. Como si volviera a casa después de un largo viaje.

—Para nada, el accidente fue hace casi un mes... —dice recordando —, ¿te acuerdas algo?

Negué con la cabeza. Se la notaba triste, pero hacía lo posible para disimularlo con una sonrisa. No es la respuesta que ella esperaba, pero es lo único que puedo ofrecerle.

—Solo recuerdo que iba en el coche —comience a decir, haciendo un esfuerzo para que su sonrisa no sea fingida —, recuerdo que tenia un traje... ¿iba a un velorio tal vez? —le pregunté, pero ella negó con su cabeza —. Había alguien conmigo, no sé quien era, ¿esa persona está bien? —tengo demasiadas preguntas.

Tomó mis manos, su tacto es cálido, agradable. Su piel es tan suave. Levanta su vista hacía mis ojos, sus ojos brillan, pero no de felicidad, brillan porque tiene lagrimas aguantándose. Lo lamento tanto...

—Yo iba contigo —dice, regalándome una sonrisa, un poco rota.

—¿A dónde estábamos yendo? ¿Tú estás bien? —pregunté confundido y preocupado.

Alguien pudo morir por mi culpa y ese alguien es ella... no... aunque no la recuerde, no me lo hubiera perdonado jamás. Aunque no recuerde todo lo que vivimos, esa sonrisa tiene que brillar siempre.

—A nuestra luna de miel —dice bajando su vista.

La miré asombrado ¿nos casamos?
Levanta su mano izquierda, enseñándome tres anillos. Uno lo reconocí.

—¡Ese es el que te di cuando terminó el campamento¡ —dije sin pensar, mis recuerdos borrosos hablaron por si solos.

Ella sonrió, con los ojos llenos de dolor, pero con esperanza.

—Si, éste me lo diste el día de tu graduación —dice enseñándome el segundo anillo —. No querías casarte, pero me prometiste que lo haríamos, por eso me lo diste.

—Todo un galán soy —digo entre risas. Por primera vez la escucho reír sinceramente, es muy hermosa.

—Y éste —dice señalando el último, el cual tiene un gran diamante —, con éste llegaste luego de uno de mis partidos. Ambos estábamos transpirados y llenos de tierra... también tuviste un partido. Ambos ganamos y, en el medio de toda la multitud, te arrodillaste... bueno, creo que esta es otra larga historia —concluye riéndose.

La puerta se abrió lentamente, se dibujó una gran sonrisa en mi rostro.

—¡Akaashi! —digo casi gritando.

—No puede ser, ¡despertaste! —dice alegre, para luego correr y aventarse sobre mi, supongo que intenta abrazarme.

—Si —le digo entre risas —, estamos aquí con... —no puede ser, nunca le pregunté su nombre.

—Akira —dice ella, al notar que no lo recordaba.

Akaashi nos miraba confundido, mi sonrisa se borró por completo.

¿Cómo puede estar pasándonos esto? Haga los esfuerzos que haga... no sé quien es esta chica, diga lo que me diga, para mi es una desconocida... tengo que reconocer que mis ganas de abrazarla y besarla no son algo que sientas por un extraño, la sensación de calidez que ella me transmite... no se consigue eso en la calle, hablando con un extraño.

Mi corazón la recuerda, esta con ella, nunca la abandoné, pero mi mente está apagada. En el accidente un interruptor, dentro de mi, se desactivó sin querer.

Akira le explicó todo a Akaashi, éste se volteó a mi, decidido a golpearme.

—¡AKICHAN SÁLVAME! —grité cubriendo mi cara.

Al no sentir el golpe, me destapé. Ambos estaban viéndome con una sonrisa.

—¿Qué ocurre? —pregunté.

—Hace unos segundos no sabías su nombre —comienza a hablar Keiji —, pero ahora acabas de llamarla por el apodo horrible que le inventaste desde que la conociste.

Una sonrisa volvió a dibujarse en mi, volteé mi vista a ella. Sus ojos llenos de lágrimas, pero ahora la noto más feliz, supongo que va a ser muy duro para ambos... pero podemos superarlo.

Di golpecitos en la cama, invitándola a sentarse. Tomé sus manos y la miré fijamente a sus ojos.

—Yo no te recuerdo, pero acá —dije llevando una de sus manos a mi pecho —¿sientes esos latidos? —asiente —, son por ti. Aunque no recuerde todo lo que vivimos, sé que ocurrió porque confío en ti, va a ser muy difícil... para todos —esto último lo digo mirando a mi amigo—, pero lo vamos a superar.

Tenían sus ojos llorosos, Akira comenzó a llorar. No puedo imaginar lo que esta pasando, una persona que amas, con la que pasaste miles de cosas... no recuerda ni tu nombre...

—Ya que lo nuestro empezó conmigo tropezando contigo —digo levantando su barbilla, para que me mirara —¿qué te parece si la que tropieza conmigo ahora eres tú?

Una risa sincera salió de sus labios, haciéndome sonreír al instante. Transmite paz y alegría.
Quiero decirle tantas cosas, quiero decirle que la amo, que la amo con el alma porque el alma nunca olvida, pero no puedo, mi mente no me lo permite. Hay algo que mantiene a mi mente lejos de ella? Pero mi corazón siempre pa acompaña.

—Kōtarō... —habló suavemente. Dirigí mi vista a ella, dándole toda mi atención —, no creo que recuerdes, pero en el campamento Akaashi me dijo que gustabas hace mucho de mi, ¿recuerdas algo de eso? —preguntó.

Giré la vista a mi amigo, quien estaba sentado al borde de mi cama.

—Recuerdo que había una persona que me traía loco —dije nostálgico —, pero no recuerdo su nombre, ni su rostro. Viendo que, gran parte de los recuerdos perdidos son contigo, quiero creer que si eras tú.

Tomé su mano y sonreí. Un recuerdo fugaz paso por mi mente en el instante que nuestras manos se tocaron.

—Recordé que dijiste que era tu ángel... —hablé serio, esforzándome a recordar más, pero me era imposible —, creo que ahora soy tu ángel perdido —añadí entre risas.

Un ángel perdido | Kōtarō BokutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora