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Faltan unos minutos para que el partido comience, las chicas se ven un poco agotadas, creo que me excedí en el entrenamiento previo.

—Acérquense —ordené. Y así lo hicieron —, el entrenamiento de hoy fue muy bueno, recuerden correr con el stick siempre abajo, pueden lastimar muy grabe a alguien y... —Me interrumpieron.

—¡Hey hey hey! —dijo alguien a mis espaldas, reconocí su voz, ¿qué hace aquí? —. Mucha suerte en el partido de hoy Akira-chan.

—Mucha suerte, Katō-san —dijo Akaashi, para luego subir a las gradas.

Me puse nerviosa, era extraño este sentimiento, soy bastante ajena a él. Saber que Bokuto-san y Akaashi-san estaban observando desde las gradas me motivó mucho, sentí una descarga de adrenalina.

—Katō-senpai, continúe, por favor —dijo una de las chicas de tercero, no me acostumbro a que ellas me llamen así.

—Den lo mejor, como siempre lo hicieron —dije con una sonrisa grande.

—¡Si! —contestó todo el equipo al unísono, juntando sus manos en el centro. Este será un buen partido.

Me acomodé mi rodillera, la cual nunca uso, solo que me dolía un poco mi rodilla izquierda por el golpe que nos habíamos dado con Bokuto. Mire a las gradas por última vez, antes de que sonara el silbato, ahí estaba él, con una gran sonrisa mirándome. Gesticulando un <<suerte>> con su boca, le devolví la gran sonrisa y el silbato sonó.

El otro equipo era demasiado lento, sobretodo tosco. Más de una vez estuvieron a punto de golpearme a mi, o a mis chicas, por levantar los palos del suelo. Intentamos ignorar eso y seguir en batalla.

El césped sintético del lugar tampoco era muy bueno, si caías arrodillada, lo más probable era que te levantes con varios raspones, teníamos que tener mucho cuidado y estar muy atentas.

El marcador estaba a nuestro favor y solo estamos en el primer bloque, yo hasta el momento no hice ninguna jugada especial, simplemente me limite a acompañar la bocha y a mis compañeras. Vi una oportunidad para poder anotar un gol perfecto, decidí tomarla así que me abrí paso entre el equipo contrario y estaba a punto de dar el tiro, cuando siento un fuerte golpe, todo se hizo blanco y enseguida negro.

Desperté con mucho dolor de cabeza y... en toda la cara, para ser sincera. Me froté lentamente los ojos para poder aclarar mi vista, noté que un ojo estaba vendado, me encontraba en la enfermería.

—¿Qué pasó? —dije a la nada.

—Casi hacen un home run con tu cabeza —dijo Bokuto, quien se encontraba a mi lado. No había notado su presencia, de hecho, aún no puedo verlo.

—¿Qué? —pregunté sorprendida, intentando sentarme para poder verlo. Me tomó de los brazos y me ayudo.

Note que tenia parte de la cabeza y un ojo vendados. ¿Por qué no recuerdo nada?

—Estabas a punto de... anotar un gol, o como se diga y una chica del equipo contrario levantó mucho su palo —su cabello estaba caído, se me hizo un poco gracioso porque él también se veía caído —, te dió de lleno en el rostro, creí que te iba a romper la nariz. Dios —suspiro —... había demasiada sangre, yo c-creí que...

Puse mi mano sobre la suya y paró de hablar, este momento se sentía tan familiar. Estuvimos un rato largo callados y no fue para nada incómodo. No puedo explicar esto... ¿quién eres, Bokuto-san? ¿por qué no puedo descifrarte?

—Puedo llevarte a casa, si quieres —ofreció, su propuesta sonaba graciosa —. A tú casa, quiero decir, ya sabes...

Hablaba rápido y nervioso, me hizo reír sinceramente. Comencé a llorar sin previo aviso, mi cara dolía demasiado y tenía casi toda la cabeza vendada, seguro debo parecer un monstruo.

—... que vergüenza —dije —, preferiría que no me hubieras visto como un monstruo —volví a reír y las lágrimas brotaron nuevamente.

—Shh —dijo mirando fijamente mi mano que aún estaba sosteniendo la suya, pensé en sacarla, pero la agarró con más fuerza y con su pulgar me acariciaba.

Se volvió a mirarme, el brillo típico de sus ojos dorados se había esfumado. Oh, Bokuto-san, lo lamento tanto...
Me dedico una pequeña sonrisa, me hizo sentir segura, que todo iba a estar bien.

Sentí un repentino miedo, miedo de no poder asistir al campamento, miedo de no poder conocer a este chico tan encantador... miedo de perder un ojo. Por lo menos mi nariz está sana, es la única parte de mi rostro que me gusta y sigue intacta.

—Esta bien —dije casi en un susurro. Me miró un poco confundido —, llévame a casa, por favor.

Nadie se había molestado en llamar a mis padres, los únicos que estaban de Fukurodani eran Akaashi y Bokuto. Me sentía sola, pero a la vez acompañada. Esto no era la culpa de mi madre, seguro ella estaría aquí conmigo, si alguien se hubiera tomado el tiempo de llamar.
Me crucé con el equipo, comenzaron a atosigarme con preguntas, hablaban muy alto. Eran muy ruidosas, me hacían mal. Apreté con fuerza la cintura de Bokuto, estaba apoyada en él porque seguía mareada, él entendió al instante y les pidió que hicieran silencio. Les dijo que mañana contestaría sus mensajes, pero ahora necesitaba descansar. Las chicas lo entendieron bastante bien y fueron a los vestidores para recoger nuestras cosas y volver a la escuela.

Afuera del establecimiento estaba Akaashi junto a un auto.

—¿Conduces? —le pregunté débilmente.

—Yo no —dijo soltando una risita —, Bokuto-san.

Mi ojo hábil se abrió, me dolió, pero estaba sorprendida. Este chico tan... hiperactivo ¿conduce?
Me ayudaron a subir en la parte trasera y Akaashi fue de copiloto. No hablamos mucho durante el viaje, solo Akaashi, que tiene una voz tan tranquila y serena que no me hacía doler la cabeza. Me explicó que había ocurrido luego del golpe y como todos comenzaron a preocuparse. Dijo que Bokuto saltó de las gradas y fue corriendo en dirección mía (de las gradas a la cancha hay un mínimo de 2m50 ¡este chico esta loco!), sonreí al imaginar esa escena, pero borré rápidamente esa sonrisa cuando vi que estaba mirándome por el espejo retrovisor, me guiño un ojo y luego volvió su vista al frente. Sentí cómo mis mejillas se ponían coloradas, no le di importancia, puedo culpar al vendaje.

—Es a la derecha —digo. Bokuto vuelve a mirarme, esta vez con una expresión de confusión, pero no le di demasiada importancia.

— ¡Hey! ¿ese no es el auto del entrenador? —dijo el chico búho. O no, esto no era bueno.

Un ángel perdido | Kōtarō BokutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora